domingo, 2 de junio de 2013

SUBSUELO XI


La intensidad de este sol, ya casi olvidado por mis pupilas ávidas de luz, me obligan a tener un parpadeo constante. Resuena la música de Bjork, entremezclada con el estruendo de la lucha en mis oídos; esa música, ¡con qué fuerza me hace avanzar por la ciudad!, repleta de urbanitas que deambulan de un sitio a otro, con prisas, con la celeridad que da el creer ir a alguna parte.

Ahora me doy cuenta de la ínfima diferencia que existe entre el subsuelo y la calle; tan solo la luz, esa luz que aún no dominan mis ojos, ni tan siquiera mi cerebro se acostumbra al brillo que da la mañana.
Me siento observado; todos los actores de este nuevo escenario parecen estar esperando a que yo consiga salvarlos, sin palabras me dicen: corre no pierdas más tiempo, termina con este carrusel que nos asfixia.
Acelero mi paso empujado por el temor a ser descubierto en cualquier momento y devuelto al subsuelo.

Frente a mí, aparece Diamond Dogs, impresiona su visión desde la distancia. Surge como del subsuelo y se eleva tan alto, que me obliga a reclinar mi cuerpo hacia atrás para poder divisar su cima. Unas instalaciones recubiertas de espejos que repelen la imagen de la ciudad devolviéndosela con un brillo más intenso.
Me acerco a la entrada pensando en una excusa razonable que haga creíble mi retraso, hasta este momento no lo había tenido en cuenta. No sé cuanto retraso llevo, días seguro, pero ¿cuántos?

Ya la imagen del vigilante está visible frente a mí y aún mi cerebro no ha encontrado la excusa adecuada.
  - Buenos días, ¿Qué desea?
Una sonrisa aparece pintada sobre un rostro abrupto y en cierta manera agresivo, que se me asemeja al de cualquier S.C. de los sufridos en el subsuelo.
  - Venía para una entrevista...
Aún no sabía las disculpas que expondría por mi retraso, cuando una señorita, vestida de un blanco resplandeciente, apareció junto al guardián y con una afabilidad inhabitual, se interpuso entre nosotros.
  - ¿Enter? ¿es usted el profesor Enter K?
  - Si, soy yo ¿Y usted es?
  - Mi nombre no es importante, pero si mi cometido, le acompañaré a su entrevista, ¿viene a ver al Director de investigaciones Dr. Publio Cornelio, verdad? Llega usted algo pronto, podrá esperar en la sala de reuniones.
¿Pronto? La expresión de mi cara tuvo que cambiar bruscamente, porque no fue pasada por alto a mi simpática cicerone.
  - ¿Le pasa algo?
Busqué a un lado y otro de la recepción, sin duda sobre alguna de aquellas paredes tenía que haber algún calendario, algún reloj, algo que me sacara de la incertidumbre de mi pronta llegada a mi cita con Diamonds Dogs.
Techos, suelo, paredes, mostradores y escritorios, todo de un blanco que dañaba mis aún dilatadas pupilas, tan solo las grandes pantallas sobre paredes y techos cambiaban la tonalidad de la estancia.
El día y la hora exacta corrían por debajo de lugares exóticos que reflejaban las pantallas. Quince minutos antes de la hora prefijada para mi cita con el Director de investigaciones.
¿Un sueño? Imposible, todo había pasado, el subsuelo existía, Célix, Caroncero, el Ángel Exterminador, todos existían. Moniz había pasado sus últimos minutos en aquella oquedad sobre mis brazos, pero entonces, el tiempo, ¿qué había pasado con el tiempo?

  - Profesor, ¿está usted bien?
Las palabras de la amable azafata me devolvieron a la realidad.
  - Ya estamos aquí, avisaré al Dr.Aníbal, el ayudante del director, de que usted ha llegado.
La estancia, en la que me abandonó a mis incertidumbres, no se diferenciaba del resto del edifico, la blancura de sus paredes, incluso la mesa de reuniones que presidía la habitación era de un mármol tan puro como blanco. Una de sus paredes si atraía la visión de sus visitantes, estaba ocupada por una inmensa pantalla simulando ser un ventanal abierto a un paisaje, ¡ al vado del Tuk!.
Aquella imagen me relajaba, no me dejaba interrogarme: ni sobre el tiempo, ni sobre mi entrevista, ni siquiera sobre qué demonios hacía aquel paisaje, tan entrañable para mí, sobre la pared de Diamonds Dogs.

