sábado, 29 de mayo de 2010

lunes, 24 de mayo de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo XI: Exipión

Mis palabras aún resonaban en el aire de Utobab, cuando una sombra fue cubriendo nuestras cabezas e inundando nuestros corazones de oscuridad.
Lentamente fue pasando la nave y nos sentimos observados y estudiados, sin poder llegar a comprender como no éramos destruidos.
Esta se alejó y aterrizó sobre la cima de la colina más próxima hollando un terreno agreste al refugio de la furia de El Gran Río.
Godbluf se volvió hacia mí con una mirada interrogante, y solo reaccioné a una voz que tras de mí sonaba con seguridad de sus palabras:
-No pueden atacar directamente sin asegurarse de que Melkart no sufrirá daño alguno. Él es el comandante de la expedición y por el código de los droides, un jefe solo puede morir tras un juicio militar.
-Entonces aún tenemos una esperanza.
Contestó Godbluf a las palabras pronunciadas por Eritra.
El pueblo de Tull se puso en marcha con celeridad al mandato de Renaín.
Maresma parecía no estar nunca a nuestro alcance, ya cuando conquistábamos nuestro objetivo, las primeras legiones de droides se avistaban en lontananza.
Starless nos habló a todos con la parsimonia que en los Hermanos del Sol era habitual, pero también con mensajes claros y escuetos:
-Godbluf dirigirá a Tull por Maresma sin mirar atrás y nos esperaréis en la Laguna del Ensueño hasta la aurora de un nuevo día. Melkart y Eritra id con ellos. Renaín, tú te quedaras con la fuerza de choque y conmigo.
-Ni hablar yo me quedo con vosotros, puedo ser de mucha ayuda.
Dijo Eritra con energía, y desafiando la autoridad de Starless, nadie se atrevió a llevarle la contraria, ni siquiera Renaín que no pareció contento con la decisión.
Justo en el momento que empezábamos a introducirnos en Maresma, vi como sacaban unas mascaras de sus bolsas que dibujaba una imagen del animal que nos atacó en la laguna y se la colocaron todos los guerreros sin excepción, Eritra cogió una ofrecida por Renaín.
Me volví a Starless y le dije:
-Con una máscara como esa, yo tambien puedo ser de gran ayuda aquí. Si me dejo ver unos segundos y luego me mezclo con todos, no utilizaran sus pistolas láser sin estar seguros de que su victima no soy yo.
Starless y Godbluf se miraron durante unos segundos, sin duda estaban decidiendo y sopesando el riesgo que se afrontaba, dejábamos desvalidos al pueblo de Tull, si éramos apresados en las orillas de Maresma. Sin pronunciar palabra Starless me lanzó una mascara y Godbluf me ofreció su falcata.
Coroné la pequeña duna sobre la que nos habíamos apostado y me dejé ver con claridad, aunque la tarde ya forzaba a un próximo crepúsculo que nos ayudaría en la batalla.
Rápidamente fui reconocido y el mandato llevó a los droides a sustituir sus pistolas láser, que tanto Eritra y como yo sabíamos de su eficacia, por unas espadas láser que les obligaría a afrontar el cuerpo a cuerpo.
-Pero esas espadas desintegraran nuestras falcatas.
Dije mientras me escondía tras aquella máscara de toro.
-No conoces la dureza de nuestros materiales, sin duda nuestras espadas resistirán.
Dijo Starless con seguridad.
Eritra se adelantó a la formación que se preparaba para lanza la primera andanada de flechas:
-Existe algo que debéis de conocer, recordad en todo momento que son robots, y acabar con ellos no es como acabar con un ser humano.
Solo podéis hacerlos de dos formas: la primera cortándoles la cabeza, por el cuello pasa toda la información hacia su ordenador central que actúa en consecuencia.
La segunda ir directamente al ordenador y este se encuentra en el vientre, pero recordad tenéis que atravesarlo.
De otra forma solo mermareis su capacidad pero no acabaría con ellos.
Yo sabía que aquella información era básica para todos nosotros, ni yo la conocía; pero tambien sabía que Eritra acababa de desvelar un secreto que la convertiría en una traidora a su propia especie, nada sería igual para ella desde aquel momento.
El sonido de los arcos tensándose se mezclaba con un tenue caminar a nuestras espaldas sobre el barro de Maresma. Aquello parecía vaticinar un próximo estruendo de sonidos entremezclados durante la batalla.
La primera oleada de flecha hizo caer parte de la avanzadilla de droides levantándose la gran mayoría al instante.
Las siguientes tan solo consiguieron retrasar el encuentro cuerpo a cuerpo del ejército droide y los tulunies.
A una arenga rápida y firme de Starless salimos de nuestro refugio tras la duna y afrontamos una lucha desigual en número, pero que se veía compensada con la ferocidad de los tulunies.
Los droides tras la sorpresa de una lucha en la cual el enemigo sabía perfectamente sobre donde atacar, aprendieron una forma de contrarrestar.
Primero golpeaba sobre el rostro con el puño y tras desenmascarar al enemigo, lo atravesaba sin compasión con la espada si no era Melkart.
La mayoría eran torpes en su forma de actuar, los que nos dio gran ventaja en la batalla. Vi a Exipión que se abría paso con dos golpes certeros, con el primero de un fuerte puñetazo le quitaba la mascara a su oponente y con el próximo se recreaba cada vez que atravesaba a un tulú.
Yo luchaba con mucha más lentitud que mis compañeros, y veía como Renaín y Eritra se deshacían de droides con gran facilidad.
Fue un instante de descuido en la batalla, todos los sentidos son importantes para sobrevivir, la vista se desvió hacia Maresma, los últimos integrantes del éxodo llegaban a la otra orilla, algo me golpeó el rostro, me hizo tambalear y caer sobre la arena de Utobab, la máscara se desprendió de mi rostro, la vi caer junto a mi; miré hacia arriba y vi como me observaba descubriendo mi verdadera identidad, se volvió un solo instante para avisar a todos ¡Melkart había sido descubierto! Aproveché ese instante para soltar un mandoble que cruzó el rostro de Exipión haciéndolo caer junto a mi.
Actué con la rapidez que da el miedo incontrolado, cogí mi máscara justo en el instante que una cabeza, con la que me había golpeado la cara Exipión, rodaba junto a mí, la miré y vi la cabeza del Hermano del Sol que con tanta bravura había visto arengar a su gente momentos antes.
Al grito de Exipión, todos los droides habían sacado sus pistolas láser y estaban acabando con mis compañeros, pero con el último rayo de sol, aparecieron una bandada de rapaces que parecían haber salido de la misma Maresma y atacaron las fuerzas droides, permitiéndonos una retiradas hacía el abismo de Maresma.
-Seguid mi estela
Se oyó la voz inconfundible de Renaín y se adentró en la ciénaga. Nadie miró atrás, solo pendientes de los pasos de Renaín que apenas se veían en una noche solo iluminada por la luna.
A nuestras espaldas se escuchaban los gritos de nuestros perseguidores que eran tragados por Maresma.
De nuevo se escuchó su voz a lo lejos:
-Parad, no adentraros más en la ciénaga, esperaremos el día.
Atravesamos Maresma y todos nos desprendimos de las máscaras… Eritra y Renaín seguían con nosotros.
Renaín nos miró con lagrimas en los ojos y poniéndose de rodillas, dio un grito tan aterrador que hizo ensordecer Utobab.
Nadie habló durante un viaje triste y rápido que nos llevó hasta la Laguna de Ensueño cuando la aurora venció a la oscuridad de aquella infausta noche.
Renaín frente a Godbluf y todo el pueblo alrededor, silencio ensordecedor y tras unas lagrimas que recorren el rostro de los dos, los brazos de ambos se alzaron lateralmente dibujando un círculo en el aire y posando las manos sobre el centro de sus pechos; unas palabras inundan la escena:
-Se bienvenido, nuevo Maestro de Día…

Tartessus Baobab

viernes, 23 de abril de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo X: Tull

Las aguas de El Gran Río bajaban hacia Maresma salvajes y veloces aniquilando a la mitad del ejército droide, el resto permaneció dentro de la nave. La inesperada acometida líquida hizo que el comandante Exipión ordenara replegarse al resto de su ejército y despegar la enorme nave huyendo del lugar.

-Renaín, comunica al pueblo que el camino está por delante. Es la hora de la marcha.-Dijo Godbluf con gran determinación.
Renaín cogió los dos cuernos que guardaba en su pequeña bolsa, miró a Eritra dirigiéndole una leve sonrisa mientras esta le observaba expectante ante los movimientos que él hacía. Alzó los cuernos al cielo en cada mano y los golpeó uno con otro produciendo un sonido seco y vibrante.
Seguidamente con la punta de cada uno hizo un orificio en el otro, cerca de la misma punta. Los unió entrelazados por el agujero, acercó a su boca la parte delgada de ambos donde tenía los orificios y sopló a través de ellos emitiendo un sonido grave y denso que crecía en cuerpo al final de su clamor.
Renaín volvió a coger aire y creó el sonido de nuevo otras dos veces oyéndose en todo el poblado.
-Hermanos y amigos de otro mundo,- volviéndose hacia ellos dijo Renaín a Starless, Godbluf, Eritra y Melkart –el camino está por delante.

