viernes, 23 de abril de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo X: Tull

Las aguas de El Gran Río bajaban hacia Maresma salvajes y veloces aniquilando a la mitad del ejército droide, el resto permaneció dentro de la nave. La inesperada acometida líquida hizo que el comandante Exipión ordenara replegarse al resto de su ejército y despegar la enorme nave huyendo del lugar.

-Renaín, comunica al pueblo que el camino está por delante. Es la hora de la marcha.-Dijo Godbluf con gran determinación.
Renaín cogió los dos cuernos que guardaba en su pequeña bolsa, miró a Eritra dirigiéndole una leve sonrisa mientras esta le observaba expectante ante los movimientos que él hacía. Alzó los cuernos al cielo en cada mano y los golpeó uno con otro produciendo un sonido seco y vibrante.
Seguidamente con la punta de cada uno hizo un orificio en el otro, cerca de la misma punta. Los unió entrelazados por el agujero, acercó a su boca la parte delgada de ambos donde tenía los orificios y sopló a través de ellos emitiendo un sonido grave y denso que crecía en cuerpo al final de su clamor.
Renaín volvió a coger aire y creó el sonido de nuevo otras dos veces oyéndose en todo el poblado.
-Hermanos y amigos de otro mundo,- volviéndose hacia ellos dijo Renaín a Starless, Godbluf, Eritra y Melkart –el camino está por delante.

Todos los habitantes del poblado comenzaron a llegar a la plaza bajo las escalinatas donde se encontraban ellos. Iban cargados a la espalda con una especie de mochila donde llevaban repartidos proporcionalmente utensilios de campaña, armas, alimentos y todo lo necesario para estar fuera de su hogar por un cierto tiempo.
Organizadamente fueron alineándose y ocupando un lugar preestablecido, de forma ordenada y en completo silencio. Llegaron allí absolutamente todos, hombres, mujeres y niños. Permanecieron de pie sobre el barro provocado por el Gran Río y cuando ya a nadie tenían que esperar, Godbluf les habló.
- ¡Pueblo de Tull! Nuestro camino está por delante. Esperábamos el inicio de nuestra peregrinación y el momento ha llegado. Nuestro Legado nos dice que desde los cielos llegarán unos extranjeros.-Miró a Eritra y Melkart y los señaló con el dedo.
- También sabemos que los extranjeros podrán ser amigos.- Dijo Starless señalando hacia ellos.
-Cierto es.- Continuó Godbluf.-Como lo es que podrán ser enemigos; y así son los otros extranjeros que pretendían atacarnos. Enemigos.
-Estamos preparados para las dos situaciones y ambas se suceden al mismo tiempo. Por ello Eritra y Melkart nos acompañarán en nuestro éxodo.- Dijo Starless mirando a ambos.
Renaín entro en la casa y salió rápidamente con dos mochilas que le entregó a Eritra y a Melkart. Estos se la colocaron a la espalda.
-La Gran Caza se ha realizado con éxito y Utobab ha manifestado su latir. Los extranjeros han llegado de los cielos y nuestro Legado nos indica seguir.- Dijo Godbluf a todo el pueblo allí congregado, apartándose a un lado y bajando un peldaño de la escalinata.
Starless ocupó el otro lado de la escalinata bajando un escalón y mirando a Renaín dijo –Guíanos Renaín.
Renaín hizo un gesto con la mano a Eritra y Melkart para que le siguieran y comenzó a bajar los escalones emprendiendo la marcha seguido por ambos, Godbluf , Starless, y el pueblo entero. Solamente se escuchaban las pisadas sobre el barro al caminar, ninguna voz resonaba en el grupo de unas mil personas, ningún sonido salvo los pasos en la tierra enfangada y en los charcos de agua que encontraban en su caminar.