Sólo lo sentí; ni lo escuché, ni lo vi reflejado en ninguna sombra; sólo lo sentí detrás mía, sabía que era él, incluso antes de darme la vuelta.
Traje blanco, con sombrero en la cabeza escondiendo un tupido pelo cano, en su mano un bastón.
  - ¿Usted es el Dr. Publio Cornelio?
Una leve sonrisa neutra fue su respuesta. Se volvió hacia el paisaje, que cambiaba, reflejando el sol sobre el río Tuk.
  - Bonito lugar, sin duda.
  - ¿Lo conoce?
  - Bromeas, esta imagen siempre fue junto a mí, mi paz interior se refleja en este paisaje. Todos tenemos un lugar en nuestro interior en el que quisiéramos estar siempre, para mí el Vado del Tuk es ese sitio. Esta pantalla refleja ese sitio idealizado en la mente de cada uno.
  - ¿Quiere decir, que cada persona que observa esta pantalla ve un lugar diferente?
Me miró, como un padre mira a su hijo cuando ha comprendido su explicación, reflejaba ternura y gratitud.
  - Veo que lo has comprendido. Es bonito ¿verdad?
  - Una idea maravillosa, algo manipuladora, pero sí, podría clasificarlo de bonita.
  –  En algunos aspectos veo que aún eres aquel chico inocente que entró en el subsuelo.
  –  ¿A qué se refiere?
  –  ¿No recuerdas? “Nada es lo que parece ser”. Esta pantalla tan sólo es un medio; todo en Diamond Dogs está pensado para manipular, claro que sí, pero además está pensado para controlarnos, con esta pantalla conocen quien puede ser controlado. Esta imagen que tú ves también la ven ellos, con lo que obtienen información de tus pensamientos. Debes aprender a esconderlos, ellos sólo deben ver lo que tú quieras mostrarles, nada más.
  –  Pero, ¿quiénes son ellos? Y ¿cómo podré dominar mis pensamientos?
  –  Ellos son todos los que te encuentres en Diamonds Dogs; todos excepto Darshan y sus compañeros, sabrá mostrarte la forma de eludir tus pensamientos, a esconder tu verdadero yo hasta de ti mismo. Recuerda “nadie es lo que parece ser”.
  –  Si nadie es lo que parece, ¿cómo sabré que puedo confiar en Darshan?
  –  Lo sabrás
  –  ¿Y usted? ¿Quién es usted?
Una sonrisa cómplice apareció ahora en su rostro.
  –  ¿No te reconoces en mí?, ¿tanto se cambia con el paso del tiempo?
  –  Pero...
  –  Sí, soy tu futuro, necesitabas que volviera para enseñarte el camino. Te engañaron, o mejor dicho me engañaron, me manipularon y consiguieron sus objetivos gracias a mi trabajo. Contigo será diferente, tú tendrás mis conocimientos y al mismo tiempo conocerás la verdad a tiempo, es más, ya la conoces.

Intenté pronunciar alguna palabra, pero un pequeño movimiento de su mano me pidió que esperara.
  –  Supongo que te preguntas que cómo estoy aquí, la fórmula aún sería incomprensible para ti, pero lo conseguirás, el espacio-tiempo será tu dominio, de hecho creo que ya has sido consciente de sus resultados. Pero dominarás muchos más campos que ahora son incluso impensables: la robótica marcará un antes y un después con el profesor Enter K, la procreación, incluso la inmortalidad. Llegarás a ser “dueño de tu propio mundo” , ese será el momento para el que debes estar preparado, entonces sólo debes recordar una cosa  “no por tener el poder debes sentirte superior a nadie” , si dominas ese momento lo habrás conseguido, pero ante todo, recuerda que nada tendrá sentido si no consigues crear ese mundo diferente, en tu mano estará. En ese momento Diamonds Dogs dejará de ser útil y deberá ser exterminado.

Esas palabras resonaron en mis oídos comprendiendo que nuestra conversación había finalizado. Mientras se alejaba hacia la puerta, ésta se abrió y por ella entraron dos tipos con corbatas, camuflados por una bata de un blanco inmaculado.
Mi mirada perpleja divisaba a mi viejo amigo ignorado por los nuevos visitantes. Se quitó el sombrero en gesto de saludo, y cuando ya sus canas eran tapadas por este, vi cómo desaparecía por la puerta, justo cuando uno de los personajes que había entrado, me extendía la mano diciendo:
  -  Buenos días, profesor K, espero que haya tenido un buen viaje, mi nombre es Publio Cornelio y mi compañero es el Dr. Aníbal.