Todos los habitantes del poblado comenzaron a llegar a la plaza bajo las escalinatas donde se encontraban ellos. Iban cargados a la espalda con una especie de mochila donde llevaban repartidos proporcionalmente utensilios de campaña, armas, alimentos y todo lo necesario para estar fuera de su hogar por un cierto tiempo.
Organizadamente fueron alineándose y ocupando un lugar preestablecido, de forma ordenada y en completo silencio. Llegaron allí absolutamente todos, hombres, mujeres y niños. Permanecieron de pie sobre el barro provocado por el Gran Río y cuando ya a nadie tenían que esperar, Godbluf les habló.
- ¡Pueblo de Tull! Nuestro camino está por delante. Esperábamos el inicio de nuestra peregrinación y el momento ha llegado. Nuestro Legado nos dice que desde los cielos llegarán unos extranjeros.-Miró a Eritra y Melkart y los señaló con el dedo.
- También sabemos que los extranjeros podrán ser amigos.- Dijo Starless señalando hacia ellos.
-Cierto es.- Continuó Godbluf.-Como lo es que podrán ser enemigos; y así son los otros extranjeros que pretendían atacarnos. Enemigos.
-Estamos preparados para las dos situaciones y ambas se suceden al mismo tiempo. Por ello Eritra y Melkart nos acompañarán en nuestro éxodo.- Dijo Starless mirando a ambos.
Renaín entro en la casa y salió rápidamente con dos mochilas que le entregó a Eritra y a Melkart. Estos se la colocaron a la espalda.
-La Gran Caza se ha realizado con éxito y Utobab ha manifestado su latir. Los extranjeros han llegado de los cielos y nuestro Legado nos indica seguir.- Dijo Godbluf a todo el pueblo allí congregado, apartándose a un lado y bajando un peldaño de la escalinata.
Starless ocupó el otro lado de la escalinata bajando un escalón y mirando a Renaín dijo –Guíanos Renaín.
Renaín hizo un gesto con la mano a Eritra y Melkart para que le siguieran y comenzó a bajar los escalones emprendiendo la marcha seguido por ambos, Godbluf , Starless, y el pueblo entero. Solamente se escuchaban las pisadas sobre el barro al caminar, ninguna voz resonaba en el grupo de unas mil personas, ningún sonido salvo los pasos en la tierra enfangada y en los charcos de agua que encontraban en su caminar.

Cuando llevaban unas tres horas de marcha a través del bosque Renaín se volvió hacia todos indicando que pararían a descansar y reponer fuerzas durante media hora. El lugar que eligió estaba cubierto por encinas y robles, era una zona elevada desde donde se podía divisar el valle y el Gran Río, y desde donde difícilmente podrían ser detectados por tierra o por aire.
Melkart y Eritra se sentaron en la hierba junto a Renaín donde este apoyaba su espalda sobre una gran roca, ya había sacado de su mochila un trozo de pan dulce que ofreció a los dos. Melkart puso sobre la hierba su alforja de agua y los tres comenzaron a comer y beber, momento este que aprovechó Melkart para preguntar a Renaín.
- ¿Esperabais nuestra llegada?
- Desde que nos conocimos, los acontecimientos se han sucedido deprisa y no hemos reparado lo suficiente en que sois extranjeros. Os pido disculpas.
- Aceptadas – dijo Eritra.
- La noche que aparecisteis era mi Gran Caza. ¿Lo entendéis?
- Entendemos que se produjo con ello algo así como la culminación de tu paso al mundo adulto-dijo Eritra ofreciéndole la alforja de agua a Renaín.
Renaín la cogió no sin antes rozar sus dedos con Eritra y sus ojos verdemar chispearon mirándola fijamente. Dio un sorbo y continuó la charla.
- Cuando me enfrenté al bravo animal conseguí superar la última y definitiva prueba de aprendizaje, no para entrar en el mundo de los adultos, sino para pertenecer por derecho propio a mi condición de Hermano del Sol, igual que mis dos maestros a los que ya conocéis.
- ¿Todos los jóvenes de tu pueblo deben pasar esa prueba?- Preguntó Melkart.
- No exactamente. Cada año se selecciona a un chico o chica de diez años entre todos los de su edad teniendo en cuenta sus habilidades mentales y físicas. Transcurren después varios años de aprendizaje intenso en todas las especialidades intelectuales y físicas. Lo que aprendemos en ese tiempo muy difícilmente podrá realizarlo otra persona en toda su vida. Starless y Godbluf han sido durante estos años mi Maestro de Día y mi Maestro de Tarde respectivamente. Starless se ocupó de mi instrucción en todas las artes de combate y de destreza física. Godbluf fue quien me guió por los vericuetos del conocimiento en todas sus artes y ciencias…
- Entonces podemos considerar que eres un privilegiado- afirmó Eritra sonriente.
- Podríamos decir que si, que he luchado por acceder a La Gran Caza y lo he conseguido. Cada dos años un aspirante menor de veinte años obtiene ese honor. Al llegar a esa edad sin optar a La Gran Caza se entiende que terminó el aprendizaje y debe abandonar su formación para ocupar algún cargo designado por los maestros dentro de la estructura de Tull. Muy pocos podrán enfrentarse al toro-buey.
Renaín seguía comiendo y bebiendo mientras conversaba. Melkart y Eritra sin embargo prestaban mayor atención a la conversación e incluso Renaín les apremió para que repusieran fuerzas ahora que podían. Este continuó informándoles.
- Mi aceptación como Hermano del Sol culminó junto a mi pueblo, en presencia vuestra, con la manifestación latente de Utobab y su aprobación. Cuando Godbluf dio por terminada La Gran Caza me convertí en nuevo Hermano del Sol. A partir de ahora podré ampliar y compartir nuevos conocimientos con mis hermanos y adentrarme en el Legado de las Estrellas, los antiguos escritos de nuestros antepasados que dan sentido a nuestra existencia.
- Y nosotros hemos llegado a bordo de una enorme nave espacial con un ejército mecánico preparado para destruir vuestra civilización.- Dijo Melkart con pesar.
- No te sientas culpable Melkart, ya oísteis las palabras de Starless y Godbluf. Nuestro Legado nos dijo que vendríais y me siento afortunado por ser yo quien os recibió.
Renaín se puso de pie y avisó a los demás que se preparan para reemprender la marcha. Recogían los tres sus mochilas cuando Eritra le preguntó mientras se colocaba con destreza la suya a la espalda - ¿Cómo es que sabían nuestros nombres cuando llegamos a Tull? Dices que sabíais que llegaríamos desde el espacio pero no entiendo que Starless y Godbluf supieran nuestros nombres.
- Tienes razón Eritra, no conocíamos vuestros nombres hasta que no os presentasteis.
- Pero ellos lo supieron antes de conocernos.
Renaín levantó una mano indicando a su pueblo que proseguían caminando por donde él guiaba. Todos le siguieron en silencio y de forma ordenada. Eritra se colocó junto a él mientras caminaban mirándole desafiante esperando una respuesta. Renaín miró al cielo, a Melkart que iba dos pasos atrás en silencio pendiente de la conversación y finalmente a Eritra, movió la cabeza afirmativamente dos veces y dijo.
- Estimo que debéis conocer un secreto que sólo comparten los maestros y muy pocos de los que han recibido enseñanzas de los maestros. Debe seguir siendo secreto.
Miró a los dos con seriedad haciendo una pausa e invitando con un gesto a Melkart para que se pusiera también a su lado.
- Durante nuestro aprendizaje a algunos de nosotros se les despierta una puerta mental que abre nuevas posibilidades de comunicación y percepción sensorial. Nuestros maestros son los primeros en detectar el brote de esa cualidad, incluso antes que nosotros.
En ese momento se detuvo dándose la vuelta. Godbluf también estaba parado y mirándole directamente a los ojos. Todos se pararon en silencio. Así estuvieron unos quince segundos, mirándose los dos directamente a los ojos con actitud serena y relajada hasta que los dos bajaron la cabeza afirmativamente al mismo tiempo, sin dejar de mirarse y sonriendo con un gesto de aprobación.
Eritra los observaba intentando descifrar qué ocurría en ese instante, Melkart miraba a ambos lados del sendero con gesto algo nervioso, cómo esperando que algo inesperado surgiera de entre los árboles.
Renaín se giró reanudando el paso y todos continuaron avanzando. Eritra y Melkart continuaban caminando junto a Renaín, ahora los tres en silencio mientras superaban una elevación del terreno con cierta dificultad, hasta que Eritra preguntó – Renaín, ¿cómo sabían nuestros nombres ?
- Yo os presenté ante los maestros, les dije vuestros nombres cuando llegamos a Tull. No me fue preciso hablar. Sólo necesité mirar a los ojos a Starless y a Godbluf y comunicarme mentalmente con ellos. Utilicé las técnicas mentales que ellos me enseñaron a desarrollar y controlar.
Los tres quedaron en silencio tras la respuesta de Renaín continuando ascendiendo.
- ¿Y por qué esa cualidad debe ser un secreto para el resto de tu pueblo?- preguntó Melkart.
- Nuestro Legado nos dice que todas las personas tenemos derecho a ser distintos unos de otros. Los Hermanos del Sol ya somos distintos del resto de nuestro pueblo. Formamos un grupo minoritario que rige los destinos de nuestra sociedad, un conjunto de personas con elevada formación, e incluso los que no llegan a formar parte de la hermandad también ocupan puestos de responsabilidad según sus condiciones y valía. Ya somos distintos de la mayoría de nuestro pueblo. Nuestro Legado nos dice que ser distinto no es ser mejor ni peor, solamente es ser diferente. No pretendemos aumentar la distancia visible entre los que tenemos esa cualidad y los que no.
- Pero existe una gran diferencia por tener esa cualidad – dijo Melkart.
- La hay, pero no la hacemos ostensible al no mostrarla. Sin embargo no toméis una idea equivocada de nuestro pueblo como inculto e ignorante. Todo lo contrario, es un pueblo instruido y culto donde se alienta el conocimiento y el valor del esfuerzo como crecimiento personal y de la propia comunidad.
- Lucháis contra la ignorancia impidiendo que crezca entonces.
- No exactamente Melkart, en nuestro pueblo ni siquiera nace. Nuestro Legado apunta que hay que desterrar a la ignorancia porque es la fuente de las mayores plagas y es la que nos lleva a temer y rechazar lo diferente.

