martes, 31 de diciembre de 2019

CARRETERA INFINITA V



Veo los ojos del joyero frente a mí, fijos y luminosos, mirándome como esperando alguna reacción en los míos. Parpadeo para percibir que soy yo cuando el Joyero despliega una sonrisa trémula que me aporta serenidad.
Compruebo que sigo entrelazado con las personas con las que estaba hace unos instantes en una resplandeciente playa, siendo unos niños.
   -¡Mano de Santo, guárdame! –Oígo la voz en alto de Nicks junto a mí.
Nos soltamos nuestros brazos al unísono, de igual manera que el resto de personas acopladas. Rostros relajados y sonrientes.
-         ¿Qué tal Zawinul?
Miro al Joyero sin responderle, bebiendo un trago y asintiendo con la cabeza. Observo ahora que él es la única persona que no se ha entrelazado. Los rostros del resto transmiten cierta felicidad, con algo así como media sonrisa, o los ojos medio perdidos sobre las luces que se proyectan sobre las paredes desde la bola de cristales, como recordando la experiencia anterior que habrán tenido con lo que llaman “Mano de Santo”. Intento encontrar una explicación, me giro y me dirijo a Nicks, una mujer de unos 24 años con un carisma arrebatador que desprenden sus ojos azules y sus movimientos gráciles, y a su pequeño acompañante.
-         ¿Podéis explicarme qué ha ocurrido?
-         Mi nombre es Guy. –Sentado en su alta banqueta el enano me ofrece  su mano para estrecharla con la mía. Dudo dos segundos y finalmente nos saludamos, notando el fuerte apretón que imprime a sus pequeños dedos. –Tú eres Zawinul, o así te llama el Joyero.
-         Sí, así me ha llamado.
La extraña música que oía en el local ha tornado a un sonido de jazz tenue y algo embriagador, con notas perdidas de piano y un saxo frío y cristalino. El Joyero, haciendo movimientos sinuosos al ritmo lento de la música, se dirige bailando hacia la puerta de entrada y quita la enorme tranca que la bloqueaba.
-         Zawinul, has sido tocado por Mano de Santo. Y lo que has vivido junto a Guy y a mí es tan real como que ahora estamos aquí hablando, igual que hace poco éramos niños permaneciendo en un lugar, en un Tiempo perteneciente a mi existencia de hace muchos años. –Me dice Nicks expandiendo una sonrisa luminosa.
-         ¿Cómo es eso posible?
-         Lo es gracias a Nicks. Ella descubrió esa capacidad dentro de ella, llegó a controlarla e incluso poder compartirla.
-         Ya es hora de marcharnos, Guy. La noche está a punto de caer y ya sabes que no me sienta muy bien.
Trato de asimilar la información que me dan, intento digerir la experiencia con Mano de Santo, y observo la mirada de confusión que destilan mis ojos al contemplarlos en el espejo rectangular con marco dorado detrás del Joyero. Nicks y Guy se despiden de mí, no sin antes decirme que un día a la semana vienen al local del Joyero y que esperan que nos volvamos a ver.
Sigo absorto en mis pensamientos, recordando la visión en la playa de Nicks y Guy siendo niños, yo mismo siendo niño, notando mis manos infantiles apoyadas en la blanca arena. La sensación de bienestar, de seguridad, de serena tranquilidad interior que sentí cuando regresaba de la experiencia conjunta, y sobre todo la completa ausencia de miedos ni temores en mi todo mi ser.
Le pido al Joyero algo de comer y me responde que solo tiene bocadillos de tomate sarmiento. Lo acepto sin saber muy bien a qué sabrá y en cuatro bocados acabo con él. La bebida que me fabricó el Joyero, junto al cupachups energizante y el bocadillo han logrado reponerme del tremendo cansancio que llevaba conmigo cuando entré en el local.
Me despido del Joyero y salgo afuera, a caminar algo por la carretera y encontrar algún sitio para reposar y dormir; tengo que descansar y dormir. Que la noche y el silencio me resguarden, que el gong hipnagógico suene en mi cerebro y pueda comunicarme con El Sentir; espero encontrar respuestas.


      *Masmoc Utopía




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