domingo, 24 de marzo de 2013

SUBSUELO IX


Lentamente se entreabrían las puertas de la plataforma ascensor; un haz de luz nos inundaba proyectando la imagen de Moniz y embelleciendo aún más su figura.
El aire que penetraba por las rendijas fue inhalado por mis fosas nasales y conducido hasta unos pulmones ávidos de conseguir materia prima tan pura; la sangre que se generaba en mi cuerpo irradió una frescura que llenó mi cerebro de nuevas sensaciones.
Quizás fue este el motivo, o quizás ya rondaba por mi cabeza, atascado en cualquier recóndito lugar, pero entonces fue cuando emanó tan bruscamente que mi reacción sobresaltó a Moniz.

- ¡Tenemos que volver al subsuelo! Cierra esa puerta y marca la planta del subsuelo; no hemos terminado aquí. Si no volvemos, no tendrán escapatoria, pero si volvemos...
- ¿ Pero qué dices, Enter? ¿No comprendes que acabamos de escapar del INFRA, que ahora todos los S.C. estarán a punto de ser informados?, ¿que pronto se movilizará todo el subsuelo buscando a dos personas, sin nombre, pero con unos determinados rasgos que tardarán muy poco en ser difundido por todas las pantallas del subsuelo?.
¡Es una locura!
- ¿Una locura? ¿Y todo lo que pasa aquí no lo es? Tú me hiciste llegar hasta el subsuelo para que conociera ese infierno, para que lo analizara y para que actuara en consecuencia. Pues ahora lo veo claro, ahora sé que antes de mi misión en Diamond Dogs, tengo que terminar la que nos compete aquí.
Ellos no tienen escapatoria, no Moníz, pero sí tienen futuro. El futuro que nos acaba de enseñar Ajeb, el futuro de la lucha contra la opresión.
Para ello tienen que conocer qué pasa realmente en el subsuelo, cómo se los manipula, cual es su futuro en el INFRA, y por supuesto lo más importante.
- ¿Lo más importante, y qué es más importante que eso?
- Lo más importante es que conozcan a Niquaoj Ajeb, a alguien que murió luchando por un grupo de personas a las que apenas conocía. Pero aún así sabía que nadie merece ser subyugado por intereses tan depravados.
¡Eso les hará reaccionar, y solos se labrarán su futuro!

Las puertas se fueron cerrando, tan lentamente como se habían intentado abrir antes, con la última brisa que entró por la rendija, brotó una lágrima de unos ojos acuosos llenos de resignación.
- Sé cómo podríamos hacerlo.
- ¿Cómo?
- Necesitamos llegar hasta mi guarida
- ¿Al observatorio?
- Sí, desde allí podremos acceder al ordenador central, sólo necesitaré unos minutos, espero.
- Necesitaremos convencer a todos de lo que hemos visto, será difícil.
- Pero no imposible, ya se nos ocurrirá algo.
La conversación nos hizo olvidar el tiempo dentro de la plataforma y para cuando teníamos decidido nuestro plan, ya se estaba abriendo la compuerta que nos adentraría en la oscuridad de un pasillo impregnado de hedor.

Enter meditaba si su idea de volver al pozo carcelario era la acertada mientras andaban por un largo pasillo dentro del subsuelo. Al mirar a Moníz y contemplar cómo se recogía el pelo con destreza y soltura, haciendo que su belleza hipnótica se realzara, sus dudas se disiparon de inmediato. Estaba en el camino correcto.
Casi al final del largo corredor vieron a alguien escribiendo con rapidez en la pared, de espaldas a ellos. Al oír sus pasos, detuvo su mano ágil, les miró fijamente y continuó con su escritura veloz. Ellos se detuvieron para contemplar lo que el personaje de la gorra de beisbol escribía a grandes letras.
“ El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo.”

Se dio la vuelta hacia ellos, se quitó la gorra saludándoles y descubriendo su luminoso cabello rubio cobrizo y ondulado, su tez clara y unos ojos brillantes y ensoñadores. Era una mujer delgada y estilizada que les sonreía como esperando algún comentario a lo que acababa de escribir.
- Hola, me llamo Celix –les dijo alargando su mano para estrechárselas.
Después de las presentaciones Enter y Moníz leyeron con calma lo que ella había escrito en la pared. La autora guardó silencio observándoles.
- Por vuestra imagen, se diría que habéis afrontado algo más que “miedo” –dijo Celix sonriente.
Fue entonces cuando ambos se dieron cuenta del aspecto sucio y lamentable que arrastraban.
- Mucho más que miedo ha pasado sobre nosotros y seguimos estando aquí. Ahora intentaremos que todos vean donde se localiza el horror del subsuelo –dijo Moníz.
- Puedo ayudaros. Pertenezco a un grupo reducido que intenta organizar alguna forma de rebelión contra esta vida carcelaria. Aunque lo cierto es que es muy peligroso, y cuando detienen a alguno de los nuestros no volvemos a verlo jamás.
- A algunos de tus compañeros habremos visto en el sitio de dónde venimos, de las mazmorras del subsuelo –dijo Enter con tristeza palpable en su voz.
- Hay que ponerse en marcha, deben estar buscándonos – Moníz apremió.

