jueves, 22 de noviembre de 2012

SUBSUELO IV


Dos guardias de Seguridad Central llevaban a un mendigo arrastrándolo por el suelo. De su cabeza un reguero de sangre llegaba a manchar sus ropas, ya de por sí sucias y harapientas, dándole una aspecto ruinoso. El hombre trataba de hablar a los transeúntes, gesticulaba en el aire con una mano, implorando atención, pero no emitía sonido alguno, sus ojos estaban casi cerrados .A punto de desvanecerse, logró pedir ayuda con un hilo de voz cuando un guardia le golpeó con la barra sinestética mientras el otro le propinó una patada en las costillas.
Enter contemplaba boquiabierto cómo los guardias levantaban al indigente con suma facilidad, cada uno agarrándolo por un brazo abrían una puerta roja con las iniciales S.C. adentrándose tras ella, no sin antes uno de los guardias percatarse de la mirada fija de nuestro hombre, y avanzando en su dirección le dijo:
– Ten mucho cuidado con lo que ves.
Al mismo tiempo le señalaba con su barra sinestética moviéndola de arriba a abajo. Él continuó inmóvil y callado, como un poste de luz. Las personas que circulaban cerca de la escena aceleraban el paso y seguían con la mirada perdida al frente. El amenazante guardia se dio la vuelta y cerró con un portazo.

Una capa de tristeza y congoja le cubrió el alma. Un vértigo candente inundó su ser. Se dejó caer lentamente en el suelo, recostando su espalda en la pared. Recordó entonces cuando tenía unos once años, al salir de clase un día en que tres niños bravucones le apremiaban a que le entregaran el reloj y lo que llevara de valor, y cómo se deshizo de la amenaza en una veloz carrera por las calles que lindaban con el río. Una sonrisa triste se le escapó al recordar que uno de los chicos cayó a las frías aguas al tropezar con una red de pescadores que puso en su camino, lo que hizo que los otros dos cesaran la persecución.

Una suave voz femenina suena por los altavoces sacándolo del agradable calor de su pasado; comunica que no deben pararse en zonas de tránsito continuo, que deben respetar las líneas de color que indican destinos, que deben no elevar la voz, que no deben comer ni beber salvo en lugares destinados a ello, que deben, que no deben.. Una larga letanía que resuena en todas partes cada cierto tiempo para que a nadie se le olvide. También anuncian que si encuentran “algo inadecuado deben denunciarlo a S.C.” Todo ello siempre “por el bien de la comunidad”.

Frente a él, justo delante de una valla publicitaria de Coca Cola un hombre muy delgado y con los ojos hundidos con la vista fija en el infinito, sostenía entre sus brazos extendidos una pancarta blanca con grandes letras en rojo formando la palabra “HAMBRE”. Un pañuelo blanco con dos monedas se posaba en el suelo delante de él..

Enter había llegado a la ciudad donde iba a comenzar a trabajar en la mayor empresa de desarrollo aeroespacial y plasitrónico. Había estudiado mucho para llegar hasta el comienzo de su nueva vida, había salvado inconvenientes económicos, dificultades familiares pues se quedó huérfano a los quince años, y en la etapa de selección para su nuevo trabajo tampoco le fue fácil pese a su extraordinario expediente académico. Recién acabado sus estudios de astrofísica nuclear y de ciencias plasitrónicas no le faltaron ofertas de trabajo, incluso antes de finalizarlos, pero Enter tenía claro que quería formar parte del ambicioso Proyecto Omnius en la empresa Diamond Dogs. Ahora estaba en disposición de comenzar su sueño, ayudar a mejorar las condiciones de vida de la Tierra, a potenciar las capacidades humanas y aminorar las diferencias injustas entre los pueblos. Era una ardua tarea, ambiciosa, con su toque cuasi utópico que le gustaba encontrar en los retos a lo largo de su vida. Él tenía una determinación en su horizonte vital e iba a por ello, por muy lejos que apareciera en un desierto calcinado.

Enter se incorporó del suelo observando cómo el hombre que sostenía la pancarta la recogía plegándola con rapidez, se guardaba el pañuelo con las escasas monedas en un bolsillo y emprendía la carrera por una pasillo lateral, intentando esquivar a un guardia de Seguridad Central.

“Malos tiempos; esto tiene que cambiar; esta deshumanización debe acabar; este vértigo oscuro no debe tener futuro. La luz aparecerá por los recónditos rincones del subsuelo”. Sus pensamientos caldeaban en su mente la sensación desagradable de desencanto que le acompañaba de forma creciente a lo largo de su recorrido por los sótanos de la mayor urbe del planeta. Todo lo contrario a lo que se le antojaba iba a encontrar; un día ilusionante, esperado y esperanzado en tiempos mejores.

Cuando se disponía a reanudar el paso para intentar salir del subsuelo y llegar a su destino, observó que una mujer le miraba fijamente desde el andén contrario. Le sorprendió que comenzara a andar hacia la pasarela que permite acceder a su andén, sin dejar de mirarlo con intensidad y misterio, como si le estuviera pidiendo que lo esperara, o eso le parecía percibir. Al perderla en su ángulo de visión, reaccionó y comenzó a andar, abandonando su peregrina impresión anterior.

Un río humano se cruza con él, de un lado para otro, vienen unos bajando a toda prisa por escaleras, otros ascienden, carreras y carreras, vallas publicitarias sugestivas, luces cansinas, guardias de S.C. patrullando haciendo ondular sus barras sinestéticas, susurro de raíles sin engrasar, gusanos mecánicos que horadan el mundo… hermética sinfonía del subsuelo.

Desde detrás de una gran columna salió de repente la mujer misteriosa y se paró a dos metros delante de Enter. Iba vestida con ceñida gabardina de cuero negro hasta las rodillas, se dejaba ver una ajustada falda del mismo estilo, medias y zapatos de tacón del mismo color. Llevaba guantes de color carmesí.

- Podremos escapar de este horizonte sombrío, Señor Enter.
- No entiendo. ¿La conozco?
- Ahora es el momento de que me conozca y de que conozca la verdad.

Enter se quedó inmóvil, no sabía cómo reaccionar, no encontraba explicación a sus palabras, no comprendía porqué se dirigía a él esa bella mujer. La inesperada mujer comenzó a andar alrededor de él, de forma pausada, en círculos, mirándolo. El silencio intenso surgido entre los dos le sirvió a Enter para observar su cuerpo, la seguridad que irradiaba a cada paso que daba. Medía un metro setenta, era morena y de ojos claros. Su rostro emanaba una fiera curiosidad, algo que te hacía desear apartar la mirada y al segundo su belleza te capturaba con sus ojos serenos. Había en ella una elegancia cautelosa que despedía con su atractiva figura y sus movimientos sinuosos.