El intenso sol que los acompañó durante todo el día comenzaba a descender por el horizonte. Las sombras extendían sus pliegues sobre la montaña en la que permanecían.
Renaín detuvo la marcha y toda la comitiva se dispuso a montar las tiendas de campaña mientras otros grupos se encargaban de preparar la cena y montar los puestos de vigilancia. Pasarían la noche resguardados en sitio seguro. Al alba continuarían el recorrido durante unas cinco horas hasta alcanzar Maresma.

Cuando ya todos habían cenado y se estaban preparando para dormir, Eritra se alejó algo del grupo sentándose a los pies de un roble. Quería estar a solas para hacer una revisión rutinaria de sus circuitos plasitrónicos puesto que no lo hacía desde que llegaron a Utobab.
Activó su sensor radar para asegurarse de que se encontraba a solas en un radio de al menos cien metros. Se quitó la blusa que llevaba, quedando desnuda de cintura para arriba. Recitó en voz alta una clave secreta sólo conocida por ella además de su creador y al segundo se desplegó una pequeña pantalla desde una abertura aparecida a la altura de su vientre, la cogió entre sus manos y comenzó a pulsar la pantalla con sus dedos para evaluar su estado técnico. Todo estaba en orden, sus circuitos de recarga solar estaban a pleno rendimiento y las demás funciones de su ingeniería mecánica estaban en perfecto estado. Volvió a recitar su clave y el dispositivo desapareció en su interior sin dejar señal aparente en su piel sintética.
Se puso de pie junto al árbol, recogió su prenda de vestir y al ponérsela rebobinó en su almacén de memoria para oír de nuevo en su interior las palabras de Renaín “..ser distinto no es ser mejor ni peor, solamente es ser diferente. No pretendemos aumentar la distancia visible..”
Eritra comprendía perfectamente esas palabras pues ella misma mantenía el secreto con Melkart de su condición de robot. En la Tierra era un robot y en Utobab la trataban como un humano, la distancia visible se reducía incluso para ella y se identificaba con Renaín. Hablaría con Melkart para seguir guardando el secreto de su gran diferencia para disminuir la distancia entre ella y los humanos.

Al alba emprendieron de nuevo la marcha hacia Maresma.
Melkart le comentó a Renaín que el camino hacia Maresma no era el mismo por el que llegaron a la ciudad de Tull, a lo que este respondió que ese era el camino designado para el éxodo.
- Godbluf puede que te aclare esa circunstancia, él es el que mejor conoce el Legado de las Estrellas – le dijo Renaín.
Se giró hacia el grupo que lo seguía y buscó con la mirada a Godbluf explicándole mentalmente las dudas de Melkart.
Godbluf aceleró el paso hasta alcanzarlos y con una gentil sonrisa se dirigió a Melkart.
- Ya conoces algunas características de nuestra civilización, sabes que algunos de nosotros podemos comunicarnos mentalmente y que ello debe permanecer secreto.
- Así es.
- También sabéis que esperábamos la llegada de visitantes de otro planeta que podrían llegar con la mano tendida o empuñando un arma.- Terminó la frase guardando silencio a la espera de la confirmación de Melkart a sus palabras.
- Si…, si.. – afirmó Melkart con cierta impaciencia.
- Es nuestro Legado de las Estrellas el que nos dijo que vendríais. Nos hemos preparado para luchar contra el enemigo invasor y nuestro plan pasa en primer lugar por llegar a Maresma. ¿No te resulta extraño que el enemigo no nos haya molestado desde que abandonamos Tull?
Melkart se quedó sin responder, con una expresión inquieta deseando que Godbluf le aclarara sus dudas.
- Por este camino que hemos tomado Exipión no tendrá oportunidad de localizarnos hasta que estemos a media hora de distancia aproximadamente de Maresma. Toda esta zona que atravesamos está cubierta por campos magnéticos que hacen imposible que desde la nave nos puedan localizar por medio de los sensores de detección. Por eso no hemos usado la ruta por la que llegasteis en la que si estábamos expuestos a ser fácilmente localizados.
- Y después de Maresma…
- Primero hay que lograr llegar hasta allí, créeme que no será fácil aunque hasta ahora no hayamos tenido mayores problemas. Ya sólo nos queda casi una hora de marcha y podremos entrar en Maresma.
El nombre del inmenso cenagal donde por poco pierde la vida le producía escalofríos.

Cuando desde la ladera de la montaña por la que bajaban ya se podía distinguir Maresma , observó Melkart que el medallón que portaba brillaba en una de las puntas que representaba el sol. Lo abrió viendo en la pequeña pantalla un punto luminoso que se acercaba hacia ellos.
- Godbluf, la nave de Exipión nos ha localizado y se dirige directamente hacia nosotros…….


Masmoc Utopía

domingo, 4 de abril de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo IX: El Gran Río

