martes, 29 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 5


Despierto sudoroso del leve sueño en el que me encuentro inmerso, y sé que llegó el momento. Giro la cabeza hacia la puerta de mi celda y descubro una pequeña rendija por la que se escapa la luz de una luna que entra por la ventana de mi prisión. Corro hacia la puerta como si me fuera la vida en ello, la empujo y mi sorpresa se acrecienta cuando descubro que está abierta. Todo este tiempo aquí, y la puerta estaba abierta, abierta esperando que yo la empujara y saliera de mi cautiverio.
Salgo y tan solo la luz de la noche que entra por la ventana me deja entrever unas escaleras que se enroscan hacia el Averno.

     -¿HAY ALGUIEN?…
Nada, solo mi eco me responde.

No puedo esperar más y bajo esas escaleras lo mas rápidamente que la oscuridad me lo permite.
Este abismo me engulle y parezco estar bajando a los infiernos de Dante; sólo cuando ya no me veo ni en mi interior, aparece esa luz, luz de una puerta salvadora que me llevará hasta la libertad.
¿Qué fin tendrá este camino que serpentea entre las encinas? Sin duda será un sitio mejor que éste.
Llevo al menos una hora caminando y tan solo la luna me acompaña, a ambos lados del sendero, oscuridad.
Un reflejo de luz en el horizonte, ¿Qué puede ser?, corro para salir de este sendero que me aprisiona. ¡Una laguna!
¿Este lugar? Lo recuerdo vagamente, sí, sin duda este lugar, retumba dentro de mi su nombre, pero… ¿de qué?
Es…¡La Laguna del Ensueño!¡Estoy…en Utobab!, pero… si es imposible.
Tengo que refrescarme, estoy dormido y debo despertar. Fría como la noche el agua acaricia mi rostro, sigo viéndola, sigo estando aquí, no es un sueño.
Las ultimas ondas en el agua me devuelven una imagen de…

     -¿Quién eres tú, que parezco conocerte?
     -Por fin has llegado, ¿no me recuerdas? , te esperaba hace tiempo, soy Demian Pilgrim…



Tartessus Baobab

martes, 22 de noviembre de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 4


Aquí me hallo, solo; exijo a este cautiverio que me dé lo que mi pereza no me deja buscar.
No me sacia la inmovilidad, pero tampoco intento actuar.
Todo me da hastío, ¿Qué me pasa? Nunca fui así, me cansa este silencio que me obliga a pensar.
Corrí tanto por mi camino que me deje atrás a mi mismo.
¡Voy a salir y voy a actuar!

     -¿QUIEN ESTÁ AL OTRO LADO?....
Espero una respuesta, no llega, sé que está ahí esperando algo que yo no sé comprender.
     -EXIJO QUE ME HABLES….
Nada, no contesta.
Quizás soy yo el que no escucha.


Hace ya tanto tiempo que dejé de escuchar aquella voz que me incitaba, que reverberaba en mis oídos incesantemente:
Por el carril, sigue por el carril…


Tartessus Baobab

martes, 1 de noviembre de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 4


Ha comenzado a caer una lluvia débil y monótona. Los álamos que acompañan el sendero, al mismo tiempo que me adentro en el bosque, se mecen a mi paso aunque no percibo ni una brizna de viento. El camino es ascendente y sinuoso. El ocaso de la tarde va cubriendo de oscuridad los árboles y las montañas lejanas. Lentamente, paso a paso, avanzo por una vereda cubierta de hojas muertas. Las gotas de agua parece que penetraran en mi cerebro, siento dentro de mí una humedad ennegrecida, persistente, latente.
A unos treinta metros de mí veo avanzar a un grupo de perros salvajes por el camino; parece que hubieran surgido de la nada. Son de un color negro y hasta mí llega su olor animal de naturaleza salvaje, su fuerte aroma de montañas y senderos, su perfume de granjas asaltadas y corderos descuartizados, su esencia de lluvia, bosque y aversión por los humanos. Avanzan muy lentamente, agrupados, moviendo sus cabezas a ambos lados, coordinando una coreografía que clama a la muerte. Sus ojos, oscuros y siniestros, se clavan en los míos.
Los árboles que lindan el sendero han dejado de oscilar; me acompaña un silencio que puedo oír. Siempre presente el monótono llanto del cielo bañando mi alma en una pena negra y mortecina.
Un extraño pájaro, negro como la noche cerrada, desciende desde un árbol en veloz aleteo directo hacia mí. El silencio me invade cuando el pájaro negro, antes de impactar conmigo, iza el vuelo bruscamente hacia las nubes ennegrecidas. Los “perros de la lluvia” detienen su desfile procesional a escasos metros de mí y miran acompasados al extraño pájaro negro en su vuelo ascendente.

     - Adiós, adiós pájaro negro.- Grito mientras se pierde de vista.

Los “perros de la lluvia” me miran y al unísono se sostienen sobre sus patas traseras aullando y avanzando hacia mí, amenazantes. En sus ojos oscuros veo el odio hacia el hombre. En su olor percibo como la muerte viene a buscarme.
La humedad del ambiente entorpece mi voz, ralentiza mis palabras aunque mi pensamiento continúa siendo ágil, levanto una mano en dirección a la manada salvaje, con determinación, a modo de saludo y al fin logro articular palabras.

      - Sin problemas.- Les grito enérgicamente.
Los animales vuelven a su posición cuadrúpeda. Se detienen ante mi voz.
     - Sin problemas.- Vuelvo a dirigirme a ellos.


