sábado, 24 de diciembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 6


     - Todos ellos han nacido en Utobab.- Dijo Edmundo señalando a la pantalla donde se veía la plaza central de Tull rebosante de actividad.
     - Es un pueblo joven. Tienen futuro por delante.
     - Eso espero.- Asintió con tristeza al oír mis palabras, como si un lastre de pena y abandono hubiera cargado en su alma. Bajó la cabeza, la mirada perdida en algún punto del suelo y de nuevo habló tras el silencio en el que nos habíamos sumergido.
     - La pérdida.
     - ¿Cómo dices?
     - La pérdida, Demian. La pérdida.

Le observaba caminar despacio por la estancia, se frotaba la barbilla con su mano izquierda, me miraba y repetía - La pérdida.
Yo esperaba que ampliara sus palabras pero él seguía dando vueltas en silencio, mirándome alguna vez como esperando respuestas a una pregunta no formulada.
     - Los más jóvenes ni siquiera nos conocen, no nos han visto nunca al habernos mantenido, con el paso del tiempo, cada vez menos presentes a sus ojos.
Por fin comenzó a hablar, y ahora no parecía encontrar pausa en sus palabras; era un torrente que gesticulaba con sus manos cada frase, con tal convicción y claridad de exposición que en sus pupilas ya no solicitaba respuestas. Ahora volcaba hacía mí la quemazón de su interior, el agrio sabor de una vida salpicada con demasiadas ausencias.
Y continuaba envolviéndome con su voz,
     - Ya solamente somos visibles a una docena de compañeros de viaje. Hemos perdido a muchos en este camino. No estoy preparado para superar más ausencias. No creo que resista perder a Gabriel ni a Bittan.
Edmundo posó su mano en la pantalla y captó la imagen de Tull, obteniendo una visión panorámica del poblado. Cruzó los brazos mirando la imagen. Sus ojos brillaban y acuosamente desteñían.
     - Fagen hizo un excelente trabajo en el diseño de su construcción. Inmejorable. Y hace muy poco que nos abandonó.
Nuestro pasado se desmorona en este nuevo presente.
Alejó su vista de la pantalla y se volvió hacia mí diciendo - Demian, ¿sólo nos quedará futuro?
Sus pupilas bañadas en lágrimas imploraban un consuelo que yo no lograba encontrar. Con un ademán cansino me invitó a tomar asiento y él se sentó al mismo tiempo con parsimonia.
Con un gesto cansado y mirando a la pantalla, como si estuviera solo y reflexionando en voz alta para sí, de nuevo habló.
     - ¿Llegaremos a olvidar nuestro pasado?

El silencio nos atrapó.
Este tiempo muerto me hizo recordar de repente al profesor Enter K, tan lejano en el pasado y tan latente en nuestro presente.
Rememoraba con nitidez sus palabras antes de que la expedición partiera de la Tierra,
"
Ten en cuenta que la dudas te asaltarán en algún momento inesperado; debes encontrar entonces las respuestas a preguntas nunca antes formuladas. Cuenta con que siempre tendrás un enorme pasado; tendrás que encontrar la fuerza y el valor necesario dentro de ese mismo pasado".
El profesor Enter K sacaba un pañuelo de su bolsillo y secaba discretamente sus mejillas lagrimadas y continuaba.
"Es muy posible que llegues a percibir que tu presente se haga muy difícil de soportar. Tus reflexiones te podrán llevar a la senda de un nuevo futuro que podrás crear o, desbordado por un pasado creciente, solapar ese futuro por un presente caduco".
Veo muy claramente en mi memoria la imagen del profesor; nariz aguileña, su corta barba de perilla harinada, la ausencia total de cabello, sus ojos verdes y solemnes, y su amable sonrisa siempre presente, fiel compañera desde su infancia como él decía. Ya no volví a verlo más pero sus palabras del día de la partida resurgen con fuerza en mis recuerdos, grabado a fuego y trayendo calor a este paisaje helado y mortecino que amenaza la cordura de Edmundo y la mía propia.
"Espero que sepas encontrar el carril adecuado dentro de la fortaleza de ti mismo. Tu decisión regará el futuro de todos, o lo inundará".