Los sonidos del subsuelo volvieron a ser conscientes para Enter cuando ella se paró frente a él, muy cerca, casi tocándose, y con una amplia sonrisa que despedía triunfo e inmensa alegría volvió a hablarle.

- Le iré dando información mientras paseamos, si le parece.
- ¿Pasear? Yo lo que quiero es llegar a mi primer día de trabajo, señorita. Por cierto, ¿cuál es su nombre? Ya que sabe el mío, no estaría mal que supiera el suyo.
- Mil perdones. Mi nombre es Moníz.

Ella le cogió del brazo con un elegante y cercano gesto que a Enter le pareció de lo más natural que fueran andando por el subsuelo entrelazados.

- Debo llegar a la empresa donde comienzo a trabajar, no dudo de que es agradable pasear con usted pero..
- Enter, llegarás hoy, te lo aseguro. Aunque antes permíteme mostrarte un sitio especial en el subsuelo que nadie conoce.
- ¿Un sitio especial que nadie conoce?
- Sí. Allí podrás comprender mejor lo que te voy a contar.

Sus palabras sonaban tan melódicas y sugerentes que Enter nada más que pudo guardar silencio cuando Moníz comenzó a contarle su historia mientras avanzaban por el subsuelo....





* Masmoc Utopía.

lunes, 29 de octubre de 2012

Subsuelo III


¿Que me ha pasado? Esas miradas me invitaban a continuar aquí dentro, a seguir viviendo esta miseria que me asfixia e inunda mis sentidos provocandome nauseas.
Volveré a integrarme en la marea humana que vierte cada cavidad, ya sea ascendente como descendente, y buscaré el motivo de mi ilógica decisión.
Las voces de las pantallas gigantes que cubren las paredes publicitan productos que nos ayudaran a vivir mejor, a ser mas bellos, mas fuertes, mas inteligente..., llenan el espacio de mensajes subliminales que taladran a los transeúntes.
Al girar uno de tantos pasillos subterráneo me encuentro con un suelo por el que parece correr un río de aguas turbulentas, y que a su vez esta resbaladizo.
A unos metros de mi, una señora resbala y cae dándose un golpe en la cabeza, unos chicos que van junto a ella se inclinan y para asombro de unos ojos incautos, veo como le quitan el bolso que llevaba y el mas pequeño se ensaña con un collar, que se aferraba al cuello de su dueña, arrancándolo con una violencia inusual.
Corrí hacia ellos gritando improperios, pero tan solo me valieron para ser recibido por el chico mayor con un palo que saco de no se donde, y lo estrelló sobre mi cabeza, mientras los demás transeúntes pasaban por mi lado esquivando la situación; hasta que no perdí la conciencia no paró de golpearme.
Desperté tras un tiempo incontable, solo, dolorido y humillado me encontraba en aquel suelo azul y luminoso. Miré a mi alrededor, nadie, ni siquiera la señora; si no sintiera tanto dolor, pensaría que habría sido un sueño, pero no, había sucedido, había sido real, los moratones en mi cuerpo y la lógica desaparición de mi cartera, que antaño tanto había protegido, me aseguraban que no había sido un sueño.
Pero, ¿como no había acudido nadie a ayudarnos?¿donde estaba la señora a la cual había intentado defender?

-SENSECIONS, LA NUEVA CREMA QUE LE HACE REJUVENECER EN 3 DIAS

Las pantallas reflejaban como viejas arrugadas lucían una eterna juventud nada mas ser embadurnadas con la crema milagrosa; en aquel momento desee tener una crema de esas, pero para que desaparecieran los dolores que tenía.
Me levanté como pude y me dirigí hacia algún lugar mas transitado, quizás en aquella plaza donde me encontré con el viejo vestido de blanco, quizás el me pudiera explicar algo sobre estos comportamientos tan incivicos, ¿se querría referir a algo de esto con sus palabras?, ¿como dijo?
¡No hay escapatoria!


Tartessus Baobab

domingo, 14 de octubre de 2012

Subsuelo II

Él salio del vagón, se paró a unos pasos del andén, volvió su mirada hacia los demás pasajeros que salían aturrullados y presurosos. La escena le hipnotizó, dejándolo abstraído con la visión de la masa humana silenciosa vomitada por el gusano eléctrico.
El denso grupo vertido en el andén se disolvió dividido por unos que bajan con rapidez por una escalera, otros que se suben en una rampa mecánica que los lleva en línea recta hacia delante, perdiéndolos también de vista, y los últimos van colocándose en los escalones ascendentes de una escalera mecánica.
De alguna forma extraña le parece percibir cierta emoción en el vertido humano que asciende por las escaleras mecánicas, cree ver algo diferente en sus rostros, algo más relajados. Aunque sólo es una impresión de la que al instante desconfía.

Trata ahora de situarse, mira las tres opciones para continuar, lee los letreros, contempla cómo nuevas personas llegan al andén, y reemprende el paso con decisión, sin olvidar no aparentar ser un forastero. Toma el pasillo de la escalera mecánica ascendente en busca de su estación de destino.
Se sorprende al ver de repente la imagen de un bonito rostro femenino que le sonríe desde el pasamanos metálico de la escalera ascendente. Respira de nuevo al comprobar que se trata del reflejo de un cartel publicitario sobre la pared más próxima. Lo cierto es que le reconforta observar ese rostro perfecto, bello, rebosante de vitalidad, alegre y optimista. Igual podría ser que su estación final estuviera repleta de luz y armonía, algo que no ha logrado encontrar en su viaje por el subsuelo de la ciudad.

Termina el trayecto ascendente, llegando a un espacio más grande que los anteriores, a modo de centro vectorial, con tiendas, bares y lugares de encuentro. Ahora se sienta en un banco donde un aciano con sombrero blanco reluciente, traje igualmente de color blanco impoluto, apoyado con su mano izquierda en un bastón rojo carmesí y zapatos y corbata del mismo vivo color, le ofrece asiento. Lleva unas gafas muy oscuras y una medio sonrisa gentil acompaña sus gestos. Permanecen los dos en silencio aunque él mira de vez en cuando al elegante anciano con la intención de entablar conversación, pero algo le impide hacerlo, será la desconfianza, será la timidez, será el ambiente que le ha acompañado durante todo el recorrido desde que se adentró en el sótano de la urbe. Pero después de cada intento, algo le imide comunicarse, guarda silencio de nuevo y el anciano continúa observando a los transeúntes con su expresión medio sonriente.
El anciano se levanta, se coloca frente a nuestro personaje, se quita el pulcro sombrero diciéndole - ¡No hay escapatoria!
Seguidamente se marcha confundiéndose con la marea humana vertiginosa, que a nuestro hombre le parece que hayan acelerado el paso, que el ritmo frenético que deambula delante de él cobra una velocidad irreal e imposible. Intenta observar los rostros de las personas que circulan tan rápidamente pero no le es posible, no logra ver sus caras.