Los “perros de la lluvia” se echan a un lado del camino, escoltando mi avance postrados sobre el fango y las hojas muertas. Agachan sus cabezas a mi paso y me siguen dócilmente en la ascensión por la sinuosa vereda.
Desde alguna parte escucho una voz que me alerta. – Por el carril, continúa por el carril.
Sigo ascendiendo acompañado por la oscuridad, los perros y la lluvia persistente.
De nuevo oigo la voz desde otra dirección diferente a la vez anterior. – Por el carril, sigue por el carril. No te detengas, sigue por el carril.

Abro los ojos. Estoy completamente bañado en sudor.
Continúo oyendo la voz ahora fuera de mi celda – Por el carril, sigue por el carril…….


  * Masmoc Utopía 

martes, 25 de octubre de 2011

LO QUE TE HACE GRANDE

Lo que te hace grande es
el impulso en la creación
que refulge desde tu alma.

Lo que te hace único será
la lágrima prendida
en el alba asesina.

Lo que te hace ser fue
a veces difícil de ver
en diario acontecer.

Lo que te hace grande
fue, es y siempre será
tu profundo único ser.


* Masmoc Utopía

domingo, 21 de agosto de 2011

Solo la mañana

Solo la mañana,
cubriendo de silencio
tu luz, tu imagen.

Se recrea un velo sobre ti,
estruendo de pisadas invasivas.

¿Cómo entrar en ti sin lastimarte?

Ensueño de nebulosas en el horizonte,
la cadencia de un sonido acompasado.

Solo la mañana,
desaparece el silencio
ni tu luz, ni tu imagen.

El Caminante de la Axarquía

viernes, 29 de julio de 2011

Rendición Eterna

Sólo la guadaña de tu condena
arranca de mí toda mi esencia.
Sólo el aliento de tu negación
inunda mi alma en tu presencia.

Aire gris, rendición eterna,
cubres de temor tus ojos,
apagas el calor en tu voz
y no oyes crujir la tierra.


* Masmoc Utopía

viernes, 8 de julio de 2011

Diario apócrifo de E.Sinclair 3


¿Qué melodía llega a mis oídos? Me retrotrae a momentos pasados, tan lejanos en el tiempo como en mi memoria.
Nunca creí volver a escuchar esa música que me acunaba cuando aún mi camino no había tomado un rumbo; y seguía esclavo de la necesidad de otros seres que se autoproclamaban mis tutores.
Creían que me gustaba, pero en realidad era a ellos a los que apasionaba aquella música, yo tan solo la soportaba, nunca me preguntaron.

Parece que suena distinta tras tantos años de silencio musical en mi vida, tan distinta que podría asegurar que distingo cada nota y puedo separar instrumento por instrumento en mi cerebro y volverlos a unir, como si de un consagrado director de orquesta se tratara.

No me dejaban decidir, todo lo que yo quería estaba mal, era incorrecto, no sabía lo que decía… TODO; ni una sola de mis decisiones de infancia y adolescencia podían ser tomadas sin la censura de unos padres excesivamente protectores.
Así fue como me rebelé; nada más tener capacidad legal, desaparecí, nadie de mi anterior vida supo más de mí.
¿Feliz, que si he sido feliz? Libre eso es lo que he sido, libre. ¡No feliz!
A veces uno no es quien quiere ser, pero al menos lo intenta.

Y ahora este sitio, vuelvo a ser esclavo, vuelvo a ser controlado, y lo peor de todo, empiezo a dudar del camino que tomé, de mi forma de actuar ante el mundo, dudo incluso si en realidad aquella música que vuelve a mis oídos y llegue incluso odiar, en realidad me gustaba tanto o mas que a mis padres.

¿Qué pasa? ¿Cambia de sonido? No, no es música lo que escucho, tan solo es el silbar del viento por las rendijas…


Tartessus Baobab 

domingo, 26 de junio de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 3


Definitivamente me encuentro bien en mi celda. Sigo sin comunicarme con nadie, aunque a veces el viento me trae sonidos que a mí me parecen lamentos de alguien. Las pocas veces que he creído oírlos, de forma casi mecánica, he comenzado a cantar a pleno pulmón. Invento las estrofas dentro de la melodía, repito 

estribillos, doy palmadas y en mi cerebro escucho los instrumentos que acompañan a mi voz. Suena fuerte dentro de mi alma y al cabo de unos minutos acabo la canción, extasiado y sudoroso, despertando de cuasi un trance emocional. Soy un pájaro ahora, he vuelto a mi jaula donde me mantienen confortablemente. No sé si alguien podrá escuchar mi voz; es más, da igual si alguien la escucha o no. Lo cierto es que mi espíritu despierta, reacciona y me impulsa hacia arriba al intuir escuchar lamentos de alguien en el viento.
Soy un camaleón en la sombra de la noche............  
*Masmoc Utopía

jueves, 5 de mayo de 2011

HAZAÑAS BÉLICAS


El teniente me hace señales para que retroceda unos metros y me una a él. La situación de nuestra misión está empeorando por momentos. Me arrastro por el suelo evitando los disparos de las dos grandes  ametralladoras, fijadas a tierra, que ya han acabado con las vidas de dos de los nuestros. Acompañado por mi buena suerte, al fin llego a la trinchera donde me espera el teniente York.
-         Sargento, no conseguimos avanzar. –El teniente me grita para salvar el ruido de las continuas descargas de balas. –Tenemos que tomar esa colina antes del anochecer, si no es así todo nuestro pelotón se irá a criar malvas.
-         Teniente, ya sólo quedamos nosotros dos.