Cuando llevaban unas tres horas de marcha a través del bosque Renaín se volvió hacia todos indicando que pararían a descansar y reponer fuerzas durante media hora. El lugar que eligió estaba cubierto por encinas y robles, era una zona elevada desde donde se podía divisar el valle y el Gran Río, y desde donde difícilmente podrían ser detectados por tierra o por aire.
Melkart y Eritra se sentaron en la hierba junto a Renaín donde este apoyaba su espalda sobre una gran roca, ya había sacado de su mochila un trozo de pan dulce que ofreció a los dos. Melkart puso sobre la hierba su alforja de agua y los tres comenzaron a comer y beber, momento este que aprovechó Melkart para preguntar a Renaín.
- ¿Esperabais nuestra llegada?
- Desde que nos conocimos, los acontecimientos se han sucedido deprisa y no hemos reparado lo suficiente en que sois extranjeros. Os pido disculpas.
- Aceptadas – dijo Eritra.
- La noche que aparecisteis era mi Gran Caza. ¿Lo entendéis?
- Entendemos que se produjo con ello algo así como la culminación de tu paso al mundo adulto-dijo Eritra ofreciéndole la alforja de agua a Renaín.
Renaín la cogió no sin antes rozar sus dedos con Eritra y sus ojos verdemar chispearon mirándola fijamente. Dio un sorbo y continuó la charla.
- Cuando me enfrenté al bravo animal conseguí superar la última y definitiva prueba de aprendizaje, no para entrar en el mundo de los adultos, sino para pertenecer por derecho propio a mi condición de Hermano del Sol, igual que mis dos maestros a los que ya conocéis.
- ¿Todos los jóvenes de tu pueblo deben pasar esa prueba?- Preguntó Melkart.
- No exactamente. Cada año se selecciona a un chico o chica de diez años entre todos los de su edad teniendo en cuenta sus habilidades mentales y físicas. Transcurren después varios años de aprendizaje intenso en todas las especialidades intelectuales y físicas. Lo que aprendemos en ese tiempo muy difícilmente podrá realizarlo otra persona en toda su vida. Starless y Godbluf han sido durante estos años mi Maestro de Día y mi Maestro de Tarde respectivamente. Starless se ocupó de mi instrucción en todas las artes de combate y de destreza física. Godbluf fue quien me guió por los vericuetos del conocimiento en todas sus artes y ciencias…
- Entonces podemos considerar que eres un privilegiado- afirmó Eritra sonriente.
- Podríamos decir que si, que he luchado por acceder a La Gran Caza y lo he conseguido. Cada dos años un aspirante menor de veinte años obtiene ese honor. Al llegar a esa edad sin optar a La Gran Caza se entiende que terminó el aprendizaje y debe abandonar su formación para ocupar algún cargo designado por los maestros dentro de la estructura de Tull. Muy pocos podrán enfrentarse al toro-buey.
Renaín seguía comiendo y bebiendo mientras conversaba. Melkart y Eritra sin embargo prestaban mayor atención a la conversación e incluso Renaín les apremió para que repusieran fuerzas ahora que podían. Este continuó informándoles.
- Mi aceptación como Hermano del Sol culminó junto a mi pueblo, en presencia vuestra, con la manifestación latente de Utobab y su aprobación. Cuando Godbluf dio por terminada La Gran Caza me convertí en nuevo Hermano del Sol. A partir de ahora podré ampliar y compartir nuevos conocimientos con mis hermanos y adentrarme en el Legado de las Estrellas, los antiguos escritos de nuestros antepasados que dan sentido a nuestra existencia.
- Y nosotros hemos llegado a bordo de una enorme nave espacial con un ejército mecánico preparado para destruir vuestra civilización.- Dijo Melkart con pesar.
- No te sientas culpable Melkart, ya oísteis las palabras de Starless y Godbluf. Nuestro Legado nos dijo que vendríais y me siento afortunado por ser yo quien os recibió.
Renaín se puso de pie y avisó a los demás que se preparan para reemprender la marcha. Recogían los tres sus mochilas cuando Eritra le preguntó mientras se colocaba con destreza la suya a la espalda - ¿Cómo es que sabían nuestros nombres cuando llegamos a Tull? Dices que sabíais que llegaríamos desde el espacio pero no entiendo que Starless y Godbluf supieran nuestros nombres.
- Tienes razón Eritra, no conocíamos vuestros nombres hasta que no os presentasteis.
- Pero ellos lo supieron antes de conocernos.
Renaín levantó una mano indicando a su pueblo que proseguían caminando por donde él guiaba. Todos le siguieron en silencio y de forma ordenada. Eritra se colocó junto a él mientras caminaban mirándole desafiante esperando una respuesta. Renaín miró al cielo, a Melkart que iba dos pasos atrás en silencio pendiente de la conversación y finalmente a Eritra, movió la cabeza afirmativamente dos veces y dijo.
- Estimo que debéis conocer un secreto que sólo comparten los maestros y muy pocos de los que han recibido enseñanzas de los maestros. Debe seguir siendo secreto.
Miró a los dos con seriedad haciendo una pausa e invitando con un gesto a Melkart para que se pusiera también a su lado.
- Durante nuestro aprendizaje a algunos de nosotros se les despierta una puerta mental que abre nuevas posibilidades de comunicación y percepción sensorial. Nuestros maestros son los primeros en detectar el brote de esa cualidad, incluso antes que nosotros.
En ese momento se detuvo dándose la vuelta. Godbluf también estaba parado y mirándole directamente a los ojos. Todos se pararon en silencio. Así estuvieron unos quince segundos, mirándose los dos directamente a los ojos con actitud serena y relajada hasta que los dos bajaron la cabeza afirmativamente al mismo tiempo, sin dejar de mirarse y sonriendo con un gesto de aprobación.
Eritra los observaba intentando descifrar qué ocurría en ese instante, Melkart miraba a ambos lados del sendero con gesto algo nervioso, cómo esperando que algo inesperado surgiera de entre los árboles.
Renaín se giró reanudando el paso y todos continuaron avanzando. Eritra y Melkart continuaban caminando junto a Renaín, ahora los tres en silencio mientras superaban una elevación del terreno con cierta dificultad, hasta que Eritra preguntó – Renaín, ¿cómo sabían nuestros nombres ?
- Yo os presenté ante los maestros, les dije vuestros nombres cuando llegamos a Tull. No me fue preciso hablar. Sólo necesité mirar a los ojos a Starless y a Godbluf y comunicarme mentalmente con ellos. Utilicé las técnicas mentales que ellos me enseñaron a desarrollar y controlar.
Los tres quedaron en silencio tras la respuesta de Renaín continuando ascendiendo.
- ¿Y por qué esa cualidad debe ser un secreto para el resto de tu pueblo?- preguntó Melkart.
- Nuestro Legado nos dice que todas las personas tenemos derecho a ser distintos unos de otros. Los Hermanos del Sol ya somos distintos del resto de nuestro pueblo. Formamos un grupo minoritario que rige los destinos de nuestra sociedad, un conjunto de personas con elevada formación, e incluso los que no llegan a formar parte de la hermandad también ocupan puestos de responsabilidad según sus condiciones y valía. Ya somos distintos de la mayoría de nuestro pueblo. Nuestro Legado nos dice que ser distinto no es ser mejor ni peor, solamente es ser diferente. No pretendemos aumentar la distancia visible entre los que tenemos esa cualidad y los que no.
- Pero existe una gran diferencia por tener esa cualidad – dijo Melkart.
- La hay, pero no la hacemos ostensible al no mostrarla. Sin embargo no toméis una idea equivocada de nuestro pueblo como inculto e ignorante. Todo lo contrario, es un pueblo instruido y culto donde se alienta el conocimiento y el valor del esfuerzo como crecimiento personal y de la propia comunidad.
- Lucháis contra la ignorancia impidiendo que crezca entonces.
- No exactamente Melkart, en nuestro pueblo ni siquiera nace. Nuestro Legado apunta que hay que desterrar a la ignorancia porque es la fuente de las mayores plagas y es la que nos lleva a temer y rechazar lo diferente.

