Una
brisa fresca acaricia mi plumaje. Levanto la mirada en lontananza para
descubrir un manto blanco sobre la montaña, las primeras nieves ya llegaron. El
ocaso otoñal nos advierte que sufriremos las inclemencias de un duro invierno.
Esas
pequeñas nubes grises que me amenazaban, ya descargan sobre mi, gotas de lluvia
fresca.
La
clepsidra que mide mi tiempo se adormece, la libertad se apodera de mí aquí
arriba, prediciendo el futuro mediato, disfrutando del presente y valorando un
pasado ya caduco.
El
bosque me recuerda el pasado, la montaña es imagen de nuestro presente y el
Río, ese joven Río que busca su futuro…
¡Pero
otra vez Él!, aparece en mi camino cada vez que intento abstraerme. Siempre
golpeando esas rocas, ¿Qué busca? ¿Qué espera encontrar?
Esos
hombres que bajan por el camino, jamás los había visto, presiento qué cambios
se avecinan.
Pero,
habla con alguien sobre el agua, ¿es una sirena?, no pero lo parece.
Vuela
el águila con su plumaje rojo y oro sobre las cabezas de los habitantes de este
mundo causal, el círculo se comienza a cerrar, punto de no retorno.
Soledad
masacrada, mi mundo es tu mundo, tu mundo es mi mundo. Nadie existe en el sueño
de otro sin ser invitado, pero ¿quien invitó a quien en este mundo causal?
Las
incógnitas preceden a las soluciones, tiempo habrá de desanudar los nudos que
acometemos en esta fase de la historia.
Me
poso sobre la roca que segundos antes soportaban la rudeza del bastón del
impertinente personaje. Noto bajo mis garras la frescura de una piedra mojada.
Pero….
Parece que dejo de sentir la roca, me sube el cosquilleo hasta mi cuerpo,
recorre mi plumaje y avanza todo mi ser…, despierto y frente a mi una silla de
ruedas vacía parece esperar un inquilino diario.
Sobre
el respaldo, un pañuelo rojo anudado me recuerda que la cita resolverá mis
enigmas.
* Tartessus Baobab
No hay comentarios:
Publicar un comentario