viernes, 26 de junio de 2015

MUNDO CAUSAL VIII "Franz"


Otra vez aquí… ese agua, estas piedras, no puede ser casual. Sigo soñando noche tras noche con esas imágenes golpeando mi mente. ¿Por qué soñaré con este sitio y por qué narices sigo viniendo cada mañana? ¿Qué se me perdió aquí?

-         Buenos días Franz
-         Buenos días caballero… -y él, siempre aparece golpeando con su bastón, y aunque parece irritante y fuera de lugar, creo que nos entendemos.
-         Te veo absorto, ¿en qué piensas hoy?
-         En nada, ya sabe, disfrutando de la calma, como siempre. –En el fondo, y aunque siempre le respondo lo mismo, estoy seguro que sabe lo que pasa por mi mente, sigo sin recordar por qué vengo aquí día tras día, intentando buscar el porqué de esos sueños punzantes y extraños.
-         Bueno chaval, hasta la próxima, y recuerda, “soñar es vivir”.
-         Hasta la próxima, que tenga un...- un momento, a qué se refiere con lo de soñar, lo suponía, esto no es casual…

En ese momento, salto de golpe de la piedra donde me siento cada día a observar e intentar sacar algo en claro, para preguntarle al extraño personaje, pero ha desaparecido…parece haber sido tragado por la tierra; sonrió irónicamente sorprendido por la velocidad de mi amigo y resoplando dejo caer mi cabeza entre los hombros. Encuentro un pañuelo rojo que se le ha caído al apático señor, o ¿lo habrá dejado caer?...llegados a este punto, ya todo me da demasiadas vueltas, necesito sentarme de nuevo.

Después de unos momentos de profunda respiración y autocontrol, algo llama mi atención; Al otro lado de la laguna…si es que puedo llamarla así, se escuchan murmullos, veo a tres personas, una mujer y dos hombres…y me vienen a la mente más imágenes de mis noches de sobresaltos, pueden ser las personas a las que también veo en esos fugaces sueños reveladores.
Miro al cielo, y como si fuera una visión, aparece ante mis ojos, un pájaro sobrevolando el lugar…no me alcanza a ver qué tipo de ave es, pero estoy seguro de que tampoco está aquí por casualidad.

¿Casualidad o causalidad?…No encuentro la respuesta a mi primera pregunta y ya me surgen más; muy bien Franz…aunque no me sorprende, ésta es mi vida…pregunta tras pregunta, y ninguna respuesta.

A veces, pienso que estoy fuera de lugar, y que me equivoque de generación, nada ni nadie consiguen encauzar mi cabeza, ya no sé qué hacer, pero algo me dice que pronto empezaré a tener respuestas…


     *El escriba de Thoh


sábado, 13 de junio de 2015

MUNDO CAUSAL VII "Bennu"


Una brisa fresca acaricia mi plumaje. Levanto la mirada en lontananza para descubrir un manto blanco sobre la montaña, las primeras nieves ya llegaron. El ocaso otoñal nos advierte que sufriremos las inclemencias de un duro invierno.
Esas pequeñas nubes grises que me amenazaban, ya descargan sobre mi, gotas de lluvia fresca.

La clepsidra que mide mi tiempo se adormece, la libertad se apodera de mí aquí arriba, prediciendo el futuro mediato, disfrutando del presente y valorando un pasado ya caduco.
El bosque me recuerda el pasado, la montaña es imagen de nuestro presente y el Río, ese joven Río que busca su futuro…

¡Pero otra vez Él!, aparece en mi camino cada vez que intento abstraerme. Siempre golpeando esas rocas, ¿Qué busca? ¿Qué espera encontrar?
Esos hombres que bajan por el camino, jamás los había visto, presiento qué cambios se avecinan.
Pero, habla con alguien sobre el agua, ¿es una sirena?, no pero lo parece.

Vuela el águila con su plumaje rojo y oro sobre las cabezas de los habitantes de este mundo causal, el círculo se comienza a cerrar, punto de no retorno.
Soledad masacrada, mi mundo es tu mundo, tu mundo es mi mundo. Nadie existe en el sueño de otro sin ser invitado, pero ¿quien invitó a quien en este mundo causal?
Las incógnitas preceden a las soluciones, tiempo habrá de desanudar los nudos que acometemos en esta fase de la historia.

Me poso sobre la roca que segundos antes soportaban la rudeza del bastón del impertinente personaje. Noto bajo mis garras la frescura de una piedra mojada.
Pero…. Parece que dejo de sentir la roca, me sube el cosquilleo hasta mi cuerpo, recorre mi plumaje y avanza todo mi ser…, despierto y frente a mi una silla de ruedas vacía parece esperar un inquilino diario.
Sobre el respaldo, un pañuelo rojo anudado me recuerda que la cita resolverá mis enigmas. 