Enter asimiló su encuentro exclusivo con su otro yo de un futuro, que ya sería diferente, desde un presente que había sido alterado por él mismo al entrar en el subsuelo. Comprendió que de alguna manera su otro yo había logrado controlar el trasvase en el tiempo aunque sólo era perceptible por él mismo. Lo sentía, lo veía, había podido comunicarse; era como una proyección holográfica conectada sólo con él mismo, consigo mismo del futuro que ahora pretendía cambiar para él y el resto de la humanidad.
  -  Buenos días. –Enter estrechó sus manos con cierta rigidez y sonrisa dubitativa.
  -  Nos alegra tenerle con nosotros. Es una gran noticia el poder contar en la gran familia de Diamond Dogs con el científico joven más prometedor de los últimos tiempos.

El misterioso anciano del subsuelo había comprimido el tiempo durante su estancia allí. Lo había ralentizado. De alguna forma, en su senectud había conseguido cierto dominio del espacio-tiempo. Mientras permaneció en el subsuelo observando las andanzas de su otro yo del presente, el Enter del futuro provocó que el desarrollo de la duración del tiempo allí fuera más lento.
Había realizado el viaje en el tiempo, podía observar lo que ocurría en el tiempo actual aunque nadie lo pudiera percibir dentro del subsuelo, era invisible para todo el mundo excepto para su propio yo del presente.
El Enter del presente comprendió lo que había sucedido, y lo hizo mientras realizaba la entrevista de trabajo. Se sentía más firme, más seguro de lo que nunca había estado en su vida, en su cabeza fluían ideas sobre algunas teorías que había publicado en revistas científicas. Ahora sabía que era posible el gran sueño de su vida, y ahora dispondría de los medios y el convencimiento para mejorar aún más lo que había descubierto el Enter del futuro.

Las personas con las que mantenía la entrevista laboral no sabían de la profundidad del conocimiento que ya tenía Enter sobre Diamond Dogs. Era inimaginable para ellos que el candidato mejor situado para el puesto de mayor trascendencia en el área de la investigación en la corporación conociera la existencia del subsuelo, y menos aún que hubiera estado allí.
  -  ¿Está claro entonces que la responsabilidad del Proyecto Omnius será dirigido por mí y el equipo científico que elija? –Preguntó Enter con sobriedad.
  -  Así es. –Dijo Publio Cornelio, el jefe absoluto de las investigaciones científicas, con sonrisa de hiena.
  -  De acuerdo entonces. Por mi parte acepto el cargo. Estoy deseando empezar a trabajar para el futuro. –Dijo Enter muy seriamente, haciendo énfasis en su última palabra.
  -  Estupendo. Dr. Aníbal, si es tan amable, firme los documentos necesarios y gestione su incorporación inmediata a la dirección del Proyecto Omnius.
  -  Por supuesto señor. –Dijo Aníbal extrayendo de su carpeta los documentos precisos.
  -  Bien, si me disculpan, tengo otros asuntos que atender. –Dijo Publio Cornelio con expresión gatuna y estrechando la mano de Enter.

Una vez que realizaron trámites de lectura de documentos, firmas, registro de huella dactilar, huella de iris y demás asuntos contractuales y de seguridad, el Dr. Aníbal y el profesor Enter K. se dirigieron a conocer a la persona que sería la mano derecha en el Proyecto Omnius. Alguien que trabajaba ya en el proyecto científico y que le sería de gran utilidad, según le había asegurado el Dr. Aníbal.
En el trayecto por las inmensas instalaciones Enter recordaba su incursión en el subsuelo; la violencia latente desde lo más profundo, la insolidaridad que se masticaba a cada paso entre sus pasillos y vagones, la densa soledad y ausencia de esperanzas, el inexorable final de las mazmorras, Moníz, Ajeb, Celix, el Ángel Exterminador, el Comandante Infra….
Se encontraba muy cansado y a la vez con su espíritu animado porque sabía que nada sería ya igual como el mundo del que había regresado su otro yo. Sus palabras “nada tendrá sentido si no consigues crear ese mundo diferente” ahondaban en su mente en busca de luz. Vértices de posibles futuros en los que él se disponía a emprender una nueva vía diferente, otra posibilidad en la que emprendería sus energías en combatir la sinrazón de la opresión manipuladora desde dentro de su núcleo, Diamond Dogs y todas las incontables ramificaciones que abarcaba la corporación.

