Capítulo IX: El Gran Río
Las palabras salieron de mi boca como si exhalara un último aliento:
-Se han adueñado de la nave….
Me miraban esperando una explicación que diera claridad a tan extraño comentario. Mi silencio pronunciado en el tiempo, oscureció aún más el momento y creó un grado de expectación tal, que el hombre mayor se levantó, con gesto tranquilo y magnánimo, diciendo:
-Ahora id todos a descansar, no salgáis hasta que yo os convoque La Gran Caza se da por finalizada.
Nosotros subimos la escalinata junto a los dos hombres y Renaín y entramos en la casa.
Pensaba en lo ingenuo que había sido, una empresa tan importante como aquella no podían supeditarse a un ser imperfecto, por muy preparado que estuviese, ¡somos imprevisibles! nos pueden preparar para alguna misión, pero la esencia del ser humano es tan perfecta en su imperfección, que por muy moldeado que este, siempre puede cambiar a su libre albedrío.
Era evidente, existía un segundo plan por si fallaba el primero, y este se había puesto en marcha. Todo mi mundo se destruía.
¿Que decisión tomar?, mi única salida pasaba por creer en unos seres de los cuales aún tenía reticencias sobre su verdadera evolución y estaban rodeados de incógnitas, seres que parecían esperarnos, ¿Por qué?
Mi decisión fue tomada por sentido común, la vuelta a tras era imposible, y Euritión y Eritra dependían de mi.
Desperté de mis pensamientos y me encontré sentado frente a unas caras expectantes que esperaban una explicación de todo, o ¿sabrían perfectamente que ocurría?
La estancia era un lugar austero compuesto por una mesa de unos diez centímetros de altura la cual rodeábamos, algunas figuras decorativas en bronce, sobre la que prevalecía un gran sol, y dibujos representando a los seres que habitan Utobab; todo ello iluminado por un gran ventanal al fondo orientado al este y otro orientado al oeste.
-Procedemos de otro planeta, que se encuentra en vía de extinción, los pobladores de mi planeta me enviaron en busca de un lugar donde crear un nuevo futuro para nuestros hijos.
Pero antes de tomar una decisión tenía que conoceros.
Con una calma de espíritu que sobrecogía, el hombre mayor que se hacía llamar Godbluf, dijo:
-¿Y que has decidido?
-Ya da igual lo que haya decidido, es tarde, ellos han tomado la nave.
Algo precipitado por el misterio que aún conservaba dijo Renaín:
-¿quienes son ellos?
-Un ejército preparado para el exterminio que lo arrasará todo a su paso.
Dijo Eritra afirmando una conclusión tomada al amparo de mi evidente frustración.
Sus palabras aún resonaban en la habitación cuando un sonido ensordecedor fue encrechendo hasta devorar los sonidos de la noche.
Nos acercamos al ventanal del este con premura y una luna intensa desapareció tras una sombra que albergaba el fin de mi propio mundo. La nave aterrizó en una gran explanada río arriba.
-Tenemos que huir estamos a tiempo.
Godbluf pareció percibir algo, miró a Starless y a Renaín, y volviéndose hacía nosotros dijo:
-Vamos a comer algo, esta noche va ha llover.
-¿Va ha llover?, si el cielo brilla con tal intensidad que en la noche reluce…
No había terminado mis palabras cuando un trueno ensordecedor retumbó en la instancia y comenzó a llover con tanta fuerza que el exterior desapareció tras una pared de agua.
Starless preparó una comida frugal a base de pescado poco hecho y condimentado con una salsa llamada garum, que le daba un sabor apetitoso a la cena.
La tranquilidad y parsimonia con la que aquellos seres afrontaban unos acontecimientos tan extraños y un peligro tan grande e inminente me mantenía aún mas fuera de toda comprensión, de un dominio total de la situación había pasado a ser comparsa en aquella historia que parecía estar diseñada por alguien o algo ajeno.
Godbluf se levantó tras una cena parca en palabras y dijo:
-Ahora descansemos, mañana será un día intenso.
Me acosté sobre el jergón que estaba mas cerca de la ventana, la intensa lluvia me tranquilizaba, sabía que mientras esta persistiera estaríamos a salvo.
Renaín se acostó en el jergón más cercano a Eritra, y vi como la buscaba con la mirada, con sorpresa por mi parte, ella lejos de mantener hacía el muchacho un rechazo permanente, seguía un juego que parecía admitir el cortejo.
Tan solo una pequeña vela se quedó encendida y emitía una luz tenue acrecentada por la oscuridad de una noche apagada por la intensa lluvia, la mirada se me perdió en aquella luz y fui reconstruyendo todo lo acontecido desde que Carmina Burana me despertara para hacerme vivir este sueño.
Caí en un duermevela del que fui despertado por un rayo de sol que penetraba por el ventanal y me provocó una agitación que me hizo levantarme precipitadamente, tras no ver nadie a mi alrededor, el sonido de mi corazón retumbaba por todas mis articulaciones provocado por un miedo indefinido, salí fuera.
Godbluf, Starless, Renaín y Eritra contemplaban a un ejército de droides que se preparaba en perfecta formación y con todo el tiempo que Utobab les ofrecía para arrasar el poblado, saliendo de una nave que relucía bajo un intenso sol que parecía iluminarles el objetivo.
-Huyamos ahora que aún estamos a tiempo.
Grité como si nadie pudiera ver el peligro que nos amenazaba.
Starless se volvió hacía mí y dijo:
-Utobab aún tiene que hablar…
Todo volvió al silencio de la contemplación y Utobab habló…
El Gran Río rugió bajo las montañas y la crecida surcó su cauce con tal ferocidad que desbordó, inundando todo el valle y arrasando parte de un ejército que formaba bajo la nave y no tuvo tiempo de reacción.
El dique y la elevación de las casas sobre las columnas, hicieron que nos mantuviéramos a salvo viendo la batalla librada contra los elementos.
Godbluf dijo con voz solemne:
-Ahora si empieza nuestra huída hacia delante.
Cuando la furia de El Gran Río viajaba hacia Maresma, sobre la plataforma de la nave pude distinguir un droide que levantaba sus brazos desafiantes, Miré a Eritra con sorpresa en la mirada y afirmó:
-El comandante Exipión esta al mando….
Tartessus Baobab
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Esto cada vez va mas complicado, no se puede imaginar a donde nos va a llevar.
ResponderEliminarABRAZOS.