El sol está ya muy alto, el calor sigue creciendo, la garganta reseca por falta de agua. El teniente se quita el casco y se seca el sudor de la frente con un pañuelo, mirándome como si estuviera esperando que saliera un milagro de mi boca.
-         Teniente, creo que debemos hacer un ataque a la desesperada, es nuestra única opción de cumplir la misión y, con algo de suerte, podremos salir vivos de esta.
-         Sargento, avanzaremos directos por el camino más corto hacia el enemigo.
-         Yo iré primero, mi teniente. Cúbrame.

Salto de la trinchera e inicio una carrera zigzagueando a izquierda y derecha, a la vez voy lanzando granadas de mano que me allanan el camino.
El enemigo se ve sorprendido ante esta acción suicida y cuando las dos ametralladoras intentan volver a escupir su fuego de muerte, el teniente las mantiene a raya con su continua descarga de disparos.
Por fin, llego a cobijarme tras un gran árbol, fuera de la línea de tiro de los nazis. Siento un dolor en mi hombro izquierdo y compruebo que una bala me ha alcanzado, aunque no es demasiado profunda la herida y puedo seguir en pie.  Me subo al gran árbol con rapidez y, desde mi privilegiada posición, observo que la ametralladora  más cercana guarda silencio para siempre; una de las granadas de mano que lancé acabó con su rugido de muerte y con sus conductores. Le hago señales al teniente de lo que he visto desde la copa del árbol; mi situación no ha sido detectada por los dos soldados, que continúan haciendo vomitar al otro monstruo de hierro y acero en dirección a la trinchera donde se encuentra mi compañero.
El teniente York deja de disparar y nuestros enemigos cesan su ataque. El calor es asfixiante y brota por todas partes. Este silencio suena como música celestial dentro de mi cabeza, y su melodía impulsa a mi voluntad a emprender una andanada de disparos febriles, desde las alturas del árbol, que sorprenden a los nazis.
De inmediato, el teniente lanza su casco por los aires y salta de la trinchera, sabiendo aprovechar mi ataque sorpresa, y llevando dos granadas de mano logra avanzar lo suficiente para lanzarlas, les quita el seguro con la boca y estas vuelan hacia los soldados enemigos….



-         ¡Niñooo! Baja del árbol que la comida ya está en la mesa. ¿Cómo podéis estar en el patio con este calor? – Mi madre nos mira inquisitorialmente esperando nuestra reacción.
-         Monti, se acabó la batalla – le digo a mi amigo, al tiempo que de un salto bajo desde el árbol níspero, dejo mi metralleta de plástico dentro de la pileta del centro del patio de mi casa, donde antes estuvo el teniente usándola como trinchera.
-         Me voy corriendo a mi casa que mi madre debe estar esperándome. –Me dice mi amigo Monti rápidamente, cuando ya andamos en dirección a la cancela del corredor de mi casa que da a la calle Virgilio Mattoni, nuestra calle. –¿Nos  vemos después y vamos a coger zapateros?
-         Vale, hasta luego. –Le digo mientras tiro del mecanismo que permite abrir la cancela a distancia y mi amigo inicia la carrera desafiando al sol del verano.

Cerramos un capítulo inacabado en nuestra aventura imaginaria de Hazañas Bélicas, a nuestra manera.
En nuestra mente se dibuja  “continuará…”

Tenemos el tiempo y el espacio; y sabemos cómo amoldarlos a nuestro antojo.
Jugamos.
Todavía sigo jugando……….




     *Masmoc Utopía

viernes, 22 de abril de 2011

Diario apócrifo de E. Sinclair 2


Pasa lentamente el tiempo recluido en esta celda, ¿Cuánto ha pasado? no sabría contabilizarlo, hasta hoy nunca había pensado que el tiempo se pudiese medir.
Tanto tiempo paseando por este mundo y jamás se me hizo tan pesada mi vida como en estos días.
Tener que darle un sentido a esto no entra en mi filosofía. No se la busqué nunca a mi paso por el mundo y sin embargo mi mente busca un sentido a esta reclusión. Necesito respuestas, por primera vez necesito y exijo respuestas a mi cabeza.
Naturaleza y cultura, en esto se divide el ser humano; siempre eludí la cultura y me dedique en cuerpo y alma a la naturaleza. Los instintos sin ataduras, libres de toda cultura, rodeado de seres esclavos de ella, ese era yo.
Ahora todo es diferente, algo o alguien me tiene recluido, me alimenta, me cobija, le debo seguir vivo, pero tengo que pagar lo mas preciado que tengo; mi libertad.
¿Quien es? ¿Qué es? ¿Cómo se llama? ¿Existe de verdad? ¿O todo es fruto de mi imaginación buscando sentido a mi reclusión?
Sé que necesito de él para seguir, pero dudo que me ayude a volver a ser como fui, nada volverá a ser como antes, sin duda este es un camino sin retorno…

El viento me habla, pero no consigo entenderlo, parece traer sonidos de otras celdas,
¿Hay alguien ahí?......