Los tres iniciaron el paso con rapidez, mezclándose entre la multitud que se movía por andenes y pasillos, escaleras y plazas, Enter iba unos metros detrás de la pareja que formaban ellas, Moníz aceptó la gorra que le ofreció Celix colocándosela de modo que ocultaba algo su rostro.
Entraron en un vagón apresuradamente y Enter logró entrar con las puertas semicerradas. Agitado por el vértigo de la carrera, sudoroso y con la respiración acelerada, se agarró a un pasa manos, permaneciendo de pie y buscando con la mirada entre el vagón repleto a Celix y Moníz.
El gusano mecánico inició su movimiento. Un pasajero que estaba de pie junto a él le dijo en voz baja - Hermano, debes llevar poco tiempo por estos lares para desconocer que con el aspecto que llevas, los S.C. te detendrán en cuanto te vean.
El tren realizó su parada y el hombre se bajó, cruzándose con dos S.C. que se adentraban en el vagón. Enter pudo localizar con la mirada a Celix y Moníz que se encontraban sentadas, también ellas se percataron de la presencia amenazante de los guardias.
Moníz le hizo señas para que bajaran en la siguiente estación, Enter se colocó lo más apretujado posible entre los viajeros para pasar desapercibido. La pareja de Seguridad Central apartaba a los viajero a su paso buscando a Moníz con la referencia de la imagen que se transmitía por las pantallas de información del tren, una imagen poco clara en la que se la veía con gabardina y su rostro semioculto por el cabello; la imagen de Enter ,que iba junto a ella, no se le distinguía en absoluto la cara al ser tapado por uno de los S.C. cuando lo llevaban a las mazmorras.
Celix le pasó a Moníz un ejemplar de “Bajo la ruedas” de Herman Hesse y ella se lo puso cerca de sus ojos leyéndolo y ocultando su rostro.
La siguiente parada llegó y con rapidez se levantaron, saliendo del vagón; Enter emergió entre la masa en la que estaba oculto y saltó del vagón cuando las puertas iniciaban el cierre.

Ya estaban cerca del observatorio secreto de Moníz; ahora podrían seguir con su plan.

¿Qué diferente se ven los pasajeros, desde mi primer viaje?, parece que ha pasado tanto tiempo, ahora sé qué piensan, sé porqué esos rostros evitan el más leve contacto con su compañero, entiendo la deshumanización de estos seres enclaustrados en el subsuelo. Como dijo alguien que ahora no logro recordar: “para saber cómo piensan las hormigas debes ser una de ellas”.
- ¿En qué piensas Enter?
- ¿Qué? No nada, nada, cosas que me rondan por dentro.
- Lo conseguiremos, ya estamos tan cerca.
Al fondo de aquel pasillo se divisaba el cartel de ¡Beba Coca Cola! y el brillo en los ojos nos delataba una adrenalina emergiendo de nuestro interior.

- Celix, ¿todo claro?
- No te preocupes Moniz, tendrás Plaza Auster rebosando de personas ávidas de conocer otra realidad del subsuelo.
Después de escuchar las consignas que mi “luz del subsuelo” le indicó y explicarle el emplazamiento del observatorio secreto, decidida y estimulada por las revelaciones que acababa de conocer, Celix se marchó hacia su cometido.
Sin duda Moniz era una gran estratega, Celix aprovecharía sus influencias y su intensa fuerza persuasiva para que todo ser vivo en el subsuelo con un mínimo de inquietudes estuviera cerca de Plaza Auster, y con ello las reacciones serían más efectivas.
Siempre que alguien enciende una mecha, si quiere una gran explosión, debe tener cerca una buena carga de dinamita, no solo explotará la pólvora cercana, también lo hará la que se encuentre lejos por simpatía.