El intenso sol que los acompañó durante todo el día comenzaba a descender por el horizonte. Las sombras extendían sus pliegues sobre la montaña en la que permanecían.
Renaín detuvo la marcha y toda la comitiva se dispuso a montar las tiendas de campaña mientras otros grupos se encargaban de preparar la cena y montar los puestos de vigilancia. Pasarían la noche resguardados en sitio seguro. Al alba continuarían el recorrido durante unas cinco horas hasta alcanzar Maresma.

Cuando ya todos habían cenado y se estaban preparando para dormir, Eritra se alejó algo del grupo sentándose a los pies de un roble. Quería estar a solas para hacer una revisión rutinaria de sus circuitos plasitrónicos puesto que no lo hacía desde que llegaron a Utobab.
Activó su sensor radar para asegurarse de que se encontraba a solas en un radio de al menos cien metros. Se quitó la blusa que llevaba, quedando desnuda de cintura para arriba. Recitó en voz alta una clave secreta sólo conocida por ella además de su creador y al segundo se desplegó una pequeña pantalla desde una abertura aparecida a la altura de su vientre, la cogió entre sus manos y comenzó a pulsar la pantalla con sus dedos para evaluar su estado técnico. Todo estaba en orden, sus circuitos de recarga solar estaban a pleno rendimiento y las demás funciones de su ingeniería mecánica estaban en perfecto estado. Volvió a recitar su clave y el dispositivo desapareció en su interior sin dejar señal aparente en su piel sintética.
Se puso de pie junto al árbol, recogió su prenda de vestir y al ponérsela rebobinó en su almacén de memoria para oír de nuevo en su interior las palabras de Renaín “..ser distinto no es ser mejor ni peor, solamente es ser diferente. No pretendemos aumentar la distancia visible..”
Eritra comprendía perfectamente esas palabras pues ella misma mantenía el secreto con Melkart de su condición de robot. En la Tierra era un robot y en Utobab la trataban como un humano, la distancia visible se reducía incluso para ella y se identificaba con Renaín. Hablaría con Melkart para seguir guardando el secreto de su gran diferencia para disminuir la distancia entre ella y los humanos.

