Capítulo VIII: Maresma
Starless cogió un cuerno de la escalinata, levantó su brazo derecho con ello al cielo, alzó su mirada hacia este gritando con fuerza a los allí congregados – Utobab ; Utobab.
La multitud repitió sus palabras dos veces del mismo modo, de forma armónica como si fueran una sola persona –Utobab ; Utobab. De nuevo realizó la misma operación con el otro cuerno y la enorme voz del poblado elevó su canto de llamada.
Melkart mantenía su cara de asombro tras oir pronunciar sus nombres al hombre mayor. Las voces al unísono de las gentes resonaban en sus oídos - Utobab, Utobab; el planeta donde se encontraban, el mundo sobre el que él tenía la llave de su destino, y le llegaban dudas hacia donde girar la llave, a un lado dejando la puerta cerrada sin intervenir, a otro abrir y continuar la misión original. Todavía no tenía respuestas.
Eritra analizaba los datos sin lograr la explicación al conocimiento de sus nombres, miraba a Renaín intentando hallar una respuesta que no llegaba.
Renaín miraba al cielo y pensaba en las palabras que le dijo “El que perdura” antes de partir a la Gran Caza. No traía respuestas, sólo llegaba con dos desconocidos.
Godbluf miró a Renaín directamente a los ojos y se dirigió a él mentalmente para comunicarle que la llegada de los extranjeros era una excelente y esperada noticia para “El que perdura”.
- * Maestro de Tarde, no entiendo la importancia de la llegada de Melkart y Eritra *- le dijo Renaín a Godbluf usando las técnicas telepáticas adquiridas en sus años de aprendizaje con sus maestros.
- * Pronto lo entenderás, todo a su debido tiempo * - le contestó Godbluf mentalmente.
Unos músicos llegaron hasta la primera fila de la multitud haciendo sonar sus variados instrumentos de percusión y sus extrañas y diferentes trompetas. Unos doce bailarines engalanados con ropajes multicolores danzaban a su vez con una sincronización perfecta. Se podía escuchar enlazado con la música cada ciertos segundos el canto conjunto y ordenado de “Utobab, Utobab” por parte de los allí congregados.
Una inmensa bandada de aves de muy diferentes especies llegó a los cielos del poblado y comenzó a volar en un gran círculo. Desde El Gran Bosque llegó un melódico sonido de viento aullador que se incorporó armónicamente a la música que sonaba. Las aguas del Gran Río contemplaban a todo tipo de peces saltando sobre su superficie repetidas veces. Todo formaba una conjunción de color, sonidos y formas equilibrada.
Starless, Godbluf y Renaín entrelazaron sus manos conjuntamente elevándolas al cielo. Desde la Gran Pirámide salió un rayo carmesí hacia el norte que se perdió en el horizonte. En ese preciso momento la música cesó, las voces callaron, los sonidos del bosque se apagaron, la enorme bandada de aves hizo un vuelo raso sobre las cabezas todos, los bailarines pararon, los tres Hermanos del Sol bajaron sus manos para colocárselas a la altura del pecho mirando a la multitud. Todo el pueblo allí congregado mostraba rostros sonrientes y calmados devolviendo la mirada noble y agradecida en dirección a Renaín.
Melkart miraba a Eritra con ojos interrogantes y esta le hizo lentamente una señal con la mano, indicándole que fuera paciente y continuara inmóvil. A la Gran Pirámide llegó el rayo de color carmesí desde el sur del planeta y se fundió con su mismo inicio, despidiendo una fuente de luz multicolor y cambiante que bañó por completo a Utobab durante unos doce segundos.
A continuación una subita quietud invadió a Melkart, una sensación de bienestar y equilibrio latentes en su ser que nunca antes había sentido. Eritra le miró y observando algo extraño en él se colocó a su lado, aprovechando que ya se producía movimiento en toda la gente de la reunión. Renaín observó a Eritra y se dirigió hacia ella con ánimo de hablarle pero en ese momento el medallón que portaba Melkart se iluminó parpadeante en dos de los rayos con los que representaba el sol, se detuvo cerca de ellos mirando asombrado el medallón, giró su cabeza y mirando a Starless y Godbluf les indicó mentalmente lo que estaba ocurriendo. Los dos maestros avanzaron hacia donde estaba Melkart, este cogió el medallón entre sus manos abriéndolo y miró la pequeña pantalla que incluía en su interior. Leyó para sí el corto mensaje enviado por Euritión y todo alrededor quedó en un silencio telúrico, sintió una enorme soledad nueva para él, acompañado por Eritra, Godbluf, Starless y Renaín.
Melkart se sentó en la escalinata y les dijo – Se han adueñado de la nave….
Masmoc Utopía
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Muy interesante, estoy impaciente por leer el proximo capítulo.
ResponderEliminar¿ Quienes se pueden apoderar de la nave ?
ResponderEliminarCreo que aquí se va a liar una buena.
Esto sigue creciendo y superándose en todos los sentidos.
Magna sensación de descubrimientos...
*Pilgrim
Me intriga saber si es un guión preestablecido o se trata de una improvisación en la que cada autor es esclavo de lo que escribe el anterior. Si es así, esta aventura puede ser pionera. Y además, yo me apunto. A ver si hay capacidad de dar un sentido a la historia. Y sobre todo, que enganche. Ánimos, la realidad supera a la ficción. JARR.
ResponderEliminarBien, muy bien. Aunque voy tarde en la lectura, se va poniendo interesante la historia. Coincido con un comentario anterior en que se espera un contenido con sentido de la aventura.
ResponderEliminarSocrates Cerreño