Tartessus Baobab 


jueves, 21 de abril de 2011

Diario apócrifo de E. Sinclair 1


Qué lugar es éste que me obliga a pensar. Dudo que exista, dudo que me libere, ¡dudo que esté despierto!, ¡dudo de mí!
Solo quiero vivir, vivir sin pensar, sin sentir, sin valorar, sin tener conciencia de nada, porque nada es lo que yo necesito para evadirme de este mundo y disfrutar de todo.
Pero no puede ser, ¡vuelvo a pensar y eso me frustra!
Ya hace demasiado tiempo que decidí ser banal, me incorpore a los seres que pasan por este mundo sin dejar nada, tan solo se aprovechan de lo que otros han creado, ¡ese seria yo! Y lo llevaba a cabo con total éxito, hasta ahora, ahora me encuentro en este lugar que me obliga a pensar.
Aquí el vacío que llenaba mi vida se confunde dando paso a momentos de conciencia y perturbación.
No quiero ser consciente de nada, si mi actitud ofende, pues que se ofendan; si mi actitud perjudica, pues que se perjudiquen…
Nada puede manejar mi vida, mi vida es mía y no de mi conciencia.
Pero ¿dónde me encuentro? , ¿qué nueva bifurcación ha aparecido en mi camino para que llegara hasta aquí?. Alguien me forzó a emprender este nuevo camino, tengo que averiguar quien fue, realmente no me interesa tampoco eso, tan solo quiero salir de él y volver al mío, al camino que otros llaman de perdición y yo denomino de realidad. Realidad es todo camino que me haga disfrutar cada instante en este absurdo mundo sin pensar en nada más…


Tartessus Baobab


viernes, 15 de abril de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 2


Yo le hablo al viento y desde lo alto de la torre me responde. En este tiempo no me comunico con nadie. Nadie viene a visitarme ni yo voy a visitar a nadie. Realmente no sé si hay alguien más en esta fortaleza.
Cuando llegué lo hice por propia voluntad, sabía a lo que renunciaba de mi anterior vida, conocía la pérdida y pensaba encontrar caminos. Abandoné Aja y dejé atrás el hábito de recurrir constantemente a la apariencia rutinaria de un sentido literalmente ocupado en el día a día, de no percibir lo fútil y trivial de una vida. No alejaba al vacío, no lo calmaba, pero conseguía que lo olvidase durante largos periodos.
Aunque negar la esencia es negar el silencio profundo para luego sustituirlo por el vacío, solamente para escapar del desasosiego repleto de vértigo.
El vacío. El vacío me seguía a todos lados, iba notando cómo se adhería a mi piel llegando a convivir conmigo.
Fue entonces cuando escuché de nuevo el estribillo de la canción de Jarrx “..quiero sumergirme en momentos que valen por mi vida..” Y descubrí que el vacío era un amante que se había apoderado de mi voluntad y estaba presto a destrozar mi alma.
Ahora, después de estos dos meses recluido en mi celda ha llegado el momento de saber si hay alguien más en esta fortaleza.
¿Hay alguien ahí?............


* Masmoc Utopía 

lunes, 24 de enero de 2011

DIARIO DE DEMIAN PILGRIM 1


Llevo diez días aquí. Durante este tiempo de completa soledad en mi celda he llegado a entender porqué estoy aquí, porqué no me he marchado de vuelta a mi antiguo lugar. Sé que podré descifrar el jeroglífico, he logrado atisbar una pequeñísima llama de luz en lo más profundo del silencio y el frío. Estoy ardiendo y siento frío. He penetrado en el corazón del silencio, donde fluye la quietud; y desde allí he desplegado mis alas para volar hacia adentro, y también he revisado todo lo de afuera. He encontrado páginas que olvidé que un día leí y también libros desgastados y maltratados. Estoy aquí para existir. Existo para vivir. Vivo para sentir. Siento que no soy yo, que aún no soy yo…


  * Masmoc Utopía



martes, 28 de diciembre de 2010

Bienvenidos todos al abismo

Desalojo mi yo externo que me enmascara, actuando día a día para mantener una apariencia banal, y penetro en los abismos de la razón interior.
Me sentencio con la necesidad de actuar ante un mundo vacío de bondad y empatía; pero repleto de egoísmo y violencia.
¡Asignatura pendiente digna de potenciar es la empatía!
No poner la otra mejilla, pero comprender lo que le mueve a abofetearme poniéndome en su lugar; no abofetear su otra mejilla, pero sentir el impacto en la mejilla de la persona que abofeteo.

Seres de todas las épocas lucharon por encontrar utopías de sociedad. Imposibles de encontrar ante la necesidad de mantener aquel que las hace todas imperfectas:
“El ser humano”.
Bienvenidos todos al abismo, ante él y sobre todo tras él, solo se puede encontrar conformismo y necesidad de ser feliz, con el convencimiento de vivir un presente, y rechazando un futuro irreal e imperfecto.

Tartessus Baobab

sábado, 11 de diciembre de 2010

DESIERTO INFINITO

Líneas paralelas que avanzan
a través de la luz
de un desierto infinito.

Todo el ocaso de la noche
se refleja en las arenas.
Todo el frío de las estrellas
hiela la sangre en mis venas.

La ilusión se amordaza
al alba de negritud
de un océano proscrito.

El aire mortecino,
la lúgubre estancia,
el ritmo cansino...
La emoción echa anclas.

El desierto, con su eterna danza
hace bailar al corcel temeroso
y a su jinete malherido.

Lineas paralelas,
ocaso que amordaza
la emoción del mañana.

Desierto infinito,
luz que amenaza.