Al alba emprendieron de nuevo la marcha hacia Maresma.
Melkart le comentó a Renaín que el camino hacia Maresma no era el mismo por el que llegaron a la ciudad de Tull, a lo que este respondió que ese era el camino designado para el éxodo.
- Godbluf puede que te aclare esa circunstancia, él es el que mejor conoce el Legado de las Estrellas – le dijo Renaín.
Se giró hacia el grupo que lo seguía y buscó con la mirada a Godbluf explicándole mentalmente las dudas de Melkart.
Godbluf aceleró el paso hasta alcanzarlos y con una gentil sonrisa se dirigió a Melkart.
- Ya conoces algunas características de nuestra civilización, sabes que algunos de nosotros podemos comunicarnos mentalmente y que ello debe permanecer secreto.
- Así es.
- También sabéis que esperábamos la llegada de visitantes de otro planeta que podrían llegar con la mano tendida o empuñando un arma.- Terminó la frase guardando silencio a la espera de la confirmación de Melkart a sus palabras.
- Si…, si.. – afirmó Melkart con cierta impaciencia.
- Es nuestro Legado de las Estrellas el que nos dijo que vendríais. Nos hemos preparado para luchar contra el enemigo invasor y nuestro plan pasa en primer lugar por llegar a Maresma. ¿No te resulta extraño que el enemigo no nos haya molestado desde que abandonamos Tull?
Melkart se quedó sin responder, con una expresión inquieta deseando que Godbluf le aclarara sus dudas.
- Por este camino que hemos tomado Exipión no tendrá oportunidad de localizarnos hasta que estemos a media hora de distancia aproximadamente de Maresma. Toda esta zona que atravesamos está cubierta por campos magnéticos que hacen imposible que desde la nave nos puedan localizar por medio de los sensores de detección. Por eso no hemos usado la ruta por la que llegasteis en la que si estábamos expuestos a ser fácilmente localizados.
- Y después de Maresma…
- Primero hay que lograr llegar hasta allí, créeme que no será fácil aunque hasta ahora no hayamos tenido mayores problemas. Ya sólo nos queda casi una hora de marcha y podremos entrar en Maresma.
El nombre del inmenso cenagal donde por poco pierde la vida le producía escalofríos.

Cuando desde la ladera de la montaña por la que bajaban ya se podía distinguir Maresma , observó Melkart que el medallón que portaba brillaba en una de las puntas que representaba el sol. Lo abrió viendo en la pequeña pantalla un punto luminoso que se acercaba hacia ellos.
- Godbluf, la nave de Exipión nos ha localizado y se dirige directamente hacia nosotros…….


Masmoc Utopía

domingo, 4 de abril de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo IX: El Gran Río

