miércoles, 3 de junio de 2015

MUNDO CAUSAL V "No estamos solos"


Banton, mientras andaba, cabizbajo y con el alma tambaleante, en dirección al parque, recordaba cuando conoció a Silvano en su otra realidad, aquella otra realidad que hasta entonces creía que era de su exclusividad.

Él llegó ascendiendo hasta donde Silvano permanecía con la espalda apoyada en un olmo, inmóvil y con cara de asombro las manos sostenían los prismáticos. Banton jadeaba pesadamente después de la rápida subida por el sendero de la montaña; señalándolo con el dedo índice  de su mano derecha le miraba sonriendo y con los ojos muy abiertos le habló.

-         Hola, mi nombre es Banton. Te he visto algunas veces pero siempre muy lejos para llegar hasta ti.

El silencio respondió a sus palabras, sólo el vaivén de las ramas de los árboles y el aletear de un águila real al posarse en un saliente rocoso de la montaña acompañaron sus palabras.

-         Llevo demasiado tiempo solo por estos lugares. -Habló  de nuevo Banton de forma nerviosa y atropellada -En cada ocasión que vuelvo aquí siempre estoy solo y por primera vez puedo hablar con alguien. ¿Hablas mi idioma? ¿Estás aquí permanentemente? ¿Eres real o estás en mi imaginación? ¡Háblame! Háblame si me has entendido, por favor.

Echó sus rodillas a tierra, cogió con sus manos dos montones de arena y se los mostró a Silvano –Es real, la siento entre mis dedos. ¿Eres real?

-         Mi nombre es Silvano. Llevo poco tiempo viniendo por aquí y hasta ahora pensaba que era la única persona viviendo esta…….esta ilusión, este sueño continuado.
-         Así es, un sueño continuado en el que también estoy yo desde hace demasiado tiempo. No. Has entrado también en mi sueño desde hace poco. Creo…
-         Creo que vengo a este lugar desde hace un mes o así, y me encuentro muy reconfortado y relajado. La verdad, no esperaba a nadie más. –Dijo Silvano observando al águila real que no les quitaba ojo.
-         A mí también me ocurrió igual al principio….. pero de ello hace mucho tiempo.
-         Pues ahora somos dos –dijo Silvano haciendo un gesto amistoso tendiéndole la mano.
-         Hay más personas en nuestro….ehm…sueño. -Dijo Banton estrechando su mano. - No estamos solos. Hace días vi a una mujer bañándose en el lago pero cuando llegué allí no hallé rastro de ella. No he vuelto a verla y pensaba que era una aparición, pero ahora, al conocerte sé que también podríamos comunicarnos con ella.

Quedaron en silencio los dos. Mirándose y buscando una explicación en la observación del otro para comprender la existencia del lugar donde se encontraban. Banton tenía una mirada como apartada, algo ausente y distante; sus ojos negros acompasaban su larga cabellera caracolada hasta los hombros y su nariz aguileña imprimía un carácter algo sombrío a su manera de gesticular cuando hablaba. Avanzó dos pasos a su izquierda y señalando la prolongación del sendero comenzó a andar, Silvano le siguió en un silencio de iglesia gótica.

Cuando llevaban una media hora bajando por el sendero sur de la montaña vieron como el águila real pasaba por encima de ellos siguiendo su misma dirección en su vuelo.
Divisaron el lago y Banton le señaló a lo lejos una zona de rocas. Silvano miró con sus prismáticos en la dirección señalada, ajustó sus lentes y barrió la zona observando el verdor de las aguas del lago entre las montañas y el gris pálido de las enormes rocas pulidas por el tiempo. Detuvo su movimiento de visión, agarró del brazo a su compañero con la otra mano y le cedió los prismáticos señalándole el punto de visión y diciéndole -¿Ves lo que yo veo?
-         Es ella. No estamos solos.

Comenzaron a descender con mayor rapidez hacia el lago. El águila real que sobrevolaba los cielos inició un descenso hacia donde se encontraba la mujer, tendida desnuda boca abajo sobre una gran piedra y con apariencia de estar dormida. Se posó a su lado aleteando  ruidosamente. La mujer reaccionó de su somnolencia y sonrió al águila. Al instante vio a los dos hombres acercarse hacia ella velozmente; se puso en pie mirándolos con sus manos apoyadas en su cintura diciendo - ¡Hombres!- y se lanzó de cabeza a las aguas del lago.

Silvano y Banton llegaron a la gran roca donde segundos antes la mujer misteriosa tomaba el sol y ahora la veían nadar con gran soltura muy lejos, casi perdiéndose de su vista con la compañía del águila real que revoloteaba en círculos cerca de ella.

-          No estamos solos – dijo Banton observando como ella se acercaba a la otra orilla



    * Masmoc Utopía



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