       * Tartessus Baobab






lunes, 8 de junio de 2015

MUNDO CAUSAL VI "Mara"



Voy en coche acompañada por un reciente amigo conocido en una de mis noches de diversiones amargas. Me está llevando a un lugar especial que conoce y que me va a dejar, según él, a boca abierta. Estamos atravesando la noche y los campos oscuros con sus tenebrosas siluetas de ramas y árboles. Mi amigo no es para nada antipático pero tampoco nada especial. Viajo con él con la convicción de que esta historia, como tantas otras, será destinada a quedarse en un micro recuerdo del pasado. Más que viajar, huyo de mi realidad y de mí misma después de una serie de experiencias traumáticas, de separaciones, de personas y situaciones que me están llevando tambaleante y a empujones hacia la edad adulta de los cuarenta años.
Mientras el hombre habla entusiasmado del misterioso lugar donde vamos, reflexiono sobre la edad. Me doy cuenta que no se puede determinar una edad adulta concreta. Quizás sea una decisión consciente y racional el determinarla. O quizás una serie de experiencias fuertes concentradas en un espacio temporal limitado lo que te lleva a ello. Después queda elaborarlo todo. Con sorpresa descubres un día que han pasado años antes de que tu sufrimiento se sedimente en tu interior como el aceite que se sedimenta en el culo de una botella. Entonces te das cuenta que finalmente lo has metabolizado.

-         ¿Cuántos años tienes, Simón? –Le pregunto de repente a mi amigo conductor.
-         ¿Quién, yo? –Pregunta un poco sorprendido. –Ah pues 38 años, ¿por qué?
-         No, nada, curiosidad. Eres más pequeño que yo.

Miro su perfil salvaje de ojos grandes y rizos negros y lúcidos. Su físico robusto no corresponde a su edad psicológica. Él también se ha quedado atascado por alguna edad de su pasado adolescencial. Dice que tiene un hijo ilegítimo. No por causa suya sino porque  su madre  no  deja reconocerle. Todas las mañanas pasa delante del niño mientras va al colegio y él al trabajo. Pero no lo puede saludar, ni besar, ni abrazar. Para él su padre es un perfecto extraño. Así los días pasan unos tras otros con la esperanza de que la madre se decida a reconocer la paternidad. Mientras tanto, la tristeza le muerde el alma.
Para exorcizarla, mi amigo de vez en cuando se pone en posición de yoga, con la cabeza apoyada en el suelo y el cuerpo de 1,80 cm de altura a candela, esté donde esté. Creo que nunca entenderá que esa posición es la consecuencia del amor. Y que la es la causa de que le echen de bares y locales nocturnos.

De repente el coche frena bruscamente, al menos lo suficiente de sacarme de mi abstracción.
-         Hemos llegado. –Me dice con voz algo cansada.
-         Ah, bien; pero no se ve nada. Está completamente oscuro este lugar.
-         Sí, hay luna menguante pero te va a encantar. Ya lo verás.
Nos acercamos a una especie de lago, creo al menos. El agua fluye, la siento fluir por alguna parte.
-         ¿Dónde estamos? –digo un poco intimidada por la oscuridad absoluta. –No se ve nada.
-         No te preocupes, te guío yo.

Mi amigo me lleva lentamente y cogida de la mano como a un niño temeroso. Nos paramos cerca de una roca grande y levigada de piedra gris madreperla por el reflejo de la luna. Entonces empiezo a ver algo, seguramente mis ojos se están acostumbrando a la oscuridad. Veo siluetas de personas echadas sobre las grandes piedras que contornean la laguna. Otras personas están metidas dentro del agua. Siento las voces que se mezclan con el sonido de las cascadas.
-         Son termas. –Me dice mi amigo.
-         Ah, interesante.
-          Sí, lo más interesante es venir aquí y bañarse de noche. Prueba. Mete los pies en el agua y siente como está caliente.Ésta era la sorpresa.
-         De acuerdo espera un poco, me tengo que aclimatar al ambiente.
-         Vale, tómate el tiempo que quiera pero después nos bañamos.

Mientras me aclimato sentada en la dura roca me pregunto qué hago yo aquí. No me gusta para nada esta situación. Soy una que quiere ver claro, me gusta mirar, y aquí no veo nada. Era mejor venir durante el día. ¿Por qué  sigo haciendo cosas que no me interesan? Me siento perdida en este  momento de mi vida y lo peor que hago es ponerme en manos de otros que están perdidos y dolidos como yo. No puedo arriesgar siquiera salir a cien Kms de la ciudad.