Recuerdo las últimas palabras del profesor antes de dejarle atrás y entrar en la nave. Esas mismas palabras que han seguido produciendo en mi interior un eco inagotable hasta este mismo día.
"Es tu futuro, es nuestro futuro".


  * Masmoc Utopía. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 5


- Tú debes ser Edmundo Sinclair.
     - Así es, ¿cómo sabes mi nombre?
     - Utobab nos regala sabiduría y la Laguna del Ensueño nos aporta claridad.
Nos observábamos manteniendo un lapsus silencioso en nuestra recién iniciada conversación. El frescor del agua cercana y la suave brisa que nos acariciaba parecía actuar como un bálsamo relajante en él; al instante se recostó de espaldas sobre la hierba, los brazos extendidos lateralmente y la vista sin apartarla de mí.


     - Creo que identificas el lugar donde nos encontramos – le dije.
     - Nos encontramos en la Laguna del Ensueño. Este lugar me resulta familiar pero no recuerdo con certeza haber estado aquí antes. Yo estaba encerrado en una celda a la que llegué sin saber porqué.
     - También yo estaba en la misma fortaleza, en otra celda cercana. Pero ya hemos abandonado ese lugar cerrado, ya no podíamos continuar allí, sus cimientos comenzaban a derrumbarse. Hemos seguido el carril y ya estamos en Utobab.
Al oír mis últimas palabras, Edmundo se puso en pie, alzó los brazos hacia arriba, bajándolos lateralmente al unísono y haciendo un círculo en el aire hasta llegar a posar sus manos en el centro de su pecho. Todo ello sin dejar de mirarme por un segundo.
Yo repetí esos mismos movimientos a modo de saludo y recité,

     - Liso es el sendero
       por el mar del futuro.
       Llano es mi cielo,
       por mi viento, el tuyo.

     - Reconozco esas palabras, las he oído antes, aunque he intentado olvidarme de ellas, las siento muy dentro de mí. ¿Qué significan?- preguntó Edmundo con acusada desorientación en sus ojos.
     - Espero que llegues a saber su significado, puesto que es algo que antes comprendías.

Los diamantes de la noche ya brillaban sobre nuestras cabezas y la superficie de La Laguna del Ensueño se asemejaba a una riada de luciérnagas que volara hacia nosotros. Pero lo que se acercó a nuestro lado fue un enorme animal, un toro-buey que apareció, no sabemos de dónde, que llegó sin hacer el más mínimo ruido.
Continuamos los dos de pie, en silencio y observándolo; el gran animal dio dos vueltas alrededor nuestra y se colocó justo en medio de ambos, de ese modo no podía ver a Edmundo Sinclair ni él tampoco a mí. El inmenso animal no dejaba de mirar al manto de estrellas sobre el agua, pareciera que no le importáramos. Seguíamos petrificados y hasta podía oír mi respiración.
Fue entonces cuando el astado animal levantó su enorme cabeza hacia los cielos y emitió un sonido ensordecedor, pleno de furia bestial, y al ir acabando su particular diálogo con las estrellas terminó con un suave susurro, volviendo su mirada a Edmundo y a mí indistintamente, deteniéndose unos segundos con sus pupilas clavadas como flechas en la diana de nuestra mirada. Sus ojos me transmitían pesar. Al volver a girar la cabeza después de mirar a mi compañero sus ojos emitían plenitud y regocijo.
Un pájaro negro se posó en el lomo del gran animal y segundos después el toro-buey se echó a dormir sobre la hierba.
Pude ver a Edmundo echarse al suelo diciéndome
     - Demian, no hay mejor lugar que la Laguna del Ensueño para soñar.

Me quedé dormido recostado junto al animal y mirando las guirnaldas de estrellas cómo nos observaban.



  * Masmoc Utopía