- Bueno, ya hemos llegado hasta la sección donde se desarrolla el Proyecto Omnius. Por favor, haga el mismo procedimiento que yo para poder entrar, se trata del reconocimiento de seguridad. –Dijo Anibal; pronunció su nombre hacia una pantalla negra junto a una gran puerta de color azul, colocó su rostro a la altura de la pantalla unos segundos, un haz de luz cruzó sus ojos, luego puso sus dos manos sobre la misma hasta que la puerta se abrió hacia arriba con suma rapidez, como si hubiera desaparecido. Anibal entró y la puerta volvió a aparecer cerrada.
Enter repitió los mismos pasos y se introdujo de igual modo una vez la puerta se abrió.

Anibal estaba algo alejado de la zona de entrada hablando con alguien que llevaba una bata blanca y un casco de astronauta en la mano izquierda, era la única persona allí, Enter no podía ver su rostro y desvió su atención a la gran sala provista con todos los adelantos tecnológicos científicos para la investigación plasitrónica, equipos de dimensionado aleatorio fulgente, cabinas de expansión ultra-luz y otros elementos de máxima innovación científica. Estaba maravillado ante las posibilidades que se le presentaban en su visión.
  -  Profesor Enter K. me marcho, mi tiempo autorizado en esta zona es muy limitado. Le dejo ahora con la persona que trabajará estrechamente con usted, me ha pedido que obvie las presentaciones, así que le deseo un buen futuro en su nueva aventura científica.
  -  Gracias Dr, Anibal . Mi cometido será precisamente buscar un mejor futuro que nuestro presente actual.
Anibal repitió las pautas de seguridad identificativa y se marchó.

Enter se giró avanzando hacia la gran sala principal Omnius, se paró de nuevo para contemplarla con toda claridad, recreándose en sus detalles. Imaginó que su otro Enter del futuro habría pasado por algo muy similar en su vértice del tiempo, habría dispuesto de los mismos medios, sólo había cambiado el conocimiento y la experiencia de la existencia del subsuelo que él sí tenía. También la percepción de que podría desarrollar sus teorías científicas más increíbles relacionadas con el espacio-tiempo y la robótica: Desde el futuro había llegado él mismo para asegurárselo. ¡No! para aleccionarlo a conseguir los logros antes de lo que él mismo lo realizó.

- Cuando logres llegar a la encrucijada del volumen de dimensionado aleatorio fulgente en fase ultra-luz potencial, recuerda no tomar la dirección más evidente, rodéala, mantenla estacionada más tiempo del aconsejado. Luego tú decidirás la vía a tomar, es tu elección. Podrás llegar antes de lo que lo hice yo, o igual no. Yo lo hice algo tarde pero sí he conseguido al menos llegar a mi pasado interconectado conmigo mismo, es decir comunicado contigo. No puedo decirte nada más, mi tiempo se acorta y no creo que pueda volver para contemplar tus progresos. Mi tiempo vital llega a su fin.

El anciano del inmaculado traje blanco, corbata roja carmesí, bastón elegante y oscuras gafas le saludaba quitándose el sombrero y sonriendo bondadosamente, como un trueno silencioso, de nuevo desapareció.

Enter se sentó en la silla más cercana que encontró. A pesar de haberlo visto anteriormente y haberse comunicado con él, se volvía a sentir impresionado, algo mareado y confuso. Se cubrió el rostro con ambas manos. Un sonido de pasos metálicos le alertó, al apartar sus manos contempló ante sí a una persona vestida con traje de astronauta y escafandra con la visera tintada ofreciéndole otro traje para que se lo pusiera y haciéndole señas para que lo siguiera. Enter se incorporó, cogió el traje espacial y se lo puso, colocándose el casco y avanzando hasta la cámara antigravedad tras su misterioso astronauta. Éste pulsó un interruptor y se cerró la puerta tras ellos.
  -  No está activada. Puedes quitarte el casco. –Le dijo mientras se quitaba la escafandra y se daba la vuelta hacia él.
  -  ¡Moníz! –puso una mano en la pared más cercana apoyándose.