La oscuridad de las escaleras de subida al observatorio, o sieth que era el nombre con que Celix lo había rebautizado, parecía un día claro comparado con todo lo que habían vivido recientemente.
Después de comer algo rápido y ligero, Moniz le indicó que sería más que oportuno y saludable que se duchara y se cambiara, en su vestidor encontraría ropa adecuada. Enter se desprendió de su harapienta vestimenta, irreconocible a la que llevaba cuando bajó las escaleras del subsuelo por primera vez.
Recordó de nuevo que tenía pendiente la entrevista en Diamond Dogs en pocas horas y era fundamental llegar a tiempo y lograr introducirse en su estructura de investigación científica y desarrollo sinestético.
El agua caliente de la ducha sobre su cuerpo le relajaba y reconfortaba, se encontraba ausente de todo, de sí mismo, cuando de improviso la puerta de la mampara se abrió, produciéndole un sobresalto, más aún cuando vio como Moníz se incorporaba a una ducha conjunta en la que los dos se fundieron en una eterna ausencia de todo, de sí mismos; se fundieron en un eterno hallazgo de la nada, en una fusión de fuego y silencio interior bendecida por el líquido elemento.

- Me queda poco tiempo –le dijo Moníz preparando la mesa de mandos del observatorio.
- No te preocupes, podremos hacerlo y espero poder llegar a la reunión en Diamond Dogs. Es vital para el futuro y tú seguirás siendo mi guía, mi luz del subsuelo ….y de todo.
- Nada es lo que parece ser. Espero y deseo que estés preparado para las próximas novedades, Enter.
Enter recordó la misma frase que le oyó al misterioso anciano de blanco en la segunda ocasión que le habló. El personaje misterioso que sólo él lograba ver también le afirmó con claridad esa idéntica observación. ¿Tendría relación?
Guardó silencio observando a Moníz, temiendo preguntarle, temiendo repuestas inesperadas. Sólo se mantuvo en silencio contemplándola mientras ella manipulaba con destreza la computadora, permaneció inmóvil y hechizado viéndola actuar rebosante de energía y determinación, plena de seguridad y firmeza.

Sólo se dirigió a mí cuando tenía la conexión totalmente preparada.
- Bien Enter, tu turno.
- Pero, y las imágenes, no tenemos nada que corrobore nuestra versión.
Hasta aquel momento no había comprendido que no bastaría con mis palabras, sabía qué decir, pero ¿por qué me iban a creer? ¿Qué podría aportarle para que creyeran en mí?
- No te preocupes por las imágenes, tú sólo di lo que tienes que decir, cuando termines, yo me encargaré del resto.
No dudé ni un instante de ella, su firmeza me dio lo poco que me faltaba.

El sonido de las agujas del reloj sonaba en el silencio más profundo, justo cuando llegó la manecilla grande a las doce, hora prefijada por Moniz y Celix, mi micrófono estaba abierto, comencé a hablar para todos los habitantes del subsuelo:
- Bienvenidos todos al conocimiento. Todo cambio tiene un principio, el vuestro ha llegado.
Os habla un desconocido, un desconocido como tantos y tantos que os cruzáis cada día en los andenes.
Yo llegué un día y os observé, no merecíais nada, no ofrecíais nada, tan solo veía en vosotros indiferencia.
Pero tuve la suerte de encontrar a alguien; sí, a alguien que ahora podéis tener a vuestro lado puede ser el guía, cualquiera de ellos puede ser quien os enseñe. ¿A qué? A conoceros, a conocer lo bueno que hay en cada uno de vosotros.
Aquí existe un régimen que fomenta lo contrario, fomenta vuestro egoísmo individual, la lacra de la sociedad.
Si cada uno miramos a nuestro alrededor y solo vemos enemigos, jamás saldremos de este lugar; todos los que tenéis a vuestro alrededor son iguales a vosotros, son vuestro pilar, si nos apoyamos en el prójimo conseguiremos una sociedad más justa, más ecuánime y ante todo más humana.
Os tienen un velo sobre los ojos, ¿de verdad no os habéis preguntado nunca hacia donde viajáis? ¿qué objetivo tenéis en esta cárcel de pasillos y andenes?
Yo os lo voy a contar: Os utilizan, esos que en pos de la seguridad manejan el subsuelo, esos que gobiernan un caos permanente, esos que han hecho del terror su principal baza; esos tan solo os utilizan para fines totalmente económicos. Con vosotros tienen mano de obra gratuita, esclavos escondidos en las entrañas de un mundo caótico, sin saberlo trabajáis para ellos, subsistís para ello con el dominio del miedo.
Con las ganancias que obtienen financian nuevos proyectos, y en breve dominarán el mundo, este que es aunque mísero, pero nuestro mundo.
Por eso hoy os pido que nos rebelemos todos juntos. Nunca olvidemos que la única lucha que se pierde es la que se abandona.
No sé si todos conocisteis a Niquaoj Ajeb, después de hoy todos le conoceréis, él se rebeló contra el sistema, él fue el primero que creyó en todos vosotros.
Lo conocí en las mazmorras ¿que donde están esas mazmorras?, donde van todos los que se llevan, donde poco a poco iréis todos si no lucháis, Él me enseñó que merecéis la pena, que todos merecemos ser libres, libres para elegir, libres de cadenas para ser tal como somos, murió por vosotros y eso sin conoceros a la mayoría, él debe ser vuestro guía.
Tan solo os quiero decir una última cosa:
No sé si hay escapatoria, pero si lucháis tendréis futuro.