* Masmoc Utopía.

sábado, 23 de octubre de 2010

Surcando los mares

Aún se me eriza la piel cuando recuerdo aquel día. Pudo empezar de cualquier forma, incluso no se bien como llegamos, solo tengo imágenes desde el instante en el que abordábamos la embarcación desde un pequeño pantalán.
El patrón, mi padre, nos situó para que el viaje fuese lo mas agradable posible, y no sufriéramos ningún percance grave con el vaivén de las olas.
Luisa, mi vecina, nos acompañaba aquel día, y su retrato aún se mantiene en la retina de mis ojos, con un cabello negro y liso que mesaba una brisa marinera. Una imagen perdura en mí, inerte justo delante de nosotros se transformó en el mascarón de proa más bello que ningún navío tuvo nunca.
Unos nervios rebosantes de ilusión me hacían moverme más de lo apropiado y sufría diversos tipos de advertencia por parte de mis padres.
Recorrimos sitios fabulosos, puertos que yo imaginaba llenos de piratas, creía ver ciudades llenas de encanto y monumentos increíbles que jamás volvería a visitar, pasamos por puentes que sobre nosotros albergaban seres que parecían apuntarnos con sus armas.
Todo aquel viaje fue capitaneado por un padre que demostraba marinería en cada viraje, mientras yo desde la popa, donde me habían situado, gritaba a los cuatro vientos:
¡A estribor gira a estribor grumete que nos atacan!
Como todo momento que nos toca vivir, este también llega a su fin, y envuelto en la magia del viaje no me doy cuenta hasta que ya ha terminado.
Ya voy por el camino de tierra que linda el muelle, y un último recuerdo me quiero llevar de aquel día. Me vuelvo mientras aprieto con fuerza sobre mi pecho un sobre de papel donde todo un ejercito de soldaditos de plástico se apretujan unos contra otros, soldaditos que poco antes de mi viaje me había comprado mi padre, y veo unas barquitas que se despiden de mi junto a ese lugar tan maravilloso que Aníbal González fraguara para el disfrute de un niño como yo.

Tartessus Baobab

martes, 19 de octubre de 2010

PARTIDITO



Me tomo el pan con mantequilla y el vaso de leche, con ganas de terminar ya la merienda. Me separan unos minutos para salir a la calle y encontrarme con los amigos para jugar al fútbol. Las clases de la tarde, hoy han sido especialmente pesadas en el colegio Santas Justa y Rufina. La pelota parece mirarme desde un rincón de la cocina, como diciéndome que ha llegado el momento de salir pitando a la calle. Entonces, me levanto de la silla, dejo el vaso vacío en el fregadero y, caminando hacia la sonriente pelota, le digo a mi madre que salgo fuera un rato antes de hacer los deberes. A esta hora de la tarde incluso en la segunda cadena de la tele emiten programas, y eso juega a mi favor, por lo que solamente oigo el sonido del telefunken como despedida.
Mis amigos me ven llegar con la pelota bajo el brazo y algunos saltan y corren hacia mí. Lorencito camina detrás de ellos dando palmas y repitiendo a voz en grito “partidito, partidito…”. Les pregunto que quién echa pie conmigo para elegir equipos, a lo que Félix responde “pie entero, quepa o no quepa, las medias pa las mujeres” y se sitúa frente a mí, sonriente. Comenzamos a elegir jugadores. Mi amigo, y compañero de clase, Beja ha podido venir con su amigo Carlete. Mis amigos de la calle no saben lo bien que retiene el balón y los malabarismos que hace; lo elijo sin dificultad diciéndole “Beja, ya sabes, a hacer paredes igual que en el recreo del cole”.
En la carretera hemos colocado las dos piedras a modo de postes de portería de fútbol, midiendo antes la distancia similar en pasos. Hoy tenemos tres coches aparcados al lado de los adoquines, a los que también habrá que driblar, al igual que a los árboles de las dos aceras. Seguimos la regla no escrita por las que si viene un coche o una moto se para el juego, reanudándose cuando pase; si personas mayores entran en nuestro terreno de juego detenemos de igual modo el partido hasta que salgan de la zona. Comentamos que debemos tener cuidado con que la pelota no caiga en el balcón de la casa de en frente porque no volveríamos a verla. Monti avisa del peligro de que la pelota entre en el patio donde la Sara descansa tras las rejas, estirada en el suelo con sus cuatro patas, su hocico negro y su pelaje canela y azabache. Da miedo.
Comienza el partidito. Lorencito, cuando juega, es un fijo en mi equipo para la portería. Beja y yo hacemos varias jugadas con paredes cortas que desorientan al equipo contrario. Nos distanciamos en el marcador, ya vamos 5 a 2 a favor. Monti es muy veloz en carrera y aprovecha dos buenos pases para anotar dos goles más. Lo malo es que en el último de ellos se pegó un trancazo con un árbol y, al sangrar por la nariz, tuvo que retirarse, quedándonos con un jugador menos.
Joaqui, que es más listo que el hambre, aprovecha la situación. Se coloca en la defensa y cada vez que un ataque nuestro sale fuera de gol, Rogelio, el portero de su equipo,  le pasa rápidamente el balón y Joaqui lanza un puntapié a Leo, que espera pacientemente para quedarse solo ante Lorencito y este poco puede hacer para evitar varios goles. Claro que aquí no existe la regla del Fuera de juego.
Ahora, en mi calle, no existe otro mundo más que la pelota, los amigos, driblar, defender, correr, atacar y luchar por ganar el partidito. Para mí, no hay nada más allá del sentido de equipo junto con el esfuerzo con los demás, la armonía y el desarrollo del juego.
Tras un largo rato de juego, la distancia del resultado se ha reducido hasta el 7 a 6 a nuestro favor. Algunas madres ya se han asomado a la puerta para avisarnos de que ha llegado la hora de recogerse. En ese momento Juani pega un potente chupinazo que se colaba en nuestra portería, cuando me tiro al suelo y despejo el balón con la mano, no sin antes patinar por el asfalto con mis rodillas. “Penalti, Penalti,…” grita Javier, cerca de la jugada, mientras observo el color rojizo que comienza a cubrir mis piernas. No hay duda, es penalti.
Acordamos que la última jugada será el lanzamiento del penalti. Tendrán una posibilidad de empatar o ganaremos nosotros el partidito. Algunos de mi equipo comentan que debería ponerse otro portero más fiable para la jugada decisiva pero la mayoría no aceptamos eso. Beja me pregunta cómo estoy después de ver que la sangre llega ya a mis zapatos gorila. Le digo que estoy bien, que Monti está más chungo que yo porque todavía está cubriéndose la nariz con un pañuelo.
La noche ha caído, y escasas farolas iluminan débilmente la última escena del encuentro. Oímos el característico silbido llamando a retirada del padre de Juani y Joaqui desde la esquina de la calle con Santuario de las Cabezas. Mi madre se asoma a la puerta de casa y me lanza un ultimatum para que vuelva ya, pero yo sigo apurando los minutos finales. Joaqui, sonriendo, pone el balón en el punto de penalti imaginario, a siete pasos de la portería. Lorencito se coloca en el centro del marco, da una palmada y le dice que dispare cuando quiera. Joaqui inicia la carrera y le pega con potencia un punterazo a la pelota, yendo esta rasera y esquinada en dirección clara de gol.
Todos permanecemos en silencio presenciando la jugada. Y aquí es cuando nos sorprende Lorencito, lanzándose al suelo, haciendo chirriar el metal del aparato ortopédico que acompaña a su pierna al chocar con el asfalto de la carretera, logrando despejar la pelota con su zapato especial de suela gruesa. Impresionante.
Javier ayuda a levantarse a Lorencito del suelo y todos los de mi equipo saltamos y gritamos de alegría abrazando a nuestro héroe del partido, que sólo sabe reír nerviosamente mirándonos a todos con su rostro pleno de emoción.
Gran partidito.
La mayoría nos vamos retirando al tiempo que comentamos algunas jugadas ocurridas, sobre todo la última gran intervención de nuestro portero.