Las palabras salieron de mi boca como si exhalara un último aliento:
-Se han adueñado de la nave….
Me miraban esperando una explicación que diera claridad a tan extraño comentario. Mi silencio pronunciado en el tiempo, oscureció aún más el momento y creó un grado de expectación tal, que el hombre mayor se levantó, con gesto tranquilo y magnánimo, diciendo:
-Ahora id todos a descansar, no salgáis hasta que yo os convoque La Gran Caza se da por finalizada.
Nosotros subimos la escalinata junto a los dos hombres y Renaín y entramos en la casa.
Pensaba en lo ingenuo que había sido, una empresa tan importante como aquella no podían supeditarse a un ser imperfecto, por muy preparado que estuviese, ¡somos imprevisibles! nos pueden preparar para alguna misión, pero la esencia del ser humano es tan perfecta en su imperfección, que por muy moldeado que este, siempre puede cambiar a su libre albedrío.
Era evidente, existía un segundo plan por si fallaba el primero, y este se había puesto en marcha. Todo mi mundo se destruía.
¿Que decisión tomar?, mi única salida pasaba por creer en unos seres de los cuales aún tenía reticencias sobre su verdadera evolución y estaban rodeados de incógnitas, seres que parecían esperarnos, ¿Por qué?
Mi decisión fue tomada por sentido común, la vuelta a tras era imposible, y Euritión y Eritra dependían de mi.
Desperté de mis pensamientos y me encontré sentado frente a unas caras expectantes que esperaban una explicación de todo, o ¿sabrían perfectamente que ocurría?
La estancia era un lugar austero compuesto por una mesa de unos diez centímetros de altura la cual rodeábamos, algunas figuras decorativas en bronce, sobre la que prevalecía un gran sol, y dibujos representando a los seres que habitan Utobab; todo ello iluminado por un gran ventanal al fondo orientado al este y otro orientado al oeste.
-Procedemos de otro planeta, que se encuentra en vía de extinción, los pobladores de mi planeta me enviaron en busca de un lugar donde crear un nuevo futuro para nuestros hijos.
Pero antes de tomar una decisión tenía que conoceros.
Con una calma de espíritu que sobrecogía, el hombre mayor que se hacía llamar Godbluf, dijo:
-¿Y que has decidido?
-Ya da igual lo que haya decidido, es tarde, ellos han tomado la nave.
Algo precipitado por el misterio que aún conservaba dijo Renaín:
-¿quienes son ellos?
-Un ejército preparado para el exterminio que lo arrasará todo a su paso.
Dijo Eritra afirmando una conclusión tomada al amparo de mi evidente frustración.
Sus palabras aún resonaban en la habitación cuando un sonido ensordecedor fue encrechendo hasta devorar los sonidos de la noche.
Nos acercamos al ventanal del este con premura y una luna intensa desapareció tras una sombra que albergaba el fin de mi propio mundo. La nave aterrizó en una gran explanada río arriba.
-Tenemos que huir estamos a tiempo.
Godbluf pareció percibir algo, miró a Starless y a Renaín, y volviéndose hacía nosotros dijo:
-Vamos a comer algo, esta noche va ha llover.
-¿Va ha llover?, si el cielo brilla con tal intensidad que en la noche reluce…
No había terminado mis palabras cuando un trueno ensordecedor retumbó en la instancia y comenzó a llover con tanta fuerza que el exterior desapareció tras una pared de agua.
Starless preparó una comida frugal a base de pescado poco hecho y condimentado con una salsa llamada garum, que le daba un sabor apetitoso a la cena.
La tranquilidad y parsimonia con la que aquellos seres afrontaban unos acontecimientos tan extraños y un peligro tan grande e inminente me mantenía aún mas fuera de toda comprensión, de un dominio total de la situación había pasado a ser comparsa en aquella historia que parecía estar diseñada por alguien o algo ajeno.
Godbluf se levantó tras una cena parca en palabras y dijo:
-Ahora descansemos, mañana será un día intenso.
Me acosté sobre el jergón que estaba mas cerca de la ventana, la intensa lluvia me tranquilizaba, sabía que mientras esta persistiera estaríamos a salvo.
Renaín se acostó en el jergón más cercano a Eritra, y vi como la buscaba con la mirada, con sorpresa por mi parte, ella lejos de mantener hacía el muchacho un rechazo permanente, seguía un juego que parecía admitir el cortejo.
Tan solo una pequeña vela se quedó encendida y emitía una luz tenue acrecentada por la oscuridad de una noche apagada por la intensa lluvia, la mirada se me perdió en aquella luz y fui reconstruyendo todo lo acontecido desde que Carmina Burana me despertara para hacerme vivir este sueño.
Caí en un duermevela del que fui despertado por un rayo de sol que penetraba por el ventanal y me provocó una agitación que me hizo levantarme precipitadamente, tras no ver nadie a mi alrededor, el sonido de mi corazón retumbaba por todas mis articulaciones provocado por un miedo indefinido, salí fuera.
Godbluf, Starless, Renaín y Eritra contemplaban a un ejército de droides que se preparaba en perfecta formación y con todo el tiempo que Utobab les ofrecía para arrasar el poblado, saliendo de una nave que relucía bajo un intenso sol que parecía iluminarles el objetivo.
-Huyamos ahora que aún estamos a tiempo.
Grité como si nadie pudiera ver el peligro que nos amenazaba.
Starless se volvió hacía mí y dijo:
-Utobab aún tiene que hablar…
Todo volvió al silencio de la contemplación y Utobab habló…
El Gran Río rugió bajo las montañas y la crecida surcó su cauce con tal ferocidad que desbordó, inundando todo el valle y arrasando parte de un ejército que formaba bajo la nave y no tuvo tiempo de reacción.
El dique y la elevación de las casas sobre las columnas, hicieron que nos mantuviéramos a salvo viendo la batalla librada contra los elementos.
Godbluf dijo con voz solemne:
-Ahora si empieza nuestra huída hacia delante.

Cuando la furia de El Gran Río viajaba hacia Maresma, sobre la plataforma de la nave pude distinguir un droide que levantaba sus brazos desafiantes, Miré a Eritra con sorpresa en la mirada y afirmó:
-El comandante Exipión esta al mando….

Tartessus Baobab

miércoles, 24 de marzo de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo VIII: Maresma

Starless cogió un cuerno de la escalinata, levantó su brazo derecho con ello al cielo, alzó su mirada hacia este gritando con fuerza a los allí congregados – Utobab ; Utobab.
La multitud repitió sus palabras dos veces del mismo modo, de forma armónica como si fueran una sola persona –Utobab ; Utobab. De nuevo realizó la misma operación con el otro cuerno y la enorme voz del poblado elevó su canto de llamada.
Melkart mantenía su cara de asombro tras oir pronunciar sus nombres al hombre mayor. Las voces al unísono de las gentes resonaban en sus oídos - Utobab, Utobab; el planeta donde se encontraban, el mundo sobre el que él tenía la llave de su destino, y le llegaban dudas hacia donde girar la llave, a un lado dejando la puerta cerrada sin intervenir, a otro abrir y continuar la misión original. Todavía no tenía respuestas.
Eritra analizaba los datos sin lograr la explicación al conocimiento de sus nombres, miraba a Renaín intentando hallar una respuesta que no llegaba.
Renaín miraba al cielo y pensaba en las palabras que le dijo “El que perdura” antes de partir a la Gran Caza. No traía respuestas, sólo llegaba con dos desconocidos.
Godbluf miró a Renaín directamente a los ojos y se dirigió a él mentalmente para comunicarle que la llegada de los extranjeros era una excelente y esperada noticia para “El que perdura”.
- * Maestro de Tarde, no entiendo la importancia de la llegada de Melkart y Eritra *- le dijo Renaín a Godbluf usando las técnicas telepáticas adquiridas en sus años de aprendizaje con sus maestros.
- * Pronto lo entenderás, todo a su debido tiempo * - le contestó Godbluf mentalmente.

Unos músicos llegaron hasta la primera fila de la multitud haciendo sonar sus variados instrumentos de percusión y sus extrañas y diferentes trompetas. Unos doce bailarines engalanados con ropajes multicolores danzaban a su vez con una sincronización perfecta. Se podía escuchar enlazado con la música cada ciertos segundos el canto conjunto y ordenado de “Utobab, Utobab” por parte de los allí congregados.
Una inmensa bandada de aves de muy diferentes especies llegó a los cielos del poblado y comenzó a volar en un gran círculo. Desde El Gran Bosque llegó un melódico sonido de viento aullador que se incorporó armónicamente a la música que sonaba. Las aguas del Gran Río contemplaban a todo tipo de peces saltando sobre su superficie repetidas veces. Todo formaba una conjunción de color, sonidos y formas equilibrada.

Starless, Godbluf y Renaín entrelazaron sus manos conjuntamente elevándolas al cielo. Desde la Gran Pirámide salió un rayo carmesí hacia el norte que se perdió en el horizonte. En ese preciso momento la música cesó, las voces callaron, los sonidos del bosque se apagaron, la enorme bandada de aves hizo un vuelo raso sobre las cabezas todos, los bailarines pararon, los tres Hermanos del Sol bajaron sus manos para colocárselas a la altura del pecho mirando a la multitud. Todo el pueblo allí congregado mostraba rostros sonrientes y calmados devolviendo la mirada noble y agradecida en dirección a Renaín.
Melkart miraba a Eritra con ojos interrogantes y esta le hizo lentamente una señal con la mano, indicándole que fuera paciente y continuara inmóvil. A la Gran Pirámide llegó el rayo de color carmesí desde el sur del planeta y se fundió con su mismo inicio, despidiendo una fuente de luz multicolor y cambiante que bañó por completo a Utobab durante unos doce segundos.
A continuación una subita quietud invadió a Melkart, una sensación de bienestar y equilibrio latentes en su ser que nunca antes había sentido. Eritra le miró y observando algo extraño en él se colocó a su lado, aprovechando que ya se producía movimiento en toda la gente de la reunión. Renaín observó a Eritra y se dirigió hacia ella con ánimo de hablarle pero en ese momento el medallón que portaba Melkart se iluminó parpadeante en dos de los rayos con los que representaba el sol, se detuvo cerca de ellos mirando asombrado el medallón, giró su cabeza y mirando a Starless y Godbluf les indicó mentalmente lo que estaba ocurriendo. Los dos maestros avanzaron hacia donde estaba Melkart, este cogió el medallón entre sus manos abriéndolo y miró la pequeña pantalla que incluía en su interior. Leyó para sí el corto mensaje enviado por Euritión y todo alrededor quedó en un silencio telúrico, sintió una enorme soledad nueva para él, acompañado por Eritra, Godbluf, Starless y Renaín.

Melkart se sentó en la escalinata y les dijo – Se han adueñado de la nave….


Masmoc Utopía

domingo, 14 de marzo de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo VII: Utobab

El cuerpo golpeó el suelo con brusquedad y quedó inerte sobre un terreno arenoso que sin duda dejaría dibujada su silueta cuando este despertara.
Con presteza y celeridad descolgué mi medallón y tocándolo en sentido inverso al ejecutado cuando el muchacho lo miraba con fijación, provocando en él la puesta en funcionamiento de un sistema de sedación hipnótica, provocó una luz azul añil con la que recorrí todo su cuerpo.
Los resultados del escáner fueron inmediatos, Euritión nos leyó las conclusiones a través del transmisor:
Estructura ósea perfecta, musculatura desarrollada y un cerebro con gran cantidad neuronal y una utilización al menos del 50%. Un chico que en la tierra podría considerarse por encima de lo normal.
A pesar de sus sorprendentes cualidades, todo este examen dejaba a las claras que estos seres habían evolucionado como nosotros.
Aún me colgaba el medallón, cuando se comenzó a despertar, se incorporó de forma agitada y mostró cierta desconfianza de nosotros tras el letargo.

