martes, 29 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 5


Despierto sudoroso del leve sueño en el que me encuentro inmerso, y sé que llegó el momento. Giro la cabeza hacia la puerta de mi celda y descubro una pequeña rendija por la que se escapa la luz de una luna que entra por la ventana de mi prisión. Corro hacia la puerta como si me fuera la vida en ello, la empujo y mi sorpresa se acrecienta cuando descubro que está abierta. Todo este tiempo aquí, y la puerta estaba abierta, abierta esperando que yo la empujara y saliera de mi cautiverio.
Salgo y tan solo la luz de la noche que entra por la ventana me deja entrever unas escaleras que se enroscan hacia el Averno.

     -¿HAY ALGUIEN?…
Nada, solo mi eco me responde.

No puedo esperar más y bajo esas escaleras lo mas rápidamente que la oscuridad me lo permite.
Este abismo me engulle y parezco estar bajando a los infiernos de Dante; sólo cuando ya no me veo ni en mi interior, aparece esa luz, luz de una puerta salvadora que me llevará hasta la libertad.
¿Qué fin tendrá este camino que serpentea entre las encinas? Sin duda será un sitio mejor que éste.
Llevo al menos una hora caminando y tan solo la luna me acompaña, a ambos lados del sendero, oscuridad.
Un reflejo de luz en el horizonte, ¿Qué puede ser?, corro para salir de este sendero que me aprisiona. ¡Una laguna!
¿Este lugar? Lo recuerdo vagamente, sí, sin duda este lugar, retumba dentro de mi su nombre, pero… ¿de qué?
Es…¡La Laguna del Ensueño!¡Estoy…en Utobab!, pero… si es imposible.
Tengo que refrescarme, estoy dormido y debo despertar. Fría como la noche el agua acaricia mi rostro, sigo viéndola, sigo estando aquí, no es un sueño.
Las ultimas ondas en el agua me devuelven una imagen de…

     -¿Quién eres tú, que parezco conocerte?
     -Por fin has llegado, ¿no me recuerdas? , te esperaba hace tiempo, soy Demian Pilgrim…



Tartessus Baobab

martes, 22 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 4


Aquí me hallo, solo; exijo a este cautiverio que me dé lo que mi pereza no me deja buscar.
No me sacia la inmovilidad, pero tampoco intento actuar.
Todo me da hastío, ¿Qué me pasa? Nunca fui así, me cansa este silencio que me obliga a pensar.
Corrí tanto por mi camino que me deje atrás a mi mismo.
¡Voy a salir y voy a actuar!

     -¿QUIEN ESTÁ AL OTRO LADO?....
Espero una respuesta, no llega, sé que está ahí esperando algo que yo no sé comprender.
     -EXIJO QUE ME HABLES….
Nada, no contesta.
Quizás soy yo el que no escucha.


Hace ya tanto tiempo que dejé de escuchar aquella voz que me incitaba, que reverberaba en mis oídos incesantemente:
Por el carril, sigue por el carril…


Tartessus Baobab

martes, 1 de noviembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 4


Ha comenzado a caer una lluvia débil y monótona. Los álamos que acompañan el sendero, al mismo tiempo que me adentro en el bosque, se mecen a mi paso aunque no percibo ni una brizna de viento. El camino es ascendente y sinuoso. El ocaso de la tarde va cubriendo de oscuridad los árboles y las montañas lejanas. Lentamente, paso a paso, avanzo por una vereda cubierta de hojas muertas. Las gotas de agua parece que penetraran en mi cerebro, siento dentro de mí una humedad ennegrecida, persistente, latente.
A unos treinta metros de mí veo avanzar a un grupo de perros salvajes por el camino; parece que hubieran surgido de la nada. Son de un color negro y hasta mí llega su olor animal de naturaleza salvaje, su fuerte aroma de montañas y senderos, su perfume de granjas asaltadas y corderos descuartizados, su esencia de lluvia, bosque y aversión por los humanos. Avanzan muy lentamente, agrupados, moviendo sus cabezas a ambos lados, coordinando una coreografía que clama a la muerte. Sus ojos, oscuros y siniestros, se clavan en los míos.
Los árboles que lindan el sendero han dejado de oscilar; me acompaña un silencio que puedo oír. Siempre presente el monótono llanto del cielo bañando mi alma en una pena negra y mortecina.
Un extraño pájaro, negro como la noche cerrada, desciende desde un árbol en veloz aleteo directo hacia mí. El silencio me invade cuando el pájaro negro, antes de impactar conmigo, iza el vuelo bruscamente hacia las nubes ennegrecidas. Los “perros de la lluvia” detienen su desfile procesional a escasos metros de mí y miran acompasados al extraño pájaro negro en su vuelo ascendente.

     - Adiós, adiós pájaro negro.- Grito mientras se pierde de vista.

Los “perros de la lluvia” me miran y al unísono se sostienen sobre sus patas traseras aullando y avanzando hacia mí, amenazantes. En sus ojos oscuros veo el odio hacia el hombre. En su olor percibo como la muerte viene a buscarme.
La humedad del ambiente entorpece mi voz, ralentiza mis palabras aunque mi pensamiento continúa siendo ágil, levanto una mano en dirección a la manada salvaje, con determinación, a modo de saludo y al fin logro articular palabras.

      - Sin problemas.- Les grito enérgicamente.
Los animales vuelven a su posición cuadrúpeda. Se detienen ante mi voz.
     - Sin problemas.- Vuelvo a dirigirme a ellos.


Los “perros de la lluvia” se echan a un lado del camino, escoltando mi avance postrados sobre el fango y las hojas muertas. Agachan sus cabezas a mi paso y me siguen dócilmente en la ascensión por la sinuosa vereda.
Desde alguna parte escucho una voz que me alerta. – Por el carril, continúa por el carril.
Sigo ascendiendo acompañado por la oscuridad, los perros y la lluvia persistente.
De nuevo oigo la voz desde otra dirección diferente a la vez anterior. – Por el carril, sigue por el carril. No te detengas, sigue por el carril.

Abro los ojos. Estoy completamente bañado en sudor.
Continúo oyendo la voz ahora fuera de mi celda – Por el carril, sigue por el carril…….


  * Masmoc Utopía