Mañana esperamos volver a jugar de nuevo; cualquiera puede ganar o perder, e incluso empatar, pero siempre jugamos todos. Y lo hacemos con el entusiasmo y la alegría que siempre nos da jugar un partidito de fútbol en nuestra calle.
Que nunca se acabe esta dicha.



* Masmoc Utopía

domingo, 3 de octubre de 2010

Caballitos de cañas

La niñez, mi niñez, perversos recuerdos inundan una mente que aún joven, se siente envejecer por la lejanía en el tiempo de las historias vividas.
Todos los detalles de momentos e incluso las historias completas que recuerdo de mi pasado, a veces me parecen ser imaginarias. Inventadas al amparo de un tiempo ya transcurrido, pero son mi pasado.
Toda una vida guiada por un hipotético destino que nos maneja a su antojo, al menos en eso nos basamos para justificar lo inapropiado de nuestra conducta en determinadas ocasiones.
Recuerdo un patio de vecinos, donde lo único en común que teníamos las familias que lo habitábamos era el servicio para hacer nuestras necesidades; yo privilegiado de mi tenía un trono blanco sobre el que depositaba mis sobras mientras toda una reina se encargaba de deshacerse de ellas.
Era un príncipe con dedicación absoluta a mi trabajo; este consistía en disfrutar de mi familia y de mis amigos, sobre todo pasando por la ineludible ocupación del juego continuo. Juego a cualquier cosa, a nada me negaba: piola, el coger, el esconder, palma arriba palma abajo…, y nuestro pasatiempo favorito, que consistía en saltar por bloques de mármol que junto a nuestra barriada, ya antigua para aquel tiempo, lindaba nuestro territorio.
¡Aprieta la caló! Niña tapona el desagüe que vamos a preparar una piscina para los crios. Y con un pequeño charco que se formaba en el patio disfrutábamos de una piscina imaginaria que desbordaba nuestra alegría.
Dicen que eran tiempos difíciles, que no poseíamos nada, que todas nuestras libertades estaban cercenadas; pero yo de eso no recuerdo nada, mis primeros años fueron tan felices que volvería a repetirlos sin saltarme ni siquiera el momento en el que mi madre, con alpargata en mano, me traía riñéndome desde la fábrica de mármoles.
Gracias doy una y mil veces a unos padres que me supieron dar lo único que de verdad necesita un niño, amor y un espejo digno en quien fijarse.