- Tranquilo, sin duda has sufrido un desmayo provocado por el exceso de adrenalina.
- Será

Dijo escuetamente, pero sin ninguna convicción.

- ¿De donde venís?
- Nuestro poblado está más allá del bosque.
- Nadie puede atravesar El Gran Bosque.
- Pues nosotros si pudimos pasar, tras El Gran Bosque, existen unas montañas blancas, con vientos gélidos que penetran en los huesos y hielan los sentidos, y tras estas una pradera, sobre la que se asienta nuestro poblado.

Aproveché los conocimientos adquiridos desde la nave, sobre la geografía del terreno, para adornar la existencia de un pueblo que estos seres pudieran ignorar lejos de su mundo.

- ¡Sorprendente!
- Mi nombre es Melkart y el de mi compañera Eritra.

Al señalar a Eritra, el muchacho la contempló como si hasta aquel momento no hubiese tenido conciencia de su existencia, pero sus ojos delataron que ya no volvería a olvidarla.

- Yo soy Renaín. A mis Maestros les gustaría conoceros, y que les habléis de ese lugar.
- Para nosotros también sería un placer, conocer tu poblado.

El muchacho era parco en palabras, pero sin lugar a dudas actuaba con rapidez ante unos acontecimientos inesperados para él.
El alba descubría un paisaje nuevo, eclipsando el embrujo de la luna y devolviendo la laguna a sus moradores voladores, que ya chapoteaban sobre ella antes de que el sol dominara la dehesa.
El viaje fue transcurriendo en un silencio que delataba unos pasos incesante que devoraban horas de camino.
La encina se despedía de nosotros y bajo nuestra mirada aparecía un extenso valle atravesado por un río caudaloso y sereno que absorbía nuestra visión.

- Tenemos que seguir el curso del Gran Río hasta el crepúsculo y llegaremos a Maresma, allí haremos noche y mañana atravesaremos El Gran Río.
- ¿Qué es Maresma?
- Todo a su debido tiempo.

Ya declinaba la tarde cuando frente a nosotros, El Gran Río desapareció, dando paso a un cenagal inmenso que superaba nuestra mirada.

-El Gran Río penetra en las entrañas de Utobab para emerger a una distancia de dos soles a pie, mientras nos deja con Maresma.

¡Utobab, así se llamaba, ya podía ponerle nombre a mi mundo!
Me despertó un sol brillante que iluminaba aquel cenagal, con aquella luminosidad aún parecía más inmenso.

-Maresma nos permitirá cruzar a la otra orilla, pero Maresma es traicionera, pisad donde yo pise, dad los pasos que yo de, ni uno mas. Si Maresma os atrapa difícil será que podáis evitar visitar al Averno de Utobab.

Fue tan clara la explicación del peligro que corríamos en aquel lugar, que mis ojos contaban los pasos del muchacho que me precedía y mis pies contaban los míos. Un oscuro pájaro de pico rojo me embistió y mi cuerpo se balanceó forzándome a pisar fuera de la línea imaginaria creada por Renaín. Maresma tiró de mí hacía sus confines con tal fuerza que mis rodillas se incrustaron en el cenagal. Renaín reaccionó con rapidez y con su cuerda introdujo el lazo hasta mi cintura y junto a Erítra evitaron que me postrara frente a Cancerbero; cuanto mas oscuro esté mas cerca estará la luz, ya me llegaba el cenagal a la cintura cuando cedió a los arrebatos de Renaín y Eritra y me devolvieron al reino de los vivos.
A aquellos ojos verdes que me miraban con reproche les volvía a deber la vida.
El resto del viaje transcurrió placidamente, tras salir de Maresma nos encontramos en la margen izquierda de El Gran Río.
Llegamos a unos cultivos de trigos y cereales que delataban la cercanía de un poblado ducho en la agricultura.
Apareció entre los trigales, cuando el sol se marchaba a descansar tras unos montes lejanos y se echaba el telón de la noche, un poblado de casas de adobe suspendidas sobre columnas y defendidas por un dique, que descubría un río que detrás de una imagen tranquila y mansa, ocultaba bravura en tiempos de lluvias.
La entrada en el poblado fue extraña, lejos de sorprenderse por nuestra presencia, todos a nuestro paso se agolpaban y nos dejaban un pasillo por el que caminábamos tras Renaín, sin que nadie nos mirase, todos miraban unos cuernos que Renaín había sacado de su bolsa y mostraba con orgullo a su pueblo.
Llegamos a las escalinatas de una casa no diferente al resto, de ella salieron dos hombres ataviados con sendas túnicas, el mayor con cabeza rapada y perilla blanca de color amarilla y el mas joven con porte atlético, y perilla oscura con tunica azul; las dos con un sol en el centro. Bajaron las escaleras hasta colocarse frente a Renaín y este les postró las astas a sus pies, los tres alzaron los brazos hacia arriba y lo bajaron lateralmente haciendo un círculo en el aire para finalizar con las manos sobre sus pechos.
Todo se cubrió de silencio, se podía escuchar el paso de El Gran Río buscando a Maresma. Eritra y yo parecíamos no existir y en aquel preciso momento el hombre mayor nos miró fijamente con templanza y dijo:

- Hola Erítra, hola Melkart sed bienvenidos….

Tartessus Baobab

sábado, 6 de marzo de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo VI: "El que Perdura"

Renaín miraba con ojos incrédulos el medallón que colgaba del cuello del hombre, al portador de este y a la mujer que le acompañaba. Los músculos en tensión, vigilante, expectante ante la inesperada presencia de ambos allí. La Gran Caza tenía que ser una experiencia solitaria y personal, sin espectadores, solamente el fiero animal y él. No lograba encajar a los dos extraños en la escena mental de su última prueba de aprendizaje en la dehesa.