Mientras me estoy fustigando con mis pensamientos veo venir una figura de silueta cupe y umbrosa a poca distancia. Camina y va golpeando con un bastón las piedras al borde de la laguna con fuerza.
No sé, pero su persona no me es completamente extraña. A medida que se acerca comienzo a reconocerlo. Sus pantalones negros ajustados, su capa oscura, su bastón que lo usa como una especie de arma.
Es él, es la figura oscura que se presenta en mis sueños, desprotegida de toda presencia que me quiera visitar. Su actitud es provocadora, me fastidia y me da miedo.
Ahora está aquí. ¿Cómo puede ser? ¿Qué hace en este lugar y por qué me sigue en mis sueños y ahora aquí, en mi realidad? Estoy segura ahora que es él ahora que ya está a dos pasos de mí. Veo su cara, sus ojos negros penetrantes y pequeños. Su nariz afilada y corvina como una diminuta navaja Sus labios sutiles sin ningún movimiento La inexpresión de su rostro.
El ansia crece. Lo tengo ya muy cerca de mí. Siento los golpes secos del bastón sobre las piedras. La figura tenebrosa me pasa al lado, dejando caer un objeto que se balancea en el aire mientras llega al suelo. Miro para atrás para seguirlo con la mirada pero se ha perdido en las sombras de la noche.

-         ¿Quién es ese hombre? –pregunto a mi amigo para paralizar el miedo que me invade.
-         No sé, no lo he visto antes.
-         Pero ¿qué está haciendo con ese bastón golpeando las piedras? ¿Por qué golpea las piedras?
-         Tampoco lo sé. Pero es verdad que es raro el personaje. ¿Tienes miedo? No te preocupes, estoy yo aquí para defenderte. –Dijo Simón levantando una carcajada.
Seguramente mi amigo no tiene temores porque no lo conoce, ni yo tampoco, pero lo he visto ya en mis sueños. Estoy convencida.
-         Vale, Simón, pero no estoy tranquila. Por favor, vayámonos de aquí. No me gusta este lugar.
-          ¿Cómo es posible? Hemos hecho 100 Kms. ¡Era mi deseo  mostrarte estas termas!
De prisa nos levantamos tras mi incitamiento. Ahora veo el objeto que ha dejado caer el tenebroso señor. Es un pañuelo rojo. Lo cojo y lo meto en mi bolsillo. Quizás lo ha tirado al suelo a propósito para que yo lo recoja; lo analizaré luego en casa.

 De prisa nos metemos de nuevo en el coche de vuelta a la ciudad. Mi amigo conduce en silencio. Su propósito ha fracasado, nosotros también. No obstante duermo toda la noche en su casa y a la mañana siguiente me acompaña a la mía. Nos despedimos sabiendo que no nos volveremos a ver de nuevo.

El día está llegando a su fin envuelto en un violáceo ocaso. Este momento de la jornada me pone siempre melancólica y me suspende en un estado existencial vago y solitario. Decido salir por el barrio, me calzo mis botas altas y me pongo mi gabardina.
Podría caminar con los ojos cerrados por estas calles después de tantos años. Miro el alto campanario de la antigua iglesia. A la mente me viene la experiencia de la noche pasada en las termas y mientras acaricio el pañuelo en mi bolsillo, recuerdo algo de un sueño que he tenido esta última noche cuando dormía en casa de Simón.

En mi sueño saltaba desde una alta roca del lago y me zambullía en las cálidas aguas envolviéndome como en un líquido placentero. Nadaba hacia el profundo turqués  hasta que mi respiración en apnea me lo permitía y salía a superficie explotando en un respiro liberatorio. En una de estas inmersiones y subidas vi al tenebroso señor. Estaba ahí con su bastón como si buscara algo entre las rocas. Me miraba con su penetrante mirada y sentía que me decía algo. Desde el centro del lago no conseguía oírlo. Se acercó más a la orilla y palabreó con una cierta ironía.
-         ¿Tú los conoces a esos dos? –Señaló con el bastón hacia una dirección en el bosque. –Aquél es el hijo de esa mujer que tiene la tienda de mercería en tu barrio.  –Volvió a hablar pausadamente. –Es una buena mujer, y el otro es el que su padre trabajaba en……….
Repentinamente sus palabras resultaron ofuscadas por el grito de una majestuosa águila que volteaba sobre nuestras cabezas en círculos ascendentes. La observé mientras subía en lo alto del cielo hasta perderla de vista. Después miré hacia el bosque para ver a los dos personajes que me había indicado con el bastón el misterioso hombre. Vi dos figuras que parecían dos sombras que se movían entre los árboles del bosque y miraban fijamente al punto donde yo me encontraba. No podía a la distancia reconocer sus caras ni detalle alguno.

A ese punto me desperté del sueño.

De vuelta a mi portal me repito en silencio como un mantra terapéutico “La vida es sueño y los sueños sueños son."

Me siento cansada. Quiero volver a casa. Dormir y volver a soñar…..