Tartessus Baobab

viernes, 6 de agosto de 2010

lunes, 2 de agosto de 2010

Dueño de mi propio mundo

Capítulo XIV(Final): Enter K

Carmina Burana encrechendo, sonido que llega a mis oídos y me despierta de un sueño provocado; ¿todo ha sido un sueño? ¿Me encuentro aún en mi nave?
Me agito con impaciencia, pero mi cuerpo no reacciona ante las órdenes mandadas por mi cerebro y permanezco yerto ante la espera de acontecimientos.
Un líquido amargo penetra por mi boca y poco a poco mis sentidos se van despertando; la música que parecía fruto de mi imaginación, se sigue desarrollando en la lejanía. La estancia se manifiesta con una frialdad que penetra en mis huesos aún inmóviles. Y tras un despertar lento y sincronizado, escucho una voz familiar:
- Melkart, ya hemos llegado.
Miro con la impaciencia que me provoca el desconocimiento de los hechos, y encuentro ante mis ojos como Eritra, Renaín y Godbluf esperan que vuelva a Utobab.
- Estáis aquí, ¿Qué me ha pasado?
Godbluf, con la tranquilidad que lleva en su espíritu, me explicó cómo habían transcurrido los días siguientes a la batalla y el viaje que realizamos hasta llegar al lugar donde nos hallábamos.
Me ayudaron a levantar de unas parihuelas en las que había sido transportado hasta aquel lugar.
- Los Hermanos de Sol te han traído hasta aquí, a partir de esta puerta solo podremos entrar los cuatro.
Dijo Renaín con palabras amables.
Nos despedimos de aquellos cuatro amigos que flanquearían la puerta hasta que volviéramos.
Pude ver como aquella puerta de entrada a tan descomunal pirámide, se adentraba en una rampa descendente hacía la mas completa oscuridad.
Caminaba apoyado en Eritra y Renaín, eran un apoyo firme en el camino; a cada paso unas luces se iban encendiendo y guiándonos. Godbluf iba explicándome el motivo de nuestra visita a aquel lugar, y el porqué de no esperar a mi recuperación.
“El que Perdura” quería vernos y nos enseñaría el legado, al cual pertenecíamos, sin duda esa era la clave de todos aquellos misterios que nunca pude llegar a comprender, por lo que mi impaciencia por conocer todos los secretos de Utobab conseguía que volviera la fuerza a mi cuerpo rápidamente.
La música cada vez se podía escuchar con mayor claridad cuando una puerta nos flanqueaba el camino, un gran sol igual al que portaba junto a mi pecho presidía el centro de esta.
Godbluf y Renaín se colocaron unas gafas de cristal dorado, posaron sus manos sobre el dibujo durante unos segundos y al comenzar a oírse un silbido débil apartaron las manos. Desde el centro de la imagen del sol apareció un rayo de luz dirigido de igual modo a los ojos de los dos, la estela luminosa duró unos segundos y la puerta se abrió lentamente.
Todo a partir de aquella puerta me parecía familiar, como haber vivido antes el recorrer las estancias de aquel lugar.
- Ahora vamos a entrar en el Salón de Tablas, en este lugar los Hermanos del Sol presentan su Tabla de Honor a “El que Perdura”, aquí lo conoceréis.
Dijo Godbluf con su habitual voz parsimoniosa.
Frente a nosotros una gran sala en cuyo centro la pantalla atraía mis ojos y lo inundaban de incontables estrellas que brillaban sobre un universo infinito.
La cúpula celeste hacía aún más conocido el lugar, sin duda parecía una réplica de mi nave.
Ensimismado en todo aquello, tardé en descubrir la figura que se encontraba frente a nosotros envuelta en una capa azul.
- Sed bienvenidos.
En su pecho comenzó a brillar algo que colgaba de él y no había logrado distinguirlo aún qué era, cuando sobre mi pecho también brilló el sol que había portado durante todo este tiempo, sin duda ya estaban interconectados.
Miré a Eritra y me devolvió una mirada en la que reflejaba una conmoción inusual en ella.