Dos días atrás comenzó su fase de ayuno y recogimiento antes de iniciar el camino de La Gran Caza, que eran tres días y tres noches aunque él sólo lo hizo durante el resto de un día y una noche completa. “El que perdura” así lo ordenó por primera vez.
Cuando el amanecer llegó, su Maestro de Día y su Maestro de Tarde lo escoltaron hasta llegar a la puerta de la Gran Piramide . Los dos acompañantes se pusieron una especie de gafas de un cristal dorado, se acercaron a dos figuras de piedra con forma de animal mezcla entre gran buey y toro, cada uno agarró con las dos manos los cuernos de la figura que tenía frente a él y enfrentó su mirada a través de las gafas doradas, pegándolas a los ojos del toro-buey. La puerta se abrió hacia arriba silenciosamente. Ambos se quitaron sus extrañas gafas, las guardaron en sus ropas y se adentraron en la Gran Pirámide seguidos por Renaín. Caminaban en sentido descendente, a medida que avanzaban se iba iluminando el pasillo sin que se observara de donde provenía la luz directamente. Las paredes de piedra estaban adornadas con dibujos de gran colorido de todo tipo de animales, con la curiosidad de que todos miraban hacia arriba. El techo representaba un cielo claro y luminoso, escaso de nubes, tan real que parecía que se encontraban al descubierto.
Renaín recordaba su pasado, sus años de infancia, la imagen de sus padres a los que no llegó a conocer, el día en que lo eligieron para ser aprendiz y el orgullo que sintió, los años de aprendizaje con sus dos maestros y los últimos acontecimientos que le habían llevado hasta allí. Siempre había estado esperando ese momento en el que podría conocer a “El que perdura” y presentar su Tabla de Honor, había luchado por ello y superado muchas pruebas de habilidad y conocimiento. Pero ahora que estaba allí dudaba si de verdad se merecía ese derecho, no tenía tan claro que realmente estuviera preparado para su futuro.
El sonido en aumento de una música rítmica de percusión le sacó de sus pensamientos, el volumen crecía conforme avanzaban, hasta que llegaron ante una puerta de metal lisa con un dibujo del sol idéntico al que llevaban los maestros en sus ropas. Las percusiones cesaron. Los dos maestros se colocaron de nuevo las gafas de cristal dorado, posaron sus manos sobre el dibujo central de la puerta durante unos segundos y al comenzar a oirse un silbido débil apartaron las manos, manteniéndose ambos en la misma posición delante de su aprendiz y de cara a la puerta metálica. Desde el centro de la imagen del sol en la puerta salió un rayo de luz dirigido de igual modo a los ojos de los maestros, la estela luminosa duró unos pocos segundos y cuando acabó de emitir, la puerta metálica se abrió totalmente. Los tres cruzaron la entrada penetrando en una estancia donde las paredes estaban acolchadas, igual que el techo; el suelo ya no era de piedra y estaba cubierto por una especie de alfombra de color azul. Los dos maestros se quitaron las gafas y las ocultaron en sus ropas.
-Renaín, vas a entrar por primera vez al Salón de Tablas y podrás conocer a “El que perdura”-dijo el Maestro de Día.
-Cada dos años, como bien sabes un aprendiz de Hermano del Sol menor de veinte años es elegido para emprender la Gran Caza. Por primera vez ese privilegio ha recaido en alguien tan joven como tú -dijo el Maestro de Tarde con una expresión de satisfacción en su rostro.
- Cierto es también que hasta hoy no ha habido ningún aprendiz con tantas cualidades para merecerlo. Por ello estás aquí antes de lo previsto. Es justo que sepas ahora que “El que perdura” siempre mostró un especial interés en la evolución de tu adiestramiento desde que eras muy joven – dijo el Maestro de Día acompañando una amplia sonrisa.
Renaín permanecía en silencio oyendo las palabras de sus maestros; estaba descubriendo unas estancias que muy pocos verían en su vida, y estaba descubriendo circunstancias de su vida que no conocía.
- Entremos pues en el Salón de Tablas – dijo el Maestro de Tarde.
Los dos maestros entraron en otra estancia, seguidos por Renaín, donde se veía sobre una pared una gran pantalla y dentro de esta se observaba una imagen del espacio repleto de estrellas brillantes. En las otras paredes colgaban cuadros de pinturas de muy variados estilos, había varias esculturas repartidas armónicamente por la habitación y se palpaba en el ambiente una sensación de paz y quietud acrecentada por la tenue luz celeste que provenía del techo en forma de cúpula. Una figura con capa azul observaba en pie la gran pantalla, de espalda a los maestros y al joven. Dándose la vuelta con un elegante movimiento les dijo – Sed bienvenidos al Salón de Tablas.
Seguidamente se colocó entre dos esculturas de mármol rosado con forma de árbol e inclinó la cabeza tres veces, dirigiendo la mirada cada vez a cada uno de los presentes. El Maestro de Día se colocó en el lado izquierdo de la habitación, el Maestro de Tarde caminó hasta ponerse frente a él, en el lado derecho de la sala, y Renaín se colocó en el centro del Salón de Tablas, sobre un dibujo del sol grabado en el suelo.
“El que perdura” alzó los brazos lateralmente hasta llevarlos arriba en paralelo, los bajó a la altura del pecho y manteniendo sus manos entrecruzadas dijo – Maestro de Día Starless, Maestro de Tarde Godbluf presentadme pues la Tabla de Honor de Renaín.
Durante cinco minutos Starless le contó la evolución de Renaín en sus años de aprendizaje, sus progresos y dificultades superadas. A continuación fue Godbluf quien, también en cinco minutos, habló de las cualidades de su aprendiz, recalcando su humildad y carácter noble. Seguidamente Renaín alzó la cabeza para mirar a lo alto, una luz se proyectó hacia él desde el techo abovedado, bañándolo en colores cambiantes y unas voces de niños a modo de coro con una melodía repetitiva sonaba dulcemente.
”El que perdura” era algo más alto que Renaín, de complexión esbelta y equilibrada, de cabello corto y oscuro peinado hacia atrás, sus ojos de color azul intenso y rasgos faciales de corte clásico. Se mantenía con las manos entrecruzadas a la altura del pecho, tapando algo que colgaba de su cuello. Su ropa de color azul brillante terminando en pantalones ajustados en los tobillos y la capa azul oscuro, junto con su expresión petrea le daba un aire de ausencia e inalterabilidad en la escena que se desarrollaba.
La música cesó, Renaín continuaba mirando hacia la luz que lo cubría de infinitos colores cambiantes desde lo alto. Los dos maestros se mantenían en silencio mirando a su aprendiz. “El que perdura” bajó sus brazos dejando ver un medallón dorado con forma de sol colgando de su cuello, avanzó hacia Renaín deteniéndose a dos pasos de él, hizo un gesto en el aire con su mano izquierda y el rayo de luz que bañaba al joven cambió a un color carmesí. Renaín le miró, inclinó la cabeza sin dejar de mirarlo y dijo –Soy Renaín.
Su voz sonó potente y segura, firme y clara. El rayo de luz casrmesí que lo bañaba inundó toda la estancia, iluminando también a Starless y a Godbluf.
- Soy quien soy gracias a mi Maestro de Día y a mi Maestro de Tarde-, dijo mirando a su izquierda y derecha donde estaba cada uno.-Presento pues mi Tabla de Honor ante “El que perdura”.
Este agarró el medallón con forma de sol que colgaba de su cuello y se lo puso en la frente al aprendiz durante unos segundos diciendo – Eres digno de la Gran Caza.
La luz carmesí que impregnaba el Salón de Tablas se desvaneció, volviendo al color celeste. Los dos maestros rodearon a Renaín y lo abrazaron efusivamente cuando “El que perdura”, mirando la pantalla que colgaba de una de las paredes dijo –No hay tiempo que perder.
Los tres se acercaron para ver a qué se refería. En la pantalla se veía un mapa de la zona a la que tendría que encaminarse Renaín para la Gran Caza.
- En este punto deberás acometer tu desafío, no en otro lugar, tiene que ser aquí.-“El que perdura señaló una zona del mapa en la pantalla.-Y debes hacerlo en menos de quince horas.
Se hizo un silencio hueco en la estancia, los dos maestros se miraban con gesto de interrogación, Renaín miraba la pantalla buscando respuestas a la premura y a un lugar concreto tan limitado para la Gran Caza, ninguno de los tres esperaba esa circunstancia.
- Hay que partir ya.-Dijo “El que perdura” tocándose el medallón dorado con la mano izquierda.- Pero antes de marchar debes saber Renaín que en la Gran Caza te espera tu futuro, y también el destino de tu pueblo. Desde aquí le hablo al viento para que nos traigas respuestas.

Renaín comenzó a sentir un sudor frío, sus piernas temblaban. El hombre y la mujer lo miraban en silencio. Él señalaba el medallón que colgaba del cuello del hombre intentando decir algo, pero las palabras no llegaban a salir de su boca, su visión se nublaba hasta que perdió el conocimiento por completo y se desmayó ante los dos extraños.
- Creí que no caería nunca – dijo la mujer.



Masmoc Utopía

jueves, 25 de febrero de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo V: Renaín

La Maniobra de aterrizaje fue tomada con la máxima precisión, Euritión era un piloto experto en cualquier tipo de situaciones. El lugar había sido elegido como el mas idóneo para mantener la nave oculta, un calvero en un bosque de álamos temblones que Eritra rápidamente bautizó como El gigante Tembloroso, (según ella todo aquel bosque pertenecía a un mismo organismo viviente).
La distancia de seguridad que se había elegido era de dos días a pie hasta llegar al poblado.
La indumentaria elegida fue diseñada de acuerdo a las imágenes tomadas del poblado, de tal forma que pudiésemos pasar por forasteros de algún poblado lejano. El único medio que nos mantendría en contacto con la nave era un transmisor camuflado en un medallón con la figura de un sol que colgué de mi cuello.
Antes de abandonar la nave volvimos a comprobar la composición de la atmósfera de aquel planeta: 21% oxigeno, ningún gas que pudiese perjudicar mi respiración y una presión atmosférica de 1024 mb., por lo que nada evitaría mi exploración de aquel planeta.
Nos despedimos de Euritión y avanzamos por el bosque de álamos gigantes y temblorosos que ocultaba la visión de un cielo negro azabache repleto de miles de diamantes que esperaban ansiosos la llegada de una luna que eclipsara su belleza por unas horas.
Un caminar incesante nos hizo olvidar el paso de las horas, solo tuvimos conciencia del tiempo transcurrido, cuando un rayo atravesó la espesura de los álamos iluminando nuestro camino, y manteniendo durante todo aquel día un viaje lleno de claroscuros provocados por pequeños calveros del bosque.
La oscuridad se adueñaba de nuevo del planeta, cuando la espesura del bosque se paró violentamente formando una línea de álamos limitando su territorio y dando paso a una dehesa, donde la principal protagonista era la encina.
Recorrimos algunos kilómetros por aquel paisaje solo acompañados de un cielo estrellado, delante de nosotros apareció una pequeña laguna que parecía mantener secuestrada a una luna ya que nada mas acercamos se asomó a sus aguas, provocando una noche con luz de plata suave que daba descanso a los diamantes de la noche.
Me aparte de Eritra para probar un agua cristalina dueña del embrujo de la luna, y en aquel momento el reflejo me mostró un animal con dimensiones de buey y furia de toro bravo que me envestía celoso de que le robara aquel paisaje.

