viernes, 29 de mayo de 2015

MUNDO CAUSAL IV "Banton"

  
 Seis de la mañana. Suena el despertador. Maldito sonido que me despierta y me dice que tengo una misión que realizar. Cuando mejor descansaba, sin recordar nada de mis sueños, en un vacío eterno. ¡Puta mierda!, ¡puto tó!. ¿Por qué carajo no puedo evitar esta sensación de vacío que me llama a dejar lo poco que tengo y al mismo tiempo me impulsa con tanto vigor a hacer algo que no sé qué es?

Me levanto y enciendo un cigarrillo. Pongo el café. Aún es de noche y voy aclarando mis ideas al mismo ritmo que comienza a amanecer. Desde que abandoné a mi familia y vivo en este sucio cuartucho, parece que me sincronizo con la naturaleza con gran facilidad. Puedo sentir la tierra que me mantiene pegado a ella y el viento que me ayuda a intentar volar. Pero la verdad es que no deseo hacer nada. Me he estado dejando llevar por mis impulsos más primarios y creo que soy un animal, nada más. Hasta ahora sólo esperaba el momento de irme a dormir y, si Dios quiere, quedarme ahí y no volver más a la realidad. Pero desde que se repite ese sueño siento una gran inquietud que estoy decidido a calmar como sea.

El olor a café recién hecho me reconforta en cierta forma y me libera de esa sensación que me persigue desde hace años. La sensación de no ser nadie, no ser nada. Pero al mismo tiempo creo que hay algo por lo que sigo vivo, que tengo algo que hacer, solo o en compañía de otros elegidos para algo que se me escapa.
Ese sueño que se repite me obsesiona. Pero hoy estoy decidido a poner fin a esa angustia y sin duda voy a acudir a la reunión a la que estoy convocado, no sé por quién o por qué, quizás sólo sea mi enferma imaginación. Sólo sé que una noche de borrachera me desperté en un banco del parque y en mi mano tenía un pañuelo rojo. Ese mismo puto pañuelo rojo que llevan anudado al cuello todos los que veo en mis sueños y me llaman a acudir a un encuentro en la ¨realidad”. La verdad es que creo que ya no distingo la realidad, que nadie sabe qué es real, pero sí estoy seguro que formo parte de algo y que da igual que sea sueño o vigilia, tengo una misión encomendada.

Me afeito e intento que mi aspecto no parezca lamentable. Escojo mis prendas más decentes y me visto pausadamente. Ya es completamente de día, me despido de mi compañero de habitación que canturrea alegremente en su jaula. Parece feliz en su mundo limitado por unos barrotes y le pregunto cual es la clave de la felicidad.

Por fin, me anudo el pañuelo rojo al cuello y salgo a la calle. Conozco un parque con un hermoso lago y una glorieta donde los niños dan de comer a los peces del pequeño estanque. Precisamente el mismo sitio donde amanecí con el misterioso pañuelo rojo en la mano. Debe ser ahí donde tengo que volver, no tengo dudas. En mi último sueño los veía sentados cerca del lago esperándome, llamándome como si yo fuera una pieza más de un engranaje que necesita que todo encaje para funcionar. Me han robado mis sueños, o mi realidad, lo cierto es que tengo que acabar con esto.
Me dirijo como un sonámbulo al encuentro.

Soy el poeta del amanecer, mis versos se desvanecen con la luz del nuevo día, espero a la musa que sea capaz de capturarlos y encerrarlos en la realidad.



           * JARR




lunes, 25 de mayo de 2015

MUNDO CAUSAL III "Nuevo acompañante"



No encontraba Silvano una explicación para su profunda tristeza, para su hastío diario consigo mismo, no hallaba motivos concretos que justificaran su mal sabor de la vida que llevaba. Aparentemente, con su familia, con sus compañeros de trabajo, con sus pocos amigos, llevaba una relación cordial y fluida. Cualquiera lo situaría como un hombre afortunado y él recibía también esa percepción que le transmitían.

Pero cada día, desde una noche de insomnio repleta de reflexiones, el desaliento interior con su existencia y el hastío asfixiante culminaba siempre, cada noche, con su lascerante grito interior y silencioso que imploraba otras vidas. Cuando las sábanas le cobijan al final de cada jornada, cuando el sueño acude a él reclamándolo, es cuando siente la pulsión latente, el imperioso deseo animal de cambiar, de encontrarse en otra vida fuera de su existencia, el profundo deseo de hallarse en otro mundo, en otra realidad muy alejado de sí. Sumergiéndose en el sueño, cerrando sus ojos con fuerte desesperación, todo su ser suplica ayuda y el anhelo de otra vida.

En sus sueños, Silvano comprobó que volvía al mismo entorno noche tras noche, mientras dormía. Una naturaleza que de algún modo le resultaba algo familiar, un lugar que acrecentaba su serena claridad y que le animaba a reflexionar y observar el idílico entorno donde continuaba caminando.  Se encontraba solo en sus paseos por el bosque, sentado en la piedra roma desde donde contemplaba amaneceres siempre diferentes, orilleando el caudaloso río, descubriendo nuevos lugares en el bosque. Su pañuelo rojo anudado al cuello le acompañaba, y eso le gustaba y le reconfortaba.