“El que perdura” avanzó dos pasos invitando con un gesto a que tomaran asiento. Melkart no ocultaba su expresión de asombro escrutando el Salón de Tablas. Eritra continuaba absorta contemplando fijamente a “El que perdura”. Renaín se movía en su asiento con cierta impaciencia. Godbluf mantenía su aspecto sereno y relajado.
- No hay planetas en el universo en los que puedan caber los sentimientos de gratitud de un pueblo, de un mundo hacia la Luz
de Utobab y su Guardián
“El que perdura” hizo una pausa mirando a Eritra y Melkart continuando seguidamente.
- Godbluf comparte conocimientos conmigo sobre el Legado de las Estrellas, por su condición de Maestro de Tarde. Nuestro nuevo Maestro de Día todavía no ha tenido ocasión de adentrarse en los secretos de La Historia, por lo que algunas revelaciones serán nuevas para él.
Acarició el medallón y tomó asiento en el sillón giratorio que estaba frente a la gran pantalla.
- Es el momento de conocer el pasado, la realidad del presente y un futuro más claro para Utobab. Melkart, ¿te dice algo esta estancia?
- Con algunas diferencias, es similar a la sala central de mando de la nave espacial que nos trajo aquí.- Dijo Melkart.
- Exacto. Estamos en una nave parecida a la que llegasteis. Aunque esta tiene unas innovaciones tecnológicas que la hacen única. El más grande científico que haya habido en la Tierra la creó con avances en la conjunción con el medio natural y ecológico, dotándola de características muy especiales. Algunas de ellas las habéis vivido en las llamadas manifestaciones de Utobab.
- Pero hemos entrado a la Gran Pirámide, ¿está la nave oculta?-dijo Melkart.
- Cierto es. La nave se encuentra camuflada bajo la Gran Pirámide. Y puede ponerse en movimiento sin afectar la estructura de la edificación y sin que nadie externo lo note.
Renaín descubría secretos inimaginables antes de emprender la Gran Caza. Le parecía que habían pasado años desde entonces y que Eritra y Melkart formaban parte de su vida desde siempre.
- ¿Llegaron en esta nave desde la Tierra? – preguntó Eritra.
- Hace muchos años llegué aquí acompañado por una tripulación de veintiuna personas. Encontramos un poblado humano muy primitivo, con unas costumbres elementales y básicas. La misión que traía la expedición era similar a la que os trajo aquí, en principio.
- ¿También teníais que encontrar un planeta habitable para los habitantes de la agonizante Tierra?- preguntó Melkart.
- Así era en su origen el contenido de la misión. Pero la primera expedición en la que llegamos tenía unas características muy especiales.
“El que perdura” se puso de pie frente a la gran pantalla donde observaba las estrellas, se quedó callado durante unos cinco segundos, silencio total que fue respetado por todos. Se giró con parsimonia y continuó hablando.
- El creador de la nave bautizada cómo Exilum tenía su propia misión
fraguada en su interior. Su sabiduría le llevó a la conclusión de que había que buscar un nuevo renacer para la raza humana, en otro planeta. Pero a diferencia de la misión oficial que era localizar un planeta habitable, comprobar sus condiciones, conquistarlo si hiciera falta y regresar para trasladar a los habitantes de una Tierra moribunda; el Profesor Enter K. comprendió que todo ese proceso no sería posible, que la Tierra y el hombre estaban abocados a la destrucción y si se lograba encontrar un mundo habitable, el conocimiento de tal descubrimiento llevaría a la última gran guerra por conseguir billete al “paraíso”. Por ello se encargó del diseño y construcción del Exilum, una vez realizado destruyó los planos y las claves para lograr una nave igual de avanzada. Solamente dejó plasmado un segundo proyecto de nave espacial con las coordenadas secretas de configuración de vuelo espacial, disponiendo esta también de la posibilidad de llegar al mismo destino de la primera expedición. Aunque esta segunda nave no disponía de la nueva tecnología conjuntada con el medio natural. El Profesor Enter K. convenció a las autoridades de que dicha tecnología no se había desarrollado convenientemente y para una segunda expedición sería más seguro prescindir de ella.
- Entonces nosotros somos la segunda expedición.- Dijo Melkart.
- Sí, así es. El profesor, junto a un reducido grupo de científicos localizaron un punto en la galaxia que podría albergar vida, sólo que el llegar allí era muy complejo y peligroso. La ruta por el espacio descubierta no se basaba en patrones científicos hasta entonces conocidos. Si la primera expedición no regresaba, más tarde iría la segunda, aunque con un sentido militar más pronunciado.
- Yo no conocía la existencia de la primera misión. Para mí era la única expedición.-Dijo Melkart visiblemente afectado por su debilitamiento y las revelaciones que estaba oyendo.
- Por supuesto, todo se llevaba con el máximo secreto. El Profesor Enter K. comprendió que el final de la historia iba a ser muy diferente de su idea original e intentó hacer cambiar de opinión a los gobernantes de la Tierra. Todo fue inútil. Se asegurarían de que la expedición de la nave Dúox conseguiría el objetivo, con la fuerza militar exclusivamente. Entonces consiguió colocar en la tripulación a Eritra. Aunque la tripulación de esta nave era bien distinta; en la Exilum me acompañaban veintiuna personas, mientras que en la nave Dúox, Melkart, eras el único humano.
Godbluf y Renaín miraron con asombro y sorpresa a Eritra mientras “El que perdura” realizó una breve pausa. Eritra continuaba mirando a “El que perdura” como hechizada ante su visión.
- Exactamente así es caballeros. Cómo bien sabe Melkart, Eritra es un robot. Lo que él no conoce es que se trata de un modelo de única generación que fue creado por el Profesor Enter K, formaba parte del mecanismo de navegación de la Dúox; sin ella la nave no podría encontrar las difíciles coordenadas de este planeta. Aunque ni ella sabía que disponía de esas características tan especiales y asociadas obligatoriamente a la segunda misión. No existe en la Tierra un robot tan perfeccionado como nuestra Luz de Utobab; su aspecto externo es igual que un humano, su perfección de piel sintética es magnífica. Es casi imposible determinar que es un robot.
- ¿Por qué yo estaba unida al dispositivo de navegación de la nave? – preguntó Eritra algo conmocionada.
- Tu creador se aseguró de que fueras en la Dúox para, de alguna manera, compensar el peso militar de la expedición. Afortunadamente Melkart no actuó como esperaban aunque eso hizo que el dispositivo militar reserva se activase por sí solo.
Eritra se puso de pie, posó su mano en una de las dos columnas que adornaban la sala y mirando a Renaín ya Godbluf dijo.-Me hizo con unas cualidades muy especiales y exclusivas que incluso estoy descubriendo y creo que seguiré potenciando en el futuro, ¿no es así?
- Así es y así será.- Respondió “El que perdura”.
- Nuestro Legado de las Estrellas nos decía que vendrían unos extranjeros del espacio exterior.- Dijo Renaín
- El Legado de las Estrellas lo escribí yo. Los primeros exploradores del espacio llegamos en la Exilum hace ya ciento veintiséis años. Nos mezclamos con el grupo reducido de habitantes primitivos que encontramos a orillas del Gran Río. Reiniciamos entonces una nueva civilización basada en valores ya perdidos o en desuso en la antigua Tierra. Sabíamos que llegaría una segunda expedición y debíamos estar preparados para luchar o compartir.
- Pero cómo es posible que estés vivo desde hace más de cien años. ¿Te acompaña algún miembro más de la antigua tripulación?
- No, Melkart. Soy el único que puede contarlo.
- Sigo sin entenderlo.- Dijo el Guardián de Utobab.
- El Profesor Enter K. lo quiso así. Mi auténtico nombre es Adaner y él fue mi creador.

Realizamos el camino de vuelta en silencio, cada uno ensimismado en sus pensamientos. Godbluf descubrió cosas en aquella reunión que jamás hubiese imaginado; Adoraba a un robot; Eritra que era un robot único por encima incluso de aquel que había creado una civilización como Tull; Renaín que era descendiente directo de nada menos que Adaner un robot con capacidad para procrear; y yo, que me quedaría para siempre en Utobab, un planeta al que había llegado sin saber que no era otro que la Tierra en sus comienzos y nuestra misión consistiría en contribuir a que siglos después no volviera a acabar devastada por la influencia del ser humano. FIN

* Tartessus Baobab-Masmoc Utopia *