Capítulo VII: Utobab
El cuerpo golpeó el suelo con brusquedad y quedó inerte sobre un terreno arenoso que sin duda dejaría dibujada su silueta cuando este despertara.
Con presteza y celeridad descolgué mi medallón y tocándolo en sentido inverso al ejecutado cuando el muchacho lo miraba con fijación, provocando en él la puesta en funcionamiento de un sistema de sedación hipnótica, provocó una luz azul añil con la que recorrí todo su cuerpo.
Los resultados del escáner fueron inmediatos, Euritión nos leyó las conclusiones a través del transmisor:
Estructura ósea perfecta, musculatura desarrollada y un cerebro con gran cantidad neuronal y una utilización al menos del 50%. Un chico que en la tierra podría considerarse por encima de lo normal.
A pesar de sus sorprendentes cualidades, todo este examen dejaba a las claras que estos seres habían evolucionado como nosotros.
Aún me colgaba el medallón, cuando se comenzó a despertar, se incorporó de forma agitada y mostró cierta desconfianza de nosotros tras el letargo.
- Tranquilo, sin duda has sufrido un desmayo provocado por el exceso de adrenalina.
- Será
Dijo escuetamente, pero sin ninguna convicción.
- ¿De donde venís?
- Nuestro poblado está más allá del bosque.
- Nadie puede atravesar El Gran Bosque.
- Pues nosotros si pudimos pasar, tras El Gran Bosque, existen unas montañas blancas, con vientos gélidos que penetran en los huesos y hielan los sentidos, y tras estas una pradera, sobre la que se asienta nuestro poblado.
Aproveché los conocimientos adquiridos desde la nave, sobre la geografía del terreno, para adornar la existencia de un pueblo que estos seres pudieran ignorar lejos de su mundo.
- ¡Sorprendente!
- Mi nombre es Melkart y el de mi compañera Eritra.
Al señalar a Eritra, el muchacho la contempló como si hasta aquel momento no hubiese tenido conciencia de su existencia, pero sus ojos delataron que ya no volvería a olvidarla.
- Yo soy Renaín. A mis Maestros les gustaría conoceros, y que les habléis de ese lugar.
- Para nosotros también sería un placer, conocer tu poblado.
El muchacho era parco en palabras, pero sin lugar a dudas actuaba con rapidez ante unos acontecimientos inesperados para él.
El alba descubría un paisaje nuevo, eclipsando el embrujo de la luna y devolviendo la laguna a sus moradores voladores, que ya chapoteaban sobre ella antes de que el sol dominara la dehesa.
El viaje fue transcurriendo en un silencio que delataba unos pasos incesante que devoraban horas de camino.
La encina se despedía de nosotros y bajo nuestra mirada aparecía un extenso valle atravesado por un río caudaloso y sereno que absorbía nuestra visión.
- Tenemos que seguir el curso del Gran Río hasta el crepúsculo y llegaremos a Maresma, allí haremos noche y mañana atravesaremos El Gran Río.
- ¿Qué es Maresma?
- Todo a su debido tiempo.
Ya declinaba la tarde cuando frente a nosotros, El Gran Río desapareció, dando paso a un cenagal inmenso que superaba nuestra mirada.
-El Gran Río penetra en las entrañas de Utobab para emerger a una distancia de dos soles a pie, mientras nos deja con Maresma.
¡Utobab, así se llamaba, ya podía ponerle nombre a mi mundo!
Me despertó un sol brillante que iluminaba aquel cenagal, con aquella luminosidad aún parecía más inmenso.
-Maresma nos permitirá cruzar a la otra orilla, pero Maresma es traicionera, pisad donde yo pise, dad los pasos que yo de, ni uno mas. Si Maresma os atrapa difícil será que podáis evitar visitar al Averno de Utobab.
Fue tan clara la explicación del peligro que corríamos en aquel lugar, que mis ojos contaban los pasos del muchacho que me precedía y mis pies contaban los míos. Un oscuro pájaro de pico rojo me embistió y mi cuerpo se balanceó forzándome a pisar fuera de la línea imaginaria creada por Renaín. Maresma tiró de mí hacía sus confines con tal fuerza que mis rodillas se incrustaron en el cenagal. Renaín reaccionó con rapidez y con su cuerda introdujo el lazo hasta mi cintura y junto a Erítra evitaron que me postrara frente a Cancerbero; cuanto mas oscuro esté mas cerca estará la luz, ya me llegaba el cenagal a la cintura cuando cedió a los arrebatos de Renaín y Eritra y me devolvieron al reino de los vivos.
A aquellos ojos verdes que me miraban con reproche les volvía a deber la vida.
El resto del viaje transcurrió placidamente, tras salir de Maresma nos encontramos en la margen izquierda de El Gran Río.
Llegamos a unos cultivos de trigos y cereales que delataban la cercanía de un poblado ducho en la agricultura.
Apareció entre los trigales, cuando el sol se marchaba a descansar tras unos montes lejanos y se echaba el telón de la noche, un poblado de casas de adobe suspendidas sobre columnas y defendidas por un dique, que descubría un río que detrás de una imagen tranquila y mansa, ocultaba bravura en tiempos de lluvias.
La entrada en el poblado fue extraña, lejos de sorprenderse por nuestra presencia, todos a nuestro paso se agolpaban y nos dejaban un pasillo por el que caminábamos tras Renaín, sin que nadie nos mirase, todos miraban unos cuernos que Renaín había sacado de su bolsa y mostraba con orgullo a su pueblo.
Llegamos a las escalinatas de una casa no diferente al resto, de ella salieron dos hombres ataviados con sendas túnicas, el mayor con cabeza rapada y perilla blanca de color amarilla y el mas joven con porte atlético, y perilla oscura con tunica azul; las dos con un sol en el centro. Bajaron las escaleras hasta colocarse frente a Renaín y este les postró las astas a sus pies, los tres alzaron los brazos hacia arriba y lo bajaron lateralmente haciendo un círculo en el aire para finalizar con las manos sobre sus pechos.
Todo se cubrió de silencio, se podía escuchar el paso de El Gran Río buscando a Maresma. Eritra y yo parecíamos no existir y en aquel preciso momento el hombre mayor nos miró fijamente con templanza y dijo:
- Hola Erítra, hola Melkart sed bienvenidos….
Tartessus Baobab
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Utobab es brillante.
ResponderEliminarInmenso será El Gran Rio.
Maresma siempre profundo.
Melkart y Eritra interrogantes.
Renaín ya no es un crio.
Maestros de Dia y Tarde vigilantes.
"El que perdura" oculto.
Sois dueños de mi mundo......
Pilgrim.
Mi pregunta, ¿como sabían los nombres de los recién llegados?...bueno, seré paciente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Primo me he enganchado! ya estoy deseando leer la siguiente entrega...
ResponderEliminarEspero que pronto.
un saludo y un abrazo grande!
He he leido todos los capítulos y me`parecen intersantísimos y que imaginación teneis los dos. Muy bien, seguid así,
ResponderEliminarCada día mas intrigados,¿Qué planeta es este,que los estaban esperando, e incluso sabían sus nombres?
ResponderEliminarMe parece muy interesante,esperamos con impaciencia los siguientes capítulos.
FELICIDADES por tu santo.