Dicho esto el silencio paralizó a todos en el subsuelo, hasta yo quedé mirando hacia un futuro sin verlo. Tan solo Moniz con presteza se subió la camiseta y de unos abdominales marcados bajo sus pechos apareció una pequeña cavidad, de la que brotó un mecanismo articulado que se conectó a la computadora que había manejado con tanta presteza.
Todo parecía imaginado, todo excepto las imágenes que se fueron proyectando en los monitores de nuestro alrededor y todos los del subsuelo. Como en una película digna de una superproducción, minuto a minuto se fue viendo las miserias del subsuelo que habíamos experimentado en las mazmorras, cómo Ajeb nos había ayudado, y cómo era utilizado el ser humano para fines ruines.

Desde el sieth, Enter observaba a Celix y a un grupo que la seguía cómo iban inflamando la llama que ellos habían prendido. Se volvió buscando con la mirada a su compañera y la vio echada en el suelo, tratando de desconectarse a la computadora .
Enter se arrodilló junto a ella y la sostuvo en sus brazos mientras ella se quitó los últimos apliques.
- Sí, Enter. Soy un robot.
Él permaneció en silencio, sosteniéndola y acariciándole el cabello.
- Ya te dije que me quedaba poco tiempo y con el acople al ordenador central, mi existencia llega a su punto término.
- Pero, con todos mis conocimientos en energía sinestética y módulos plasitrónicos, no me he dado cuenta de tu naturaleza robótica. No lo entiendo.
- Soy el resultado de las más avanzadas tecnologías llevadas en secreto por Diamond Dogs. Es muy difícil distinguir alguna escasa diferencia exterior con un cuerpo humano. La idea que tienen es crear iguales a mí, un arma de combate, teledirigido y programado. Yo soy el prototipo avanzado.
Darshan supo de los fines a los que nos destinarían y destruyó el proyecto, sin que la organización sospechara de él. Les hizo creer que yo también había sido destruida en un incendio fortuito.
- Deja de hablar, no importa ahora. Hay que buscar fuente de alimentación sinestética para recuperar tus constantes.
- Déjame terminar de explicarte. Es importante para el futuro. Entrarás en el proyecto Omnius si logras salir del subsuelo. Conocerás a Darshan y será tu apoyo mayor en Diamond Dogs; a mí me descubrió la realidad y por eso llegué hasta ti, para que podamos tener esperanza y justicia en un futuro y tú tendrás mucho que hacer para lograrlo.
- Está bien Moníz, lo entiendo pero ahora tenemos que reponer los daños causados en tus circuitos plasitrónicos. Tengo que intentar…
- Yo no tengo escapatoria –Moniz le interrumpió tocando sus labios con un dedo y sonriéndole.
- Pero…
- Enter, entiéndelo, me quedan pocos minutos de existencia. De todas formas tenía mi caducidad prevista para dentro de 14 días 19 horas, 26 minutos y 32 segundos. Mi tiempo de existencia es sólo de 5 años. Por ello tuve que recurrir a atraerte hacia el subsuelo tan bruscamente. No hubiera tenido otra oportunidad para que conocieras lo que ocurre bajo la superficie.
- ¡No te vayas! Podré buscar alguna solución. Moníz por favor, no me dejes…
- No hay tiempo –sus ojos se entrecerraban y sus palabras salían cada vez más espaciadas y lentas
- ¡Moníz! –Enter sollozaba como un crío, abrazándola y sosteniendo su cabeza. La besaba el cabello, desbordado por las lágrimas. Le besó en los labios. Moníz parecía querer decir algo.
- Darshan te ayudará. Seguro que...te.... encontrará….....
No me olvides, Enter…..
- ¡Moníz!

Lanzó un grito desgarrado pronunciando su nombre, bañado en lágrimas con ella en sus brazos, inundado por una soledad abismal.



*Tartessus Baobab y Masmoc Utopía.