Solo pude volverme y mi cuerpo quedó inerte frente al animal, mi mente si actuó con rapidez, y repasó una vida llena de búsquedas, siempre en pos de un descubrimiento que me encumbrara, como los ídolos de mi niñez en la historia de una civilización ya caduca. Y cuando ese objetivo estaba tan cerca, dejo la vida en un planeta sin descubrir siquiera su nombre.
Ya atravesaba el animal la última encina para llegar a su objetivo, cuando alguien saltó sobre su cabeza, aferrándose a las astas y desviando su trayectoria unos centímetros antes de alcanzarme. El animal cayó en la orilla de la laguna, fruto de la agilidad del pequeño ser que llevaba sobre él.
La lucha fue a vida o muerte, sabía exactamente como forzar la sumisión de aquel gigantesco animal, y cuando tras unos minutos de intenso esfuerzo, por parte de los dos, el astado animal mostró su sumisión, con un rápido movimiento, el pequeño ser sacó una espada pequeña parecida a una antigua falcata y degolló al animal dejándolo en un sueño eterno junto al reflejo de una luna que posiblemente también lo había visto nacer.
Los siguientes movimientos fueron dos cortes rápidos y precisos con los que cortó unos cuernos afilados que guardó minuciosamente en una pequeña bolsa de piel que llevaba colgada.
Eritra ya se encontraba junto a mí y lo habíamos observado todo con perplejidad
Hasta entonces no pareció haber reparado en nuestra presencia, se levantó y se dirigió hacia nosotros; era un chico de unos diecisiete años, de estatura media y complexión atlética. .
Su mirada se centró en el colgante que yo llevaba en mi pecho, el sol que nos mantenía en contacto con Euritión, cuando estuvo junto a nosotros dijo algo señalándolo en un idioma ininteligible para mi, miré apresurado a Eritra para pedirle ayuda, sabía todas las lenguas conocidas en nuestro planeta; la cara de desconocimiento en ella me frustró y solo pude escuchar de su boca:
- No existe en la tierra ninguna lengua parecida.
El silencio que se creo fue tal, que solo fue roto cuando el chico dijo:
- Conozco perfectamente vuestro idioma, el maestro de tarde me lo enseñó……


Tartessus Baobab

domingo, 21 de febrero de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo IV: Maestro de Día Starless

Con la respiración agitada,sudoroso y cansado Renaín se sentó sobre una roca.El sol ya dominaba las alturas con claridad y su intensidad se dejaba notar, todavía más en él después de cubrir la mayor parte de las clases de la mañana.Tras unos segundos,abrio los brazos para tomar aire y se puso de pie mirando a la torre, donde una figura atlética le observaba inmóvil.
-¿Sí? Maestro de Día.
-Excelente Renaín, sería dificil hacer ese recorrido en menos tiempo.Por ello considero que ya estás preparado para acceder a La Gran Caza -dijo el Maestro de Día desde su puesto de observación, acompañado de una gran sonrisa.
Renaín hinchó el pecho inundado de alegría y sus ojos verdemar se humedecieron por la emoción. Una emoción que al segundo dominó y controló, tal y como le habían enseñado sus dos maestros principales.
Era un hecho muy importante en su vida, un día señalado, un momento grande y esperado, un camino duro de esfuerzo y preparación que le habían llevado hasta allí. Cerca de cinco años de diario entrenamiento físico, de preparación atlética, de habilidades tácticas de batalla, de rigurosa práctica en las diferentes artes de combate.
-No olvidaré este momento, Maestro de Día es un gran honor ser tu aprendiz-dijo Renaín poniendo ambas manos entrecuzadas sobre el centro de su pecho y mirando hacia lo alto de la torre de madera de unos diez metros de altura.
El Maestro de Día continuaba inmóvil. Enfundado con un atuendo de color azul, ajustado en la cintura por un cordel amarillo y terminando en pantalones ceñidos en los tobillos con franja amarilla, a la altura del pecho el distintivo del dibujo del sol. La piel bronceada de sus fuertes brazos descubiertos relucía en contraste con sus ropas, su pelo oscuro y recogido con una pequeña coleta detrás hacía bien visible un rostro noble y curtido, de ojos marrón brillante, frente despejada y una pequeña barba negra en forma de perilla.
Con silenciosa velocidad saltó desde la torre y agarró una cuerda que prendía de esta,se deslizó por ella con felina agilidad llegando a posarse a un metro frente a Renaín, alzó sus manos hacia arriba marcando un circulo al bajarlas y colocarlas después sobre su pecho diciendo -Es un gran honor ser tu Maestro de Día, Renaín.
Permanecieron unos pocos segundos quietos y en silencio, entonces el Maestro de Día estrechó en un fuerte abrazo a Renaín diciendo -Es un honor, es un gran honor-, repetía estas palabras y reían los dos a grandes carcajadas una y otra vez.
Caminando los dos en silencio hacia la salida de la zona de entrenamiento Renaín pensaba en el futuro más cercano que le esperaba, "La Gran Caza", su última prueba de aprendizaje. La voz de su acompañante le sacó de sus pensamientos -Mañana, al alba, tu Maestro de Tarde y yo mismo te acompañaremos para que puedas conocer a "El que perdura" y le presentes tu Tabla de Honor.
-¿Tan pronto Maestro de Día?- preguntó Renaín.
-La visión que todos vimos en los cielos ayer tarde lo exige. Ha sido decisión de "El que perdura".
-¿Qué relación tiene?
-No sabemos. Solamente te puedo decir que "El que perdura" se interesó por el estado de tu adiestramiento y al saber que estaba llegando a su última fase se congratuló.Nos dijo que cuando estuvieras preparado accederiamos al Salón de Tablas al día siguiente.
-Pero eso nunca se ha producido, siempre hay que esperar los tres días y tres noches de ayuno y recogimiento.
-Cierto es. Aunque tú sólo estarás lo que queda del día y la noche hasta mañana al alba.
-No logro entenderlo, Maestro de Día- dijo Renaín deteniendose frente a su acompañante y esperando alguna respuesta convincente.
-No alcanzaremos a comprenderlo, los motivos sólo lo sabe "El que perdura".
El sol ya quemaba al descubierto, un pequeño lagarto se esconde entre las rocas velozmente cuando reanudan la marcha para salir de las instalaciones de entrenamiento. Renaín mira al cielo y piensa en su futuro inmediato, lo percibe de forma diferente a como lo esperaba, él se siente fuerte y lleno de determinación para el dia de La Gran Caza aunque hay un protocolo diferente para él. Mañana llegará el día señalado en el que podrá presentar su Tabla de Honor y ver por primera vez a "El que perdura"...........

          *Masmoc Utopía

miércoles, 17 de febrero de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo III: Euritión y Eritra


Aquella última visión reflejada en la pantalla cambiaba todas mis reflexiones radicalmente.
¿Como llegaron ellos hasta aquí?, esa era mi próxima misión, tenía que averiguarlo.
Mis manos volaban sobre el teclado intentando modificar el plan de vuelo programado con anterioridad. Sabía que si lo conseguía me sería imposible borrar todo lo acontecido en el ordenador, por lo que el rastreo que se produjera dejaría a la vista mis decisiones tomadas al amparo de mi propio criterio, y obviando, desobedeciendo el verdadero espíritu de la misión.
Conseguí abortar el nuevo destino, justo antes de entrar en aceleración máxima, por lo que la brusquedad de la maniobra me hizo caer y golpearme en la cabeza, lo que me tuvo en una semiinconsciencia durante un tiempo incontable en el que la nave fue a la deriva surcando el cielo de aquel planeta.
Cuando desperté, me levanté y observé la pantalla del ordenador, miré fijamente sin creer lo que estaba viendo…, la nave se encontraba justo encima del pequeño poblado. Nunca creí en los destinos prefijados de las personas, por lo que nada podía estar escrito antes de que sucediera, todos somos dueños de nuestros actos, el libro del futuro esta en blanco para que lo escribamos día a día…, si pero, aquella llamémosla casualidad no podía dejarla pasar, por lo que busque un sitio donde esconder la nave, y no conforme con lo encontrado, la trasladé tan alto que nadie pudiera verla y decidí bajar con la lanzadera de exploración.
Empezaría por tomar contacto con alguien de aquel poblado, no se conocen las hormigas solo con estudiarlas desde fuera, tendría que convertirme en una de ellas para conseguir saber que piensan.
La próxima decisión no fue fácil de tomar, pero no podía dejar la nave de exploración sola en el planeta, sin nadie, por lo que di la orden de despertar a mi equipo de exploración.
Tras el tiempo oportuno para el despertar, aparecieron en el puente de mando, los dos: Euritión, piloto, explorador y gran soldado, y Eritra, guapa y la mejor científica sobre el terreno, conocedora de tribus ancestrales de la tierra.
Era un equipo perfecto, lastima que no pudiesen compartir conmigo la sensación que me llevaba a aquella expedición, estaban adiestrados solo para su trabajo, eran robots…

Tartessus Baobab

sábado, 13 de febrero de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo II: Maestro de Tarde Godbluf