Aturdido, desorientado y desconfiando de cualquiera que esté a menos de dos metros de él, inicia el paso todo lo ligero que puede sin llamar la atención. Intenta vigilar a todo el que se cruza o circule cerca de él. Aviva todavía más el paso, con la certeza de que nadie le mira, es como si no estuviera allí, se siente casi invisible aunque extrañamente vigilado.
Ya está corriendo por un pasillo, siguiendo la flecha de “Salida”, el sudor corre por su frente, continúa mirando a derecha e izquierda en su carrera para salir de allí. Un silbido monótono del quejido de las vías resuena cada vez más lejano en sus oídos, haciéndole recobrar vigor, sobre todo cuando divisa cómo la luz del exterior penetra débilmente desde la boca de metro de Plaza Auster, es su salida más próxima y por fin ha llegado a las escaleras de subida al exterior.

Se detiene, contempla los escalones, mira hacia atrás intentando desprenderse de la sensación de ser un fugitivo; observa a las personas que se adentran bajando las escaleras y se queda petrificado, inmóvil, con la respiración cortada, un sudor helado le deja paralizado al comprobar que todos los que descienden hacia su lugar de destino le miran y sonríen.
No puede subir las escaleras, intenta adelantar el primer paso y al momento decide que no es conveniente, que no debe salir todavía. Algunas personas también le observan al cruzarse con él y con la mirada sonriente le invitan a continuar adentro.

Alguna fuerza dentro de él le retiene allí y allí permanece. En el subsuelo.




* Masmoc Utopía.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Subsuelo I


Hoy me he sentido solo, en una ciudad tan cosmopolita como esta,  rodeado de personas de diferentes edades e innumerables nacionalidades, me sentí aislado de todos mis semejantes.
Llegue a La gran ciudad con el suficiente tiempo como para preferir viajar, a mi lugar de destino, rodeado de toda una población que a aquellas horas se desplazaban a sus trabajos, recorriendo las entrañas de la ciudad. No me apetecía montarme en un taxi y escuchar durante media hora todo un monólogo sobre lo mal que va el país, al taxista de turno, mientras yo procuro recordar las calles por las que me desplazo, e intento averiguar si estoy siendo estafado u honradamente llevado a mi destino.
La única persona que me demuestra ciudadanía se encuentra junto a unas maquinas expendedoras, donde encontrar tu lugar de destino para poder sacar el billete ya merece toda una gran capacidad de deducción,  y a eso contribuye esta persona, a que nadie se equivoque y saque su billete correctamente.
Tras pasar unos tornos me engulle unos pasillos llenos de carreras digna de cualquier competición, como cada recoveco me obliga a corroborar la dirección que debo tomar en carteles diseminados por todas las paredes, me aparto para no ser arrollado.
En el anden se posicionan todos salvando distancias entre unos y otros, conservando cada uno su espacio vital, y preparados para el asedio de un tren que aparece luminoso y ruidoso saliendo de una cavidad oscura y misteriosa.
Se abren las puertas y sin apenas ser desalojados los vagones, entramos todos en avalancha. Todo mi espacio vital acaba en ese momento, unas sobre otras se apiñan las personas, cada pequeño resquicio del vagón es rellenado por una masa de carne perteneciente a cualquiera de los concurrentes.
Yo, debido a mi inexperiencia en estos avatares, me dejo llevar por la marea y tan solo me preocupo por rodear mi cartera con la mano,  para no ser desvalijado, ya habréis deducido que soy de natural desconfiado.
Así las paradas se eternizan y solo me quedan ojos para ver un señor que en medio de esa amalgama de articulaciones humanas que sobresalen de nuestra cabezas para agarrarse a las barras, en la mano que le queda libre porta un libro entreabierto del que parece estar leyendo. Para mi la lectura es un placer, cada vez que he visitado la orilla de un río, lo alto de una montaña, un parque o cualquier sitio que haya desprendido tranquilidad y paz de espíritu, he pensado: aquí ahora solo me falta un libro y soy el hombre mas feliz; pero ¿en medio de ese amasijo de seres?, ¿en medio de tanto vaivén? 
Esto me sirvió para entretener mi mente hasta que los altavoces anunciaron mi parada. 
Tras salir expulsado del tren, me dirigí hacia la salida del anden, cada vez mas integrado en corrientes de personas que se desplazaban por las cavidades subterráneas, pero con el lógico cuidado del que mide cada paso para no parecer forastero.
Al llegar al próximo anden donde tenía que coger el otro tren, todo parecía mas tranquilo, sin lugar a dudas esta línea de metro no tenía tanta concurrencia.
Igual que en el caso anterior el tren apareció de la nada mas profunda e inundo con un estruendo el anden donde nos encontrábamos.
Entré junto a varias personas, pero el vagón no se encontraba lleno, por lo que pude posicionarme para observar a todos mis compañeros de viaje.
Y fue en ese momento cuando me di cuenta; estaba solo, si solo, y no me refiero a que no conocía a nadie, eso era lógico si estaba en una ciudad como esta donde confluyen varios millones de personas, difícil sería que me encontrara a alguien conocido y mas teniendo en cuenta que yo era de fuera.
Me refiero a que nadie se interesaba lo mas mínimo por mi, ni por mi ni por cualquier otro que tuviese a su alrededor. Para ser exacto lo que hacia cada persona era eludir el más mínimo contacto, tanto verbal como visual.
A mi derecha se situaba una pareja, esas eran las únicas personas que parecían no haber sido envueltas en aquel estado de individualismo y abstracción en el que estaban todo el resto de seres de aquel vagón.
Frente a ellos, dos chicos sentados uno junto al otro cada uno con sus móviles escribiendo no se que y con unos cascos que adornaban sus orejas, abstracción absoluta de un entorno poco atrayente.
Sentada junto a mi se encontraba una señora que postraba sobre su faltriquera un libro abierto que combinaba con el constante teclear de su móvil, debido a mi cotilleo os puedo asegurar que no paso la hoja de su libro en todo el viaje.
Frente a mi un chico saco de un pequeño bolso una psp y con unos cascos que colgaban de sus orejas se internó en el mundo de los juegos.
A mi izquierda otro chico chaqueteado, tipo vendedor de centro comercial importante, leía muy ensimismado un libro "tipo tocho" como yo los llamo, que yo tan solo suelo leer sobre una mesa, ya sabéis por evitar el posible esguince de muñeca.
Pocos más eran los habitantes fugaces que portaba dicho vagón, todos eludiendo el contacto con los vecinos de viajes.
Recuerdo viajes por el campo, a tempranas horas de la mañana, paseos vespertinos de verano a la orilla de una playa ya desierta, y siempre me sentí participe del medio, en cualquier momento alguien aparecería y seguro que me hablaría, se preocuparía de recordarme que estaba allí, que yo era alguien y que ese alguien le interesaba.
En aquel vagón todos tenían indiferencia, les era indiferente relacionarse, les era indiferente el prójimo, solo les interesaba su estación de destino, nada más.
Eso me producía soledad, soledad y desesperanza, nada puede producir más dolor que la indiferencia, en una ciudad donde tantos millones de personas conviven, y en su subsuelo se cuece el mayor cardo de cultivo para acabar con los seres humanos, el aislamiento del prójimo, el hombre un animal colectivo pasa a ser en el cénit del progreso, "un indiferente".
Estación en curvas, suena una voz por los altavoces, segundos antes de que el frenazo del tren me haga volver en mi, y corro fuera del vagón hacia mi destino.