No podía ser. Pensaba que estaba viendo una aparición, que había perdido la cordura, que todo lo ocurrido había sido superior a su comprensión mental y emocional. Creía que había enloquecido. Se quedó petrificado, sin reacción, en una lucha interior entre la razón y la emoción, sin palabras…

  -  Soy Darshan –le dijo la mujer con el rostro de Moníz, su pelo oscuro recogido, su sonrisa envolvente y tranquilizadora, sus sensuales labios, sus bellos ojos.
Enter se quitó el casco y una fuerza mayor que su razón le impulsó a abrazarla, sollozando en silencio con una agitación como nunca había sentido.
  -  Tranquilo Enter. Lo peor ha pasado. –Su voz sedosa le calmó.
  - ¿Darshan? –preguntó Enter agarrando las manos de ella.
  -  Así es. Sabía que nuestro encuentro te sorprendería y por ello hemos entrado en la cámara antigravedad. Es de los pocos lugares en Diamond Dogs en los que no pueden oírnos ni vernos.
-  ¡Darshan!. –Dijo Enter enfatizando con lentitud y sonriendo levemente.

Ella le explicó que Moníz era un prototipo muy avanzado de la línea robótica desarrollada por ella misma y su pequeño grupo de colaboradores. Descubrió que la utilidad de la corporación a su creación era con fines militares y el campo de pruebas se realizaría en el subsuelo. De forma casual e inexplicable para ella, le llegó información de los siniestros planes ocultos y de la existencia desconocida del subsuelo.
Darshan reaccionó destruyendo los documentos, planos e investigaciones del proyecto, simulando un accidente. Salvó a Moníz del incendio sin que ellos lo detectaran y la pudo introducir en el subsuelo.

- Enter, te necesito. Contigo podremos cambiar el oscuro futuro de millones de almas. Desde dentro, desde la raíz podremos investigar de forma paralela y secreta, y brindar otras alternativas a los planes truculentos de Diamond Dogs. La cruel realidad que has sufrido en el subsuelo emerge proyectada al exterior, y está en tu mano y en la mía intentar poder cambiarla. –Darshan le agarró de la mano mientras él guardaba silencio observándola ensimismado.

Salieron juntos de la cámara antigravedad embutidos en los trajes espaciales. Se los iban quitando mientras Darshan representaba su papel charlando animosamente sobre la alegría que representaba para la empresa el contar con su presencia en el Proyecto Omnius.
  -  Pareces algo fatigado. ¡Claro! demasiadas novedades en poco tiempo, ¿no? –Comentó Darshan con una sonrisa giocondina.
  -  Algo así. –Respondió Enter con cara de encajar alguna sorpresa más.
  -  Pues nada. Nos vamos a almorzar a un restaurante cercano y allí podremos seguir conociéndonos mejor, ya que vamos a trabajar mano a mano.

Darshan y Enter andaban por la calle en dirección al restaurante. Ella hablaba con el teléfono móvil con dispositivo auricular con alguien.
Enter observaba los edificios, los árboles, el devenir de la gente, alguna risa de un niño, el rugir de la ciudad. Un torbellino de preguntas se alzaban crepitando en la hoguera de su mente. Suspiró profundamente e invocó a sus adentros a la diosa de la paciencia, esa que había sido su compañera a lo largo de su vida, para que no le abandonara.

El fluir del tiempo había tomado con su entrada en el subsuelo una dirección nueva, sabía que podría alterar aún más el futuro de toda la humanidad, podría luchar moldeando el presente paso a paso para cristalizar en un mañana que trajera esperanzas.
Él ya no sería el elegante anciano del traje blanco, él ya sería otro.

Miró a Darshan mientras ella continuaba hablando por teléfono; se pararon en un semáforo, ella gesticulaba en su diálogo y él sonreía al ver sus movimientos. Ella lo miró sonriéndole y agarrándolo por el brazo para cruzar la calle.
Enter supo en ese preciso momento que la esperanza sería su motor para el futuro, que su copiloto sería la mujer que le cogía del brazo, que tendrían por delante miles de carreteras posibles para llegar a su destino y la música que siempre les acompañaría sería “Play Dead”.

La tarde caía veloz, el rojo de un sol atosigado vertía de tenue luz el oscuro asfalto, dándole un aspecto de espejismo e ilusión que el futuro no podría borrar.



                                                                       FIN



* Tartessus Baobab y Masmoc Utopía