Renaín caminaba junto a su Maestro de Tarde por la orilla del ancho rio en un día igual de claro y soleado que los anteriores. La conversación de la tarde giraba en torno a la inmensidad del cielo, a la lejanía del astro sol y de las estrellas, y también a su presencia real aunque inalcanzable para ellos.
Renaín era muy joven, todavía le quedaban algunos años para llegar a obtener los votos de Hermano del Sol. Él se esforzaba cuanto podía para estar a la altura que su Maestro de Tarde demandaba pero a veces esas horas pasaban lentamente, sobre todo cuando las comparaba con las jornadas acompañado de su Maestro de Día, que solían discurrir veloces y dinámicas.
-Si pudieras observar a tu gente, a tu poblado desde el cielo, ¿de qué forma los verías?-preguntó el Maestro de Tarde.
Renaín miró de nuevo al cielo, luego al suelo y después al hombre de avanzada edad,de cabeza afeitada y pequeña barba blanca en forma de perilla. Guardó silencio unos segundos como esperando una aclaración a la pregunta, sin dejar de mirar a su Maestro de tarde.Este le mantuvo la mirada esperando la respuesta.
-Hormigas-dijo Renaín.-Los vería igual que veo ahora a una colonia de hormigas.
-¿Conoces a las hormigas?-preguntó el Maestro de Tarde.
-Sabemos como se organizan y su estructura productiva.Por la continuada observación de su comportamiento tenemos todos esos conocimientos.
-Pero, ¿conoces a las hormigas?
-Es lo que sé por los datos que tenemos, Maestro de Tarde.
-Está claro pues.
El Maestro de Tarde alzó los brazos hacia arriba, los bajó lateralmente al mismo tiempo haciendo un circulo en el aire y posó sus manos en el centro de su pecho, a la altura del dibujo del sol en su túnica de color amarillo y le dijo.-Debe estar muy claro también para tí.
-¿A qué se refiere, Maestro de Tarde?-preguntó Renaín.
-Está claro Renaín que no conoces a las hormigas aunque las hayas observado en su forma de obrar.
-Es a lo que podemos llegar.Observarlas.
-Está claro pues.No las conoces porque no te has podido comunicar con ellas.Reflexiona sobre ello, Renaín.
Renaín posó sus manos en su túnica blanca a la altura del centro de su pecho.Un profundo silencio quedó respetado entre maestro y aprendiz durante unos diez segundos.
El murmullo del agua del rio acompañaba con su cadencia y el ocaso de la tarde les anunciaba el final de la jornada cuando un sonido continuo, como una especie de silbido extraño proveniente de las alturas les alarmó.Pudieron ver en los cielos una enorme figura de metal, brillante, tan grandiosa que parecía que la noche había caido.Se desplazaba a velocidad constante en linea recta.Igual que apareció se fue alejando de su vista lentamente.
Renaín se quedó sin palabras, mirando al cielo, como una figura de cera.Por fin miró al Maestro de Tarde cuando este dijo-Han tardado mucho tiempo.............

Masmoc Utopía

sábado, 6 de febrero de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo I: Melkart

Carmina Burana encrechendo, sonido que llega a mis oídos y me despierta de un sueño provocado que me mantiene inerte en este viaje pionero.
Como las ondas en el agua, el movimiento va desplazándose por mis articulaciones hasta conseguir que mi cuerpo se levante del letargo y acuda a la llamada de un ordenador que siendo inteligente para recorrer miles de kilómetros, necesita mi orden para decidir si este es el planeta que salvará una especie en extinción.
Años de entrenamiento me llevaron a ser el elegido, guardián de un ejercito que trasladado en una nave diseñada para la misión, sea la persona que decida que planeta conquistar para la continuidad de la especie humana.
Me pongo a verificar las imágenes grabadas por nuestro ordenador. Valles verdes bañados por corrientes de ríos de aguas cristalinas, que sus fondos se pueden estudiar desde el espacio. Bosques espesos por los que apenas entra un sol brillante que los baña. Montes altos y helados que ofrecen una blancura cegadora. Un mar que baña unas orillas de forma dulce, como si mesara el pelo de una linda muchacha.
Contemplando este mundo me siento descubridor, ahora si he realizado el sueño de mi vida, ser el primero en ver un mundo nuevo y ofrecérselo a los demás.
Las horas pasan y no me canso de pasear por los diferentes monitores que me enseñan este paraíso, ya se como se sentirían nuestros antiguos.
Considero que ya he retrasado lo suficiente el despertar a mi gente para proceder a bajar al planeta, y cuando estoy apunto de apartar la vista de los monitores, algo pasa por una pequeña planicie, fijo todo mi objetivo en descubrir que ha podido ser. Cuando los monitores me enseñan el lugar a mi mandato, veo como un pequeño poblado existe en aquel valle, junto a un río de aguas tranquilas.
Aquello me hace reaccionar de una forma diferente a la entrenada por tantos años de instrucción. (Si el planeta es el ideal, aunque este habitado se conquistará, necesitamos un planeta nuevo).
A mi cabeza vienen preguntas que no me quiero contestar, Griegos conquistando y matando en pos de culturizar el mundo, romanos destruyendo creencias para implantar las propias, españoles destrozando civilizaciones enteras por el vil metal, y tanto otros, siempre con la excusa de civilizar al bárbaro, sin pensar que quizás los bárbaros fueran ellos.

La sensación que me envuelve me hace sentirme como un Dios, dueño de mi propio mundo, en cuyas manos esta que estos seres primitivos puedan cumplir su destino o fraguarles uno invadiendo sus tierras, sus creencias y sus corazones.
¿Que ganarían, ser como nosotros, o ser destruidos por nosotros?
La decisión es tomada con rapidez, ellos tienen derecho a equivocarse como nos equivocamos nosotros, y doy las órdenes para que el viaje continúe hacia el segundo planeta en la lista.
Mientras se realiza el viraje de la nave, contemplo aún ese planeta idílico digno del mejor Edén imaginable, y con lágrimas en los ojos de emoción, veo como atravesamos una zona desértica y justo en el centro de la pantalla y unos segundos antes de la desconexión…. unas pirámides llenan la pantalla…

Tartessus Baobab

domingo, 31 de enero de 2010

Levedad del ser

El reloj parado de mi escritorio me impulsa a detener mi tiempo, mis prisas, mi no se que falta por hacer antes de…, el pensamiento vuela libre buscando un pequeño hilo del que tirar y crear palabras adecuadas que se adentren en mi objetivo, encontrarme a mi mismo.
Con las uñas tiro de la primera hilacha que encuentro y se vislumbra una frase que parece englobar gran parte de todo, ¡la levedad del ser!
Tras ella vienen a mi memoria personas, si personas, no solo grandes artistas y grandes autores, personajes famosos en la historia de nuestra leve civilización, no solo ellos, también, padres, madres, hijos…, carpinteros, albañiles, ingenieros…, personas. Cada uno de ellos con un proyecto de vida, que pasó, que se cumplió completamente, en parte o sin conseguir el objetivo marcado en su leve momento que les toco vivir.
Cada parte de nuestra historia ocupado con miedos, creencias y no se que complejos, que nos han aumentado aún mas esa levedad en pos de una vida eterna imaginaria.
El juicio final que pondrá a cada alma en su sitio, y yo me pregunto ¿que dimensión tendrá ese sitio que nos reunirá a todos ese día? Tantas almas que pasaron, están y pasaran por este planeta antes de que ese día se ejecute.
Al despertar de ese sueño eterno, ¿Qué reacción tendrá nuestro espíritu al encontrarse todo tan diferente? Y ¿quien lo hiciera todo bien será quien siga viviendo? Y ¿Qué pasará con los otros?
Reacciono rápidamente a todo este galimatías que es mi cerebro en este momento y no contento con ponerle pilas a mi reloj, vuelvo el reloj de arenas que tengo en mi escritorio para que siga contando el tiempo y continuo con el proyecto de mi vida que en estos momentos me lleva a iniciar una andadura por este Baobab que se irá llenando de utopías, junto a mi amigo Masmoc, para que no se acrecente nuestra levedad.

Tartessus Baobab

sábado, 30 de enero de 2010

Retorno de lo vivido

Recogimiento antiguo personal
revolviendo en los recuerdos
enmarcando etapas de anhelos
enmarañados con otros tiempos.

Reencuentro de lazos internos,
vehículo paciente de soledad
emerge del fondo del desierto
buscando altas olas de claridad.

Diferencia eterna en los cimientos
mayúscula externa vaciedad
en rincones perdidos de comunicación
en imposibles poemas de temeridad.

Silencio inagotable
lleno de olvido;
desde el abismo
perfiles conocidos,
ocultos en sombras,
hablan a la noche
en letargo cotidiano
consumen brillo perdido,
ebrios en odio y maldad
con arena de relojes caidos.

Espacios abiertos
llenos de indiferencia
cortan el aire de invierno,
presos, en eterno carrusel.

A ciegas, solo y perdido
busco el filo de tu daga
entre la blanca vaciedad
y las celestes escaladas.

Bañado en soledad,
sin regreso a lo vivido,
por caminos sin retorno
por senderos definidos.

Dos estrellas del nuevo día
son un signo, una esperanza;
entre dolor y suspiro
hará pronto su venganza.

Vericuetos del destino,
destello de colores vivos
funden mi alma inquieta,
arden en mis sentidos……….

Y sigo buscando mi esencia
entre plegarias y olvidos.

RETORNO DE LO VIVIDO

Masmoc Utopía……..