Tartessus Baobab

miércoles, 18 de julio de 2012

¿TE IMAGINAS?



-         El Jabato es el que más me ha gustado desde que fui dejando de leer los Tío Vivo, Pulgarcito, TBO y demás. –Dice Luiso con claridad.
-         Hombre, Luiso, El Jabato está guapo, pero con el que mejor me lo paso es con El Capitán Trueno. Es parecido al otro guerrero, pero además se encuentra con más historias fantásticas, con personajes extraños…… y Sigrid está de miedo. –Le digo, ondeando con mis manos en el aire la figura y las curvas de la novia de mi héroe favorito.
-         Pues yo me quedo con Hazañas Bélicas. Las historias de la 2ª Guerra Mundial son más cercanas y reales. Las batallas son emocionantes. –Asevera Monti con una sonrisa.
-         Ya.. –Les digo, apoyado en el 850 de mi padre, aparcado en la puerta de casa.

Desde la puerta de la taberna El Punto se acerca hacia nosotros Alberto, con su andar cansino y gastado. Nos observa, con su mirada torva y los brazos en jarra; remangada la camisa blanca se aprecia claramente su tatuaje en el brazo, recuerdo de su antigua época de marino. Monti, Luiso y yo nos quedamos en silencio a ver por dónde sale.
-         ¿Hoy no queréis un vaso de casera fresquita? Hace calor y es lo que pega ¿no?
-         Es que no tenemos dinero, Alberto. –Le  dice Luiso, secamente.
-         No importa, el que quiera beber su vaso de casera fresquita que lo haga, y mañana pagará la peseta. –Responde con rotundidad.
-         Vale, me apunto.

Monti y yo guardamos silencio y también nos adentramos tras ellos en la taberna El Punto. La alfombra de virutas bajo nuestros pies nos hace sentir en territorio extraño, el olor concentrado por Baco en la estancia llega a su mayor intensidad a la altura del mostrador, su aroma se mastica. Alberto sirve un vaso de gaseosa La Casera y Luiso se lo bebe de un tirón, mientras algunos pajarillos revolotean entrando y saliendo del establecimiento.
Félix se asoma a la taberna desde la calle buscándonos, nos llama, y al verlo también Alberto le grita con énfasis –¡Felicín, mórdiles! –Félix  echa a correr en dirección a su casa y desaparece como una bala.
Sonreímos, nos despedimos de Alberto y volvemos a nuestro mundo perfecto, la calle.

Doy una palmada al aire diciendo –Asiento  "patrés" –y  al oír los demás la clave, nos dirigimos en silencio hasta nuestro lugar señalado, el escalón de entrada a un piso alto, junto al "Zapa", donde sólo cabemos tres, y algo apretados. Con el calor del comienzo del verano el denso olor a cuero y betún nos llega a oleadas intermitentes.

-         Los que sí me están gustando cada vez más son los nuevos, creo que les llaman comics, que tienen una forma diferente a los tebeos, es como un libro pero con las viñetas; los de superhéroes. Ya voy cogiéndole el rollo a los personajes y las historias son increíbles. –Les  comento, retomando la conversación de hace un rato.
-         A mí me gusta Spiderman. De superhéroe es la caña, y cuando no actúa como Spiderman, cuando es Peter Parker, no le salen las cosas demasiado bien. Dice Luiso.
-         A mí también es el que más me gusta y además tiene líos con las novias y se agobia bastante. –Confirma Monti.
-         Y lo que estaría guapo sería que vinieran en color, no sólo la portada. ¿No? –Monti y Luiso me dan la razón con un gesto de cabeza al unísono.
-         El superhéroe que más me gusta es Thor. –Les digo muy convencido. –Es diferente; llega a la Tierra a aprender de los humanos y a ayudarles. Me gusta su nobleza.

Nos quedamos unos instantes en silencio, cada uno de nosotros tres está recordando escenas de las historias de Marvel. Monti reinicia el diálogo.
-         Ahora, ¿os dais cuenta que hay poca gente que conozca a estos personajes superhéroes? Solamente a unos pocos nos interesa.
-         Sí. No son famosos como Superman, ni creo que lleguen a serlo.
-         O a lo mejor sí, Luiso. –Les digo, esperando su reacción.
-         ¡Anda ya! –Me  repiten los dos haciéndome gestos de que he perdido la cabeza.
-         Demasiada fantasía tienes tú. –Me dispara Monti.
-         Además, Superman es sólo uno. Aquí están Spiderman, Thor, Dan Defensor,La Patrulla X, Los Vengadores, Los 4 Fantásticos..... Muy complicado, demasiados superhéroes para este mundo. –Apostilla Luiso.

Se levantan los dos del asiento "patrés" casi al mismo tiempo.
-         Luiso ¿Te imaginas poder verlos en el cine?
-         Eso sería demasiado. –Me  contesta.
-         Eh, Monti ¿Te imaginas ir al cine a ver una peli de Spiderman o de Thor, o incluso de Los Vengadores? Poder ver a Spiderman en una pantalla de cine colgarse de sus telarañas y balancearse de un edificio a otro. Ver a Thor lanzar su martillo….
Me incorporo del asiento y me quedo mirándolos esperando alguna reacción.
-         Demasiada fantasía para eso. –Me dice Luiso, comenzando a andar.
-         Demasiada imaginación habría que tener. –Sentencia Monti con una sonrisa.