          * INDACO


miércoles, 3 de junio de 2015

MUNDO CAUSAL V "No estamos solos"


Banton, mientras andaba, cabizbajo y con el alma tambaleante, en dirección al parque, recordaba cuando conoció a Silvano en su otra realidad, aquella otra realidad que hasta entonces creía que era de su exclusividad.

Él llegó ascendiendo hasta donde Silvano permanecía con la espalda apoyada en un olmo, inmóvil y con cara de asombro las manos sostenían los prismáticos. Banton jadeaba pesadamente después de la rápida subida por el sendero de la montaña; señalándolo con el dedo índice  de su mano derecha le miraba sonriendo y con los ojos muy abiertos le habló.

-         Hola, mi nombre es Banton. Te he visto algunas veces pero siempre muy lejos para llegar hasta ti.

El silencio respondió a sus palabras, sólo el vaivén de las ramas de los árboles y el aletear de un águila real al posarse en un saliente rocoso de la montaña acompañaron sus palabras.

-         Llevo demasiado tiempo solo por estos lugares. -Habló  de nuevo Banton de forma nerviosa y atropellada -En cada ocasión que vuelvo aquí siempre estoy solo y por primera vez puedo hablar con alguien. ¿Hablas mi idioma? ¿Estás aquí permanentemente? ¿Eres real o estás en mi imaginación? ¡Háblame! Háblame si me has entendido, por favor.

Echó sus rodillas a tierra, cogió con sus manos dos montones de arena y se los mostró a Silvano –Es real, la siento entre mis dedos. ¿Eres real?

-         Mi nombre es Silvano. Llevo poco tiempo viniendo por aquí y hasta ahora pensaba que era la única persona viviendo esta…….esta ilusión, este sueño continuado.
-         Así es, un sueño continuado en el que también estoy yo desde hace demasiado tiempo. No. Has entrado también en mi sueño desde hace poco. Creo…
-         Creo que vengo a este lugar desde hace un mes o así, y me encuentro muy reconfortado y relajado. La verdad, no esperaba a nadie más. –Dijo Silvano observando al águila real que no les quitaba ojo.
-         A mí también me ocurrió igual al principio….. pero de ello hace mucho tiempo.
-         Pues ahora somos dos –dijo Silvano haciendo un gesto amistoso tendiéndole la mano.
-         Hay más personas en nuestro….ehm…sueño. -Dijo Banton estrechando su mano. - No estamos solos. Hace días vi a una mujer bañándose en el lago pero cuando llegué allí no hallé rastro de ella. No he vuelto a verla y pensaba que era una aparición, pero ahora, al conocerte sé que también podríamos comunicarnos con ella.

Quedaron en silencio los dos. Mirándose y buscando una explicación en la observación del otro para comprender la existencia del lugar donde se encontraban. Banton tenía una mirada como apartada, algo ausente y distante; sus ojos negros acompasaban su larga cabellera caracolada hasta los hombros y su nariz aguileña imprimía un carácter algo sombrío a su manera de gesticular cuando hablaba. Avanzó dos pasos a su izquierda y señalando la prolongación del sendero comenzó a andar, Silvano le siguió en un silencio de iglesia gótica.

Cuando llevaban una media hora bajando por el sendero sur de la montaña vieron como el águila real pasaba por encima de ellos siguiendo su misma dirección en su vuelo.
Divisaron el lago y Banton le señaló a lo lejos una zona de rocas. Silvano miró con sus prismáticos en la dirección señalada, ajustó sus lentes y barrió la zona observando el verdor de las aguas del lago entre las montañas y el gris pálido de las enormes rocas pulidas por el tiempo. Detuvo su movimiento de visión, agarró del brazo a su compañero con la otra mano y le cedió los prismáticos señalándole el punto de visión y diciéndole -¿Ves lo que yo veo?
-         Es ella. No estamos solos.

Comenzaron a descender con mayor rapidez hacia el lago. El águila real que sobrevolaba los cielos inició un descenso hacia donde se encontraba la mujer, tendida desnuda boca abajo sobre una gran piedra y con apariencia de estar dormida. Se posó a su lado aleteando  ruidosamente. La mujer reaccionó de su somnolencia y sonrió al águila. Al instante vio a los dos hombres acercarse hacia ella velozmente; se puso en pie mirándolos con sus manos apoyadas en su cintura diciendo - ¡Hombres!- y se lanzó de cabeza a las aguas del lago.

Silvano y Banton llegaron a la gran roca donde segundos antes la mujer misteriosa tomaba el sol y ahora la veían nadar con gran soltura muy lejos, casi perdiéndose de su vista con la compañía del águila real que revoloteaba en círculos cerca de ella.

-          No estamos solos – dijo Banton observando como ella se acercaba a la otra orilla



    * Masmoc Utopía