La última noche, cuando todo su ser desesperaba por salir de sí mismo, logró dormirse y de nuevo se encontró en su sueño de vida, en la cima de una montaña ya conocida. Desde allí se sorprendió al ver a lo lejos a un caminante que subía por un serpenteante sendero entre la frondosa vegetación. Era la primera vez en sus paseos oníricos que veía a otra persona en su mundo. Cogió unos prismáticos que llevaba en su bolsa al hombro y pudo ver mejor al hombre que subía sonriente, sin aparente esfuerzo y mirando hacia arriba, como si estuviera buscándole. Un sobresalto le llegó al ver nitidamente aumentado, cuando reguló mejor las lentes, que su visitante llevaba anudado a su cuello un pañuelo rojo idéntico al suyo.

Entonces recordó, de una manera clara y transparente como el cielo azul que los iluminaba, que en su último despertar en la habitación de hotel se encontró con el pañuelo rojo que portaba en sus sueños tan real e inesperado como su nuevo acompañante.



            * Masmoc Utopía




viernes, 15 de mayo de 2015

MUNDO CAUSAL II "Silvano"



El crujir de la hojarasca bajo mis botas, resuena como una melodía otoñal que me envuelve en el paisaje.
El fluir de un río cercano me atrae, abandono lo más tupido de este bosque de álamos temblones y descubro la luminosidad del día reflejada sobre la espuma de unas aguas agitadas por la bravura de su juventud.
Descansar sobre la piedra roma que me espera en cada paseo que realizo en mi letargo.
Descalzarme de las botas que abrazan mis pies cansados.
Desmenuzar inquietudes que me acompañan en mi viaje causal.
Disfruto de este paisaje salvaje que aúna un bosque milenario cansado y sabio con la juventud desgarradora del arroyo vecino.
Qué ímpetu tienes, digno de tu inocencia; inocencia que da tu falta de años, escucha los consejos que te legan los álamos.
Silva el viento entre las ramas de su sabiduría, avisándote de los males que te acechan, pero tú no escuchas.
Pasaras por lugares inhóspitos, irá cesando tu violencia, tu inconformismo y cuando te creas vencedor en tu viaje, la mansedumbre se apoderará de ti, entonces ¡serás tú el vencido!

Desanudo el pañuelo rojo que mi cuello pasea en mis viajes y seco el sudor de la frente, confluyen mi pasado y mi futuro, me pierdo en el aroma de este presente, pero el duermevela que me provoca...es sustituido por el sonido ronco de un reloj.
Vuelvo a respirar el hastío que me acompaña en mi mundo real, penetran en mí los sonidos ruidosos de la ciudad.
Abro los ojos esperando que mis oídos me estuviesen engañando, pero la habitación de este hotel me devuelve la desesperanza.
El traje sobre  la percha del armario abierto, la camisa que deje el día anterior planchada sobre la silla y esa corbata que me acompaña cada día, con el anagrama de mi empresa, comienza una nueva mentira.
Me levanto en un desperezo matutino que me lleva hasta el baño, apenas entro, lo veo, allí junto al lavabo, no recuerdo haberlo dejado, ni siquiera recuerdo haber visto ninguno en este mundo…
 ¡Un pañuelo rojo! Sin duda hoy será diferente.



       * Tartessus Baobab



sábado, 9 de mayo de 2015

MUNDO CAUSAL I "Glorieta de los lotos"



Era una tarde amarilleada en su ocaso por un sol desgarrado y lastimero. En el parque de frondosos y altos árboles una niña de cabello rubio y uniforme colegial, echaba migas de pan a los peces del pequeño estanque junto a la glorieta. La niña se sobresaltó al oír muy cerca el metálico chirrido de una silla de ruedas. El hombre que sentado en ella avanzaba, se detuvo al filo del estanque y con gesto nervioso, se sacó un pañuelo blanco del bolsillo para secar el sudor de su frente y miró a la niña con sus pequeños ojos, ayudados por unas gafas de cristal grueso con gran aumento.
A la niña le llamó la atención el pañuelo rojo que el hombre llevaba anudado al cuello y que le recordaba a un pistolero de una película antigua del Oeste, que vio con su abuelo hace dos días.
Una mujer de pelo ensortijado, embutida en una gabardina beige y botas altas, llegó silenciosamente,  y con movimientos lentos se sentó al otro extremo del estanque; las gafas oscuras que llevaba reforzaban la hierática frialdad de su rostro. En su cuello destacaba un pañuelo rojo, como si no le perteneciera.
La niña arrojó con prisa al agua los restos de pan que le quedaban, sintió un escalofrío con un pinchazo de miedo y enorme soledad. Corrió hacia su madre que charlaba con otra mujer en un banco, algo más alejado, cruzándose con un hombre enfundado en un elegante atuendo deportivo y con un abultado pañuelo rojo al cuello. La niña miró hacia atrás en su carrera febril y pudo ver como llegaban otras personas y se detenían al borde del estanque en la glorieta del parque de sus juegos.

Al encontrarse ellos juntos por primera vez en el mundo real les envolvió una pesada sensación de temor y debilidad. Sobre ellos giraba un compartido eco de ansiedades, repleto de carencias y anhelos. Sus miradas apagadas y recelosas no hacían más que aumentar la inquietud y el desasosiego en el grupo. El hombre de la silla de ruedas, despojándose de su pañuelo rojo del cuello, en voz baja dijo:

-         Estamos juntos en el mundo real….



Pero será mejor que empecemos por el principio de esta nueva historia. Y ya que vamos al origen de esta reunión en el mundo real, lo más certero será que cada uno de nuestros personajes cuente su visión y circunstancias que lo llevaron a conocer el mundo causal. Ellos son los protagonistas...



            * Masmoc Utopía