Junto a los adoquines, en la carretera de nuestra calle, unos zapateros revuelan cerca del charco dejado por un sifón medio vaciado de un camión de la fábrica de gaseosas La Juncal. La calle se va quedando solitaria. El calor sigue apretando. La sombra ya nos espera en casa. Es la hora del almuerzo.
Monti abre la cancela de su casa, adentrándose en el patio exterior diciéndonos. –¿Jugamos después una partida de monopoly?
-         Bien, buena idea – contesta Luiso.
Los dos me miran a ver qué digo, se quedan callados, esperando.
-         ¿Te imaginas verlos en el cine? ¿Te imaginas?
 Monti nos sonríe despidiéndose con un movimiento de su mano.

Luiso y yo caminamos en silencio rumbo a casa. Antes de entrar vuelvo al ataque.
-         ¿Te imaginas una peli de Los Vengadores?
-         Eso será cuando toree El Guindi. – Me dice iniciando una carrera.
-         Ya, pero...¿Te imaginas?.... –Y corro también intentando imaginar.



         *Masmoc Utopía



miércoles, 27 de junio de 2012

Aún queda esperanza

Hoy me invaden recuerdos, nostalgias, deseos aun por conseguir, cúmulo de sensaciones encontradas. El desarrollo de todo, camina impasible por un páramo oculto entre montañas tan altas que no dejan vislumbrar su final. Sosegar las ansias de vivencias banales, corregir la cólera de posiciones encontradas, destruir todo desprecio hacia mis semejantes y conseguir convivir con lo inaceptable, son logros arduos,  estos que se van consiguiendo batalla a batalla hacen que pueda sentirme más persona cada día. Deambular por pedregales descalzo hiere unos pies cansados amoratando las plantas de la base que me mantiene erguido. Una cadencia acompasada de amaneceres y crepúsculos bambolean mi ser y me embriagan postulando un futuro incierto en esa búsqueda continuada. Cierro este razonamiento totalmente irracional defendiendo lo único real que logro discernir: Si coincide en mi cabeza este galimatías puedo asegurar que aún queda esperanza. Tartessus Baobab

domingo, 24 de junio de 2012

OLVIDAMOS LA NADA

Perdimos el mar;
huyó por entre la arena de tus ojos
buscando rendijas de salida.
Perdimos la sal.

Olvidamos la llama;
se apagó al crecer las estrellas,
se inundó de lunas traicioneras.
Olvidamos la nada.

El mar nos encontraba
y nos balanceaba.

La nada nos buscaba
y nos cobijaba.

Sigo anhelando tu mar
bajo estrellas que se alejan.
Oigo crepitar el fuego
en mi alma soñolienta.

Olvidamos la nada
que nos hizo ser todo.

Y ahora...
naufragamos en el lodo.



*Masmoc Utopía




domingo, 27 de mayo de 2012

GRATITUD INQUEBRANTABLE



Una de mis estrellas del nuevo día
brilla con tu lealtad inquebrantable
que los años no lograron borrar.


Iluminas el rail de la vía,
rebosante con tu aliento inagotable
que sólo tú puedes realizar.

El destino del puzle no podría
ir llenando de colores imborrables
si no es con la pieza de tu amistad.


Gratitud que me invade,
lealtad inquebrantable.




* Masmoc Utopía.

AGRADECIMIENTOS-PROPUESTA

Agradecimientos a la Comunidad Baobaliana por sus comentarios y apuntes de ánimo y conexión. Es muy grato encontrar notas de comentarios en los escritos que vamos lanzando al espacio desde Utobab. Nuestro Universo se expande con vuestras aportaciones.
 Por ello pensamos que sería muy bien recibido por todos los Baobalianos que pudiérais participar aportando escritos que tuvieran relación, continuación, modulación o rasgos personales sobre personajes de nuestras historias, sobre nuevos relatos paralelos, relacionándolos y dádole riqueza. Buscamos agrandar las emociones, expandirlas y renovarlas con vuestros escritos relacionados con el Universo Baobaliano.
Nuestra mayor gratitud para Loli, M.Beltran, Anny, Montse B, Josefina, T.Gar, Sócrates Cerreño, JARR, El escriba de Thot, El Beja, Manu-Muabdib, Carla, MigueTerrible, Halada y a todos los anónimos que puedan dar color a la imaginación baobaliana.
 El método de transmisión sería a través de la dirección de correo de Tartessus o de Masmoc.
 "El que perdura" sonrió al conocer la propuesta y nos dijo que no tiene prisas, que dispone de todo el tiempo y recalcó - ¡Aventurarse! ¿Hay alguien ahí?

lunes, 26 de marzo de 2012

Asi me mantengo vivo

Llegué buscando lo que nunca había hallado,
llegué soñando lo que siempre había anhelado,
llegué esperando tener todo aquello que nunca había tenido...
Pero tras todo este tiempo aquí sigo;buscando, soñando y esperando tener lo que aún me falta...
Todo eso me hace saber que sigo vivo.

Tartessus Baobab

viernes, 23 de marzo de 2012

Cesará la quietud

Cesará la quietud de la tarde,
los vientos del Norte helarán el Páramo,
y yo, seguiré aquí tras mi ventana
esperando una lucidez perdida en antaño
postergando mi final con esta nada.

Crepitar de llamas efimeras
reflejo de un atardecer crepuscular,
envidia de una levedad deseada,
deseada...para encontrarme con mi amada.

Tartessus Baobab

sábado, 25 de febrero de 2012

HAZME OLVIDAR

El aroma nevado va llamando..
a las puertas de mi alma
y sus pigmentos me llevan..
a la temporalidad que negamos.

Tu mano estrechando la mía
y mi espíritu en calma..
me llevan, en la distancia,
a un sueño incontrolado.

Sin remisión;
somos lo que recordamos
al cenit de la alborada.

Sin perdón;
somos lo que se esconde
en el ocaso de tu mirada.

Desátame...
Desátame y hazme olvidar.

Embriágame...
Aniquílame y huye
del fulgor que nunca fue.

Háblame...
Háblame y hazme olvidar.

Muéstrame...
Encuéntrame y hazme olvidar.


Hazme olvidar..............