Las palabras salieron de mi boca como si exhalara un último aliento:
-Se han adueñado de la nave….
Me miraban esperando una explicación que diera claridad a tan extraño comentario. Mi silencio pronunciado en el tiempo, oscureció aún más el momento y creó un grado de expectación tal, que el hombre mayor se levantó, con gesto tranquilo y magnánimo, diciendo:
-Ahora id todos a descansar, no salgáis hasta que yo os convoque La Gran Caza se da por finalizada.
Nosotros subimos la escalinata junto a los dos hombres y Renaín y entramos en la casa.
Pensaba en lo ingenuo que había sido, una empresa tan importante como aquella no podían supeditarse a un ser imperfecto, por muy preparado que estuviese, ¡somos imprevisibles! nos pueden preparar para alguna misión, pero la esencia del ser humano es tan perfecta en su imperfección, que por muy moldeado que este, siempre puede cambiar a su libre albedrío.
Era evidente, existía un segundo plan por si fallaba el primero, y este se había puesto en marcha. Todo mi mundo se destruía.
¿Que decisión tomar?, mi única salida pasaba por creer en unos seres de los cuales aún tenía reticencias sobre su verdadera evolución y estaban rodeados de incógnitas, seres que parecían esperarnos, ¿Por qué?
Mi decisión fue tomada por sentido común, la vuelta a tras era imposible, y Euritión y Eritra dependían de mi.
Desperté de mis pensamientos y me encontré sentado frente a unas caras expectantes que esperaban una explicación de todo, o ¿sabrían perfectamente que ocurría?
La estancia era un lugar austero compuesto por una mesa de unos diez centímetros de altura la cual rodeábamos, algunas figuras decorativas en bronce, sobre la que prevalecía un gran sol, y dibujos representando a los seres que habitan Utobab; todo ello iluminado por un gran ventanal al fondo orientado al este y otro orientado al oeste.
-Procedemos de otro planeta, que se encuentra en vía de extinción, los pobladores de mi planeta me enviaron en busca de un lugar donde crear un nuevo futuro para nuestros hijos.
Pero antes de tomar una decisión tenía que conoceros.
Con una calma de espíritu que sobrecogía, el hombre mayor que se hacía llamar Godbluf, dijo:
-¿Y que has decidido?
-Ya da igual lo que haya decidido, es tarde, ellos han tomado la nave.
Algo precipitado por el misterio que aún conservaba dijo Renaín:
-¿quienes son ellos?
-Un ejército preparado para el exterminio que lo arrasará todo a su paso.
Dijo Eritra afirmando una conclusión tomada al amparo de mi evidente frustración.
Sus palabras aún resonaban en la habitación cuando un sonido ensordecedor fue encrechendo hasta devorar los sonidos de la noche.
Nos acercamos al ventanal del este con premura y una luna intensa desapareció tras una sombra que albergaba el fin de mi propio mundo. La nave aterrizó en una gran explanada río arriba.
-Tenemos que huir estamos a tiempo.
Godbluf pareció percibir algo, miró a Starless y a Renaín, y volviéndose hacía nosotros dijo:
-Vamos a comer algo, esta noche va ha llover.
-¿Va ha llover?, si el cielo brilla con tal intensidad que en la noche reluce…
No había terminado mis palabras cuando un trueno ensordecedor retumbó en la instancia y comenzó a llover con tanta fuerza que el exterior desapareció tras una pared de agua.
Starless preparó una comida frugal a base de pescado poco hecho y condimentado con una salsa llamada garum, que le daba un sabor apetitoso a la cena.
La tranquilidad y parsimonia con la que aquellos seres afrontaban unos acontecimientos tan extraños y un peligro tan grande e inminente me mantenía aún mas fuera de toda comprensión, de un dominio total de la situación había pasado a ser comparsa en aquella historia que parecía estar diseñada por alguien o algo ajeno.
Godbluf se levantó tras una cena parca en palabras y dijo:
-Ahora descansemos, mañana será un día intenso.
Me acosté sobre el jergón que estaba mas cerca de la ventana, la intensa lluvia me tranquilizaba, sabía que mientras esta persistiera estaríamos a salvo.
Renaín se acostó en el jergón más cercano a Eritra, y vi como la buscaba con la mirada, con sorpresa por mi parte, ella lejos de mantener hacía el muchacho un rechazo permanente, seguía un juego que parecía admitir el cortejo.
Tan solo una pequeña vela se quedó encendida y emitía una luz tenue acrecentada por la oscuridad de una noche apagada por la intensa lluvia, la mirada se me perdió en aquella luz y fui reconstruyendo todo lo acontecido desde que Carmina Burana me despertara para hacerme vivir este sueño.
Caí en un duermevela del que fui despertado por un rayo de sol que penetraba por el ventanal y me provocó una agitación que me hizo levantarme precipitadamente, tras no ver nadie a mi alrededor, el sonido de mi corazón retumbaba por todas mis articulaciones provocado por un miedo indefinido, salí fuera.
Godbluf, Starless, Renaín y Eritra contemplaban a un ejército de droides que se preparaba en perfecta formación y con todo el tiempo que Utobab les ofrecía para arrasar el poblado, saliendo de una nave que relucía bajo un intenso sol que parecía iluminarles el objetivo.
-Huyamos ahora que aún estamos a tiempo.
Grité como si nadie pudiera ver el peligro que nos amenazaba.
Starless se volvió hacía mí y dijo:
-Utobab aún tiene que hablar…
Todo volvió al silencio de la contemplación y Utobab habló…
El Gran Río rugió bajo las montañas y la crecida surcó su cauce con tal ferocidad que desbordó, inundando todo el valle y arrasando parte de un ejército que formaba bajo la nave y no tuvo tiempo de reacción.
El dique y la elevación de las casas sobre las columnas, hicieron que nos mantuviéramos a salvo viendo la batalla librada contra los elementos.
Godbluf dijo con voz solemne:
-Ahora si empieza nuestra huída hacia delante.

Cuando la furia de El Gran Río viajaba hacia Maresma, sobre la plataforma de la nave pude distinguir un droide que levantaba sus brazos desafiantes, Miré a Eritra con sorpresa en la mirada y afirmó:
-El comandante Exipión esta al mando….

Tartessus Baobab