sábado, 19 de abril de 2014

Paz Atemporal


Algo me despertó, una agitación inusual en mis desvelos de madrugada me hicieron saltar de la cama, el primer contacto con el suelo de mármol, me provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza.
Un correr silencioso me llevó hasta la habitación de mi pequeño, el verlo con la sábana trenzada a su cuerpo provocó paz en mi alma.
Me acerqué, tras luchar para desenredar su cuerpecito de las sabanas, lo besé en la frente, me lo agradeció con una sonrisa angelical.
Tras unos instante la agitación me volvió, corrí hasta el cuarto de mi niña, al comprobar como un gesto de su cara me mostraba el placido sueño que tenía, volví a tener paz en mi ser. La besé, sin abandonar las desventuras de su mundo onírico, su mano acarició mi rostro.
Entonces, la agitación regresó, recordé que ella dormía junto a mí, había salido con tanta precipitación del dormitorio que no había mirado hacia su lado de la cama.

Volví a mi cuarto, la luz de la farola que penetraba por la ventana se reflejaba sobre su cara, descubría un respirar tranquilo.
Volvió a mí una paz en mi aura que me llevó a rodear la cama y postrarme sobre ella para besar unos labios secos por el frío de la noche.
Su cuerpo pasó de un sueño profundo a un duermevela que aproveché para decirle:
¡Gracias por todo!
Ella me correspondió en un susurro con un ¡te quiero! para volver a entregarse en los brazos de Morfeo.

La agitación volvió a mí, una luz cegadora inundó la habitación para descubrirme la silueta de mi cuerpo acostado junta a ella.
Me volví hacia la luz, envolviéndome en su manto y provocando en mi una...
¡paz atemporal de espíritu!



     * Tartessus Baobab