* Masmoc Utopía

miércoles, 4 de enero de 2012

Diario apócrifo de E.Sinclair 6


Hiela la mañana en mí desperezar junto a la Laguna, y me rescata de sueños y recuerdos del pasado, sueños y recuerdos que tenía olvidado en lugares remotos de mi propio mundo.
El agua fresca me ayuda a sentir mi nuevo yo que despierta, y contemplo cómo la magia del día va ganando terreno a las sombras que se alejan por los claroscuros de la dehesa.
La Laguna disfruta de un silencio que solo es invadido por un respirar acompasado y cadencioso del Toro-Buey que nos acompaña en este reencuentro.

Sobre la Laguna mi compañero se refleja observándome:
     - ¿Quién eres? que en mis sueños me acompañas. – Solicito sus explicaciones.
     - ¿Aún no lo recuerdas?
     - ¿Fuiste tú el culpable de mi reclusión?
     - Aún no lo has comprendido.
     - Sólo comprendo que yo solía dormir como el gran animal que duerme junto a nosotros. Libre de todo, incluso de mi propio pensamiento; pero ahora no, ahora todo lo cuestiono, todo hasta a mí mismo…… y eso me devora.
     - Te quedas en lo que ves y obvias lo interior. Nada te asegura que ese ser tan fiero que junto a nosotros duerme, con esa serenidad que desprende, no lleve en su interior un enclaustramiento aún mas profundo que el tuyo; y todo él hubiera necesitado unirse a nosotros para encontrar su propio lugar en Utobab.
Existe un libre albedrío que nos hace a cada uno tener nuestra propia libertad de decidir. Decidir el camino a tomar, decidir obedecer a alguien, decidir adorar a alguien, decidir…, pero esa decisión te lleva a la soledad, la soledad de nuestro propio yo, que es en la mayoría de ocasiones más duro que la obediencia, más duro que la sumisión, más duro que la fe ciega en algo que nos aseguren que nos ayudará a vivir sin complicación y sin tener que ser dueños y responsables de nuestros actos.
En definitiva, tenemos miedo.
     -¿Miedo, miedo a qué?
     -Miedo a nuestra propia Libertad.
     -Quizás tengas razón, quizás sea eso.
     -Pero tenemos que decidir; nuestra decisión afecta a todo, todo se afecta de la decisión que tomemos. Podríamos haber sido uno de ellos, uno de nuestros compañeros en el viaje.
     -Son los de mis sueños en blanco y negro y mis difusos recuerdos ¿verdad?
     -Los mismos que sufrieron el implacable paso del tiempo y la levedad de unos cuerpos con fecha de caducidad. Tú eres diferente.
     -Y tú ¿Quién eres tu?
    -¿Pero sigues tan ciego aún? Sólo tienes que buscar en tu interior.
     -Tanto tiempo me llevé sin pensar que no logro asimilarlo todo.
     - Demian Pilgrim y Edmundo Sinclair, dos seres que se buscan así mismo, y sólo se encuentran en un sitio como La Laguna del Ensueño. Un solo ser cargado de futuro…

Me siento desvanecer viendo a mi compañero perder el conocimiento. Todo es borroso y una niebla plomiza nos envuelve mientras cerramos los ojos y caemos en la hierba.

Despierto con una vitalidad renovada que hacía tiempo no percibía.
Junto a la Laguna una fría brisa matutina hace ondular sus aguas en la superficie, difuminando la huidiza imagen de Demian y haciendo imposible apreciar su rostro.
El enorme Toro-Buey alza su cabeza posando su mirada en mí, fijamente, con una nobleza antes no apreciada. Inclino levemente la cabeza mirándolo, a modo de saludo, el animal repite el movimiento; a continuación desvía la mirada hacia la imagen reflejada en La Laguna del Ensueño, avanzo dos pasos hacia el agua, ya metido en la orilla distingo claramente el rostro, es la figura del ser que renace en mi interior; “El que perdura”.

Soy Adaner. Ahora sé que he superado el gran conflicto que mi creador presagió. Ahora sé que Edmundo y Demian también soy yo. El profesor Enter K ya me avisó de ello, ni siquiera una máquina tan perfecta puede esquivar tensiones "humanas" aquí en Utobab.
La asimilación de mi papel se ha revelado con nitidez después de recorrer mi viaje interior y renacer para el futuro.

Yo, Adaner, renazco como "El que perdura" para salvaguardar el conocimiento humano de tantos siglos y  transmitirlo a las nuevas generaciones, enseñarles "El Legado de las Estrellas". Debo guiar el futuro mostrándome e interviniendo lo menos posible en la vida diaria de Tull. Los pasos están dados y hay que seguir preparados para la llegada algún día de los extranjeros. Los Hermanos del Sol ayudarán a que sea posible.

"El que perdura" renace a la espera de lo que está por venir.
El camino está por delante…


                                                            FIN


  Masmoc Utopía y Tartessus Baobab 

sábado, 24 de diciembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 6


     - Todos ellos han nacido en Utobab.- Dijo Edmundo señalando a la pantalla donde se veía la plaza central de Tull rebosante de actividad.
     - Es un pueblo joven. Tienen futuro por delante.
     - Eso espero.- Asintió con tristeza al oír mis palabras, como si un lastre de pena y abandono hubiera cargado en su alma. Bajó la cabeza, la mirada perdida en algún punto del suelo y de nuevo habló tras el silencio en el que nos habíamos sumergido.
     - La pérdida.
     - ¿Cómo dices?
     - La pérdida, Demian. La pérdida.

Le observaba caminar despacio por la estancia, se frotaba la barbilla con su mano izquierda, me miraba y repetía - La pérdida.
Yo esperaba que ampliara sus palabras pero él seguía dando vueltas en silencio, mirándome alguna vez como esperando respuestas a una pregunta no formulada.
     - Los más jóvenes ni siquiera nos conocen, no nos han visto nunca al habernos mantenido, con el paso del tiempo, cada vez menos presentes a sus ojos.
Por fin comenzó a hablar, y ahora no parecía encontrar pausa en sus palabras; era un torrente que gesticulaba con sus manos cada frase, con tal convicción y claridad de exposición que en sus pupilas ya no solicitaba respuestas. Ahora volcaba hacía mí la quemazón de su interior, el agrio sabor de una vida salpicada con demasiadas ausencias.
Y continuaba envolviéndome con su voz,
     - Ya solamente somos visibles a una docena de compañeros de viaje. Hemos perdido a muchos en este camino. No estoy preparado para superar más ausencias. No creo que resista perder a Gabriel ni a Bittan.
Edmundo posó su mano en la pantalla y captó la imagen de Tull, obteniendo una visión panorámica del poblado. Cruzó los brazos mirando la imagen. Sus ojos brillaban y acuosamente desteñían.
     - Fagen hizo un excelente trabajo en el diseño de su construcción. Inmejorable. Y hace muy poco que nos abandonó.
Nuestro pasado se desmorona en este nuevo presente.
Alejó su vista de la pantalla y se volvió hacia mí diciendo - Demian, ¿sólo nos quedará futuro?
Sus pupilas bañadas en lágrimas imploraban un consuelo que yo no lograba encontrar. Con un ademán cansino me invitó a tomar asiento y él se sentó al mismo tiempo con parsimonia.
Con un gesto cansado y mirando a la pantalla, como si estuviera solo y reflexionando en voz alta para sí, de nuevo habló.
     - ¿Llegaremos a olvidar nuestro pasado?

El silencio nos atrapó.
Este tiempo muerto me hizo recordar de repente al profesor Enter K, tan lejano en el pasado y tan latente en nuestro presente.
Rememoraba con nitidez sus palabras antes de que la expedición partiera de la Tierra,
"
Ten en cuenta que la dudas te asaltarán en algún momento inesperado; debes encontrar entonces las respuestas a preguntas nunca antes formuladas. Cuenta con que siempre tendrás un enorme pasado; tendrás que encontrar la fuerza y el valor necesario dentro de ese mismo pasado".
El profesor Enter K sacaba un pañuelo de su bolsillo y secaba discretamente sus mejillas lagrimadas y continuaba.
"Es muy posible que llegues a percibir que tu presente se haga muy difícil de soportar. Tus reflexiones te podrán llevar a la senda de un nuevo futuro que podrás crear o, desbordado por un pasado creciente, solapar ese futuro por un presente caduco".
Veo muy claramente en mi memoria la imagen del profesor; nariz aguileña, su corta barba de perilla harinada, la ausencia total de cabello, sus ojos verdes y solemnes, y su amable sonrisa siempre presente, fiel compañera desde su infancia como él decía. Ya no volví a verlo más pero sus palabras del día de la partida resurgen con fuerza en mis recuerdos, grabado a fuego y trayendo calor a este paisaje helado y mortecino que amenaza la cordura de Edmundo y la mía propia.
"Espero que sepas encontrar el carril adecuado dentro de la fortaleza de ti mismo. Tu decisión regará el futuro de todos, o lo inundará".


Recuerdo las últimas palabras del profesor antes de dejarle atrás y entrar en la nave. Esas mismas palabras que han seguido produciendo en mi interior un eco inagotable hasta este mismo día.
"Es tu futuro, es nuestro futuro".


  * Masmoc Utopía. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 5


- Tú debes ser Edmundo Sinclair.
     - Así es, ¿cómo sabes mi nombre?
     - Utobab nos regala sabiduría y la Laguna del Ensueño nos aporta claridad.
Nos observábamos manteniendo un lapsus silencioso en nuestra recién iniciada conversación. El frescor del agua cercana y la suave brisa que nos acariciaba parecía actuar como un bálsamo relajante en él; al instante se recostó de espaldas sobre la hierba, los brazos extendidos lateralmente y la vista sin apartarla de mí.


     - Creo que identificas el lugar donde nos encontramos – le dije.
     - Nos encontramos en la Laguna del Ensueño. Este lugar me resulta familiar pero no recuerdo con certeza haber estado aquí antes. Yo estaba encerrado en una celda a la que llegué sin saber porqué.
     - También yo estaba en la misma fortaleza, en otra celda cercana. Pero ya hemos abandonado ese lugar cerrado, ya no podíamos continuar allí, sus cimientos comenzaban a derrumbarse. Hemos seguido el carril y ya estamos en Utobab.
Al oír mis últimas palabras, Edmundo se puso en pie, alzó los brazos hacia arriba, bajándolos lateralmente al unísono y haciendo un círculo en el aire hasta llegar a posar sus manos en el centro de su pecho. Todo ello sin dejar de mirarme por un segundo.
Yo repetí esos mismos movimientos a modo de saludo y recité,

     - Liso es el sendero
       por el mar del futuro.
       Llano es mi cielo,
       por mi viento, el tuyo.

     - Reconozco esas palabras, las he oído antes, aunque he intentado olvidarme de ellas, las siento muy dentro de mí. ¿Qué significan?- preguntó Edmundo con acusada desorientación en sus ojos.
     - Espero que llegues a saber su significado, puesto que es algo que antes comprendías.

Los diamantes de la noche ya brillaban sobre nuestras cabezas y la superficie de La Laguna del Ensueño se asemejaba a una riada de luciérnagas que volara hacia nosotros. Pero lo que se acercó a nuestro lado fue un enorme animal, un toro-buey que apareció, no sabemos de dónde, que llegó sin hacer el más mínimo ruido.
Continuamos los dos de pie, en silencio y observándolo; el gran animal dio dos vueltas alrededor nuestra y se colocó justo en medio de ambos, de ese modo no podía ver a Edmundo Sinclair ni él tampoco a mí. El inmenso animal no dejaba de mirar al manto de estrellas sobre el agua, pareciera que no le importáramos. Seguíamos petrificados y hasta podía oír mi respiración.
Fue entonces cuando el astado animal levantó su enorme cabeza hacia los cielos y emitió un sonido ensordecedor, pleno de furia bestial, y al ir acabando su particular diálogo con las estrellas terminó con un suave susurro, volviendo su mirada a Edmundo y a mí indistintamente, deteniéndose unos segundos con sus pupilas clavadas como flechas en la diana de nuestra mirada. Sus ojos me transmitían pesar. Al volver a girar la cabeza después de mirar a mi compañero sus ojos emitían plenitud y regocijo.
Un pájaro negro se posó en el lomo del gran animal y segundos después el toro-buey se echó a dormir sobre la hierba.
Pude ver a Edmundo echarse al suelo diciéndome
     - Demian, no hay mejor lugar que la Laguna del Ensueño para soñar.

Me quedé dormido recostado junto al animal y mirando las guirnaldas de estrellas cómo nos observaban.



  * Masmoc Utopía 

martes, 29 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 5


Despierto sudoroso del leve sueño en el que me encuentro inmerso, y sé que llegó el momento. Giro la cabeza hacia la puerta de mi celda y descubro una pequeña rendija por la que se escapa la luz de una luna que entra por la ventana de mi prisión. Corro hacia la puerta como si me fuera la vida en ello, la empujo y mi sorpresa se acrecienta cuando descubro que está abierta. Todo este tiempo aquí, y la puerta estaba abierta, abierta esperando que yo la empujara y saliera de mi cautiverio.
Salgo y tan solo la luz de la noche que entra por la ventana me deja entrever unas escaleras que se enroscan hacia el Averno.

     -¿HAY ALGUIEN?…
Nada, solo mi eco me responde.

No puedo esperar más y bajo esas escaleras lo mas rápidamente que la oscuridad me lo permite.
Este abismo me engulle y parezco estar bajando a los infiernos de Dante; sólo cuando ya no me veo ni en mi interior, aparece esa luz, luz de una puerta salvadora que me llevará hasta la libertad.
¿Qué fin tendrá este camino que serpentea entre las encinas? Sin duda será un sitio mejor que éste.
Llevo al menos una hora caminando y tan solo la luna me acompaña, a ambos lados del sendero, oscuridad.
Un reflejo de luz en el horizonte, ¿Qué puede ser?, corro para salir de este sendero que me aprisiona. ¡Una laguna!
¿Este lugar? Lo recuerdo vagamente, sí, sin duda este lugar, retumba dentro de mi su nombre, pero… ¿de qué?
Es…¡La Laguna del Ensueño!¡Estoy…en Utobab!, pero… si es imposible.
Tengo que refrescarme, estoy dormido y debo despertar. Fría como la noche el agua acaricia mi rostro, sigo viéndola, sigo estando aquí, no es un sueño.
Las ultimas ondas en el agua me devuelven una imagen de…

     -¿Quién eres tú, que parezco conocerte?
     -Por fin has llegado, ¿no me recuerdas? , te esperaba hace tiempo, soy Demian Pilgrim…



Tartessus Baobab

martes, 22 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 4


Aquí me hallo, solo; exijo a este cautiverio que me dé lo que mi pereza no me deja buscar.
No me sacia la inmovilidad, pero tampoco intento actuar.
Todo me da hastío, ¿Qué me pasa? Nunca fui así, me cansa este silencio que me obliga a pensar.
Corrí tanto por mi camino que me deje atrás a mi mismo.
¡Voy a salir y voy a actuar!

     -¿QUIEN ESTÁ AL OTRO LADO?....
Espero una respuesta, no llega, sé que está ahí esperando algo que yo no sé comprender.
     -EXIJO QUE ME HABLES….
Nada, no contesta.
Quizás soy yo el que no escucha.


Hace ya tanto tiempo que dejé de escuchar aquella voz que me incitaba, que reverberaba en mis oídos incesantemente:
Por el carril, sigue por el carril…


Tartessus Baobab

martes, 1 de noviembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 4


Ha comenzado a caer una lluvia débil y monótona. Los álamos que acompañan el sendero, al mismo tiempo que me adentro en el bosque, se mecen a mi paso aunque no percibo ni una brizna de viento. El camino es ascendente y sinuoso. El ocaso de la tarde va cubriendo de oscuridad los árboles y las montañas lejanas. Lentamente, paso a paso, avanzo por una vereda cubierta de hojas muertas. Las gotas de agua parece que penetraran en mi cerebro, siento dentro de mí una humedad ennegrecida, persistente, latente.
A unos treinta metros de mí veo avanzar a un grupo de perros salvajes por el camino; parece que hubieran surgido de la nada. Son de un color negro y hasta mí llega su olor animal de naturaleza salvaje, su fuerte aroma de montañas y senderos, su perfume de granjas asaltadas y corderos descuartizados, su esencia de lluvia, bosque y aversión por los humanos. Avanzan muy lentamente, agrupados, moviendo sus cabezas a ambos lados, coordinando una coreografía que clama a la muerte. Sus ojos, oscuros y siniestros, se clavan en los míos.
Los árboles que lindan el sendero han dejado de oscilar; me acompaña un silencio que puedo oír. Siempre presente el monótono llanto del cielo bañando mi alma en una pena negra y mortecina.
Un extraño pájaro, negro como la noche cerrada, desciende desde un árbol en veloz aleteo directo hacia mí. El silencio me invade cuando el pájaro negro, antes de impactar conmigo, iza el vuelo bruscamente hacia las nubes ennegrecidas. Los “perros de la lluvia” detienen su desfile procesional a escasos metros de mí y miran acompasados al extraño pájaro negro en su vuelo ascendente.

     - Adiós, adiós pájaro negro.- Grito mientras se pierde de vista.

Los “perros de la lluvia” me miran y al unísono se sostienen sobre sus patas traseras aullando y avanzando hacia mí, amenazantes. En sus ojos oscuros veo el odio hacia el hombre. En su olor percibo como la muerte viene a buscarme.
La humedad del ambiente entorpece mi voz, ralentiza mis palabras aunque mi pensamiento continúa siendo ágil, levanto una mano en dirección a la manada salvaje, con determinación, a modo de saludo y al fin logro articular palabras.

      - Sin problemas.- Les grito enérgicamente.
Los animales vuelven a su posición cuadrúpeda. Se detienen ante mi voz.
     - Sin problemas.- Vuelvo a dirigirme a ellos.


Los “perros de la lluvia” se echan a un lado del camino, escoltando mi avance postrados sobre el fango y las hojas muertas. Agachan sus cabezas a mi paso y me siguen dócilmente en la ascensión por la sinuosa vereda.
Desde alguna parte escucho una voz que me alerta. – Por el carril, continúa por el carril.
Sigo ascendiendo acompañado por la oscuridad, los perros y la lluvia persistente.
De nuevo oigo la voz desde otra dirección diferente a la vez anterior. – Por el carril, sigue por el carril. No te detengas, sigue por el carril.

Abro los ojos. Estoy completamente bañado en sudor.
Continúo oyendo la voz ahora fuera de mi celda – Por el carril, sigue por el carril…….


  * Masmoc Utopía 

martes, 25 de octubre de 2011

LO QUE TE HACE GRANDE

Lo que te hace grande es
el impulso en la creación
que refulge desde tu alma.

Lo que te hace único será
la lágrima prendida
en el alba asesina.

Lo que te hace ser fue
a veces difícil de ver
en diario acontecer.

Lo que te hace grande
fue, es y siempre será
tu profundo único ser.


* Masmoc Utopía

domingo, 21 de agosto de 2011

Solo la mañana

Solo la mañana,
cubriendo de silencio
tu luz, tu imagen.

Se recrea un velo sobre ti,
estruendo de pisadas invasivas.

¿Cómo entrar en ti sin lastimarte?

Ensueño de nebulosas en el horizonte,
la cadencia de un sonido acompasado.

Solo la mañana,
desaparece el silencio
ni tu luz, ni tu imagen.

El Caminante de la Axarquía