domingo, 5 de julio de 2015

MUNDO CAUSAL IX "Gabriel"


Oculto sobre la alta copa de un árbol, mimetizado con el tronco, con total ausencia de movimientos, tan sólo sus verdes ojos se movían sorprendidos  observando a la mujer desnuda que salía del agua y a otra mujer que iba a su encuentro para recibirla, cubriéndola con una manta. Mara recibe con gratitud el cobijo del cálido arrope natural; el cariñoso abrazo de Monchian le hace brotar una sonrisa, intercalada con el rechinar de dientes por el intenso frío provocado por las aguas heladas del lago. Es una excelente nadadora y hoy, de forma caprichosa en esta naturaleza juguetona, la temperatura del agua del lago estaba a muy pocos grados. Monchian eleva su mano izquierda enguantada y a los pocos segundos Bennu se posa en su brazo.

Gabriel observa desde las alturas como las dos mujeres y el águila se adentran en el bosque en animada y risueña conversación sobre la súbita aparición de los dos hombres y su inmersión en el lago de aguas inesperadamente frías. Él deja pasar unos minutos para luego descender del árbol ágilmente, con su carcaj de flechas al hombro y su arco entrelazado a su espalda. Su juventud de quince años le permite saltar felinamente desde una altura considerable para rodar y asentarse de pie. Seguidamente se acerca al lago, oculto tras unas ramas se acuclilla y mira hacia la orilla opuesta donde observa a Banton y Silvano que miran hacia su posición, por donde hace un rato emergió del agua Mara para ser recibida por Monchian. Sin duda no pueden verlo.

Busca con la mirada a Lugosian por entre el amplio campo de rocas junto al lago, aunque sin éxito. Gabriel sabe que no está muy lejos, huele su presencia por el ozono que desprende cuando aparece, siempre entre las rocas y piedras apoyado por su bastón.

Recordaba la primera vez que lo vio, al segundo o tercer día de llegar a su nuevo mundo. Él se encontraba desorientado y perdido en esa nueva naturaleza, en esa inmensidad de bosques, arroyos, ríos y lagos, tan diferentes de su lugar anterior donde iba consumiendo los días y noches, rutinaria y pesadamente. Allí, en el reformatorio donde cumplía su condena menor por posesión y tráfico de drogas, un lugar inhóspito donde iba consumiéndose y donde le quedaban aún catorce meses para poder salir.
Su único momento feliz lo encontraba dos horas a la semana con las clases de literatura con el profesor Fripp y la hora quincenal de tutoría personal con el mismo docente. Le descubrió un mundo inesperado en las historias que desgranaba cada semana en las novelas y poesías que el Sr. Fripp le presentaba, y sus charlas de tutoría eran un navío estable al que asirse dentro de su propio océano de desesperada tristeza y abismal soledad desde que tenía uso de razón.

El último recuerdo de su mundo anterior era de una noche de fría lluvia, sentado sobre el alfeizar del edificio más alto del reformatorio, mezclándose sus lágrimas con las gotas de lluvia, con una pena oscura y solitaria al conocer que el profesor Fripp no volvería a verlo porque le habían dicho que había tenido un accidente del que no se recuperaría. Su última visión de su vida en el mundo real fue el suelo que se acercaba a él hundiéndose en la oscuridad.

Observando las rocas grisáceas junto al lago, Gabriel recordaba la primera aparición sorpresiva de Lugosian ante él. Una figura alta y corpulenta, algo encorvado, ataviado con una especie de impermeable o gabardina plástica de un color violeta incluyendo extensión de capucha que dejaba ver muy poco de su rostro. Unas grandes gafas del mismo color le daba un aspecto aún más grotesco y siniestro. Los golpes del bastón sobre las piedras ejercían un ritmo hipnótico mientras avanzaba hacia donde él se encontraba, subido en una roca alta contemplando el riachuelo cómo discurría entre las piedras.

-         ¿Te encuentras bien en tu nuevo hábitat, Gabriel? –Le dijo Lugosian con una voz ronca y algo forzada, una vez que llegó a su altura sobre la gran roca granítica.

Gabriel se quedó mudo, no sabía si responder, salir corriendo…..Llevaba dos días por allí y era la primera persona que veía pero no le conocía y él sí sabía su nombre. La confusión y su natural desconfiada ante los extraños le hicieron permanecer callado.

-         Eres el primer habitante de este……mundo especial. Sí, es muy especial, al igual que tú. –Lugosian hizo un gesto señalando con el bastón en movimiento hacia los árboles y hacia Gabriel – La paz que transmite es muy diferente a la reluctante tensión enclaustrada del reformatorio.

Gabriel volvió de su recuerdo y centraba su atención en la visión del campo de rocas junto al lago, donde Lugosian le dijo en su primer encuentro que sería uno de los lugares en los que podría encontrarse con él en sus visitas a su nuevo mundo. –En zona de piedras y rocas, nunca pisando tierra ni vegetación.

Esperaba encontrase con Lugosian para preguntarle por las nuevas personas que estaban llegando al mundo especial, ¿por qué?
Él estimaba que llevaba unos cuatro meses allí. A las tres semanas vio que llegó Banton, y semana tras semana fueron apareciendo Silvano, Mara, Monchian y el último fue Franz, además de ese extraño ave que tan bien se lleva con las mujeres. Pero ninguno permanece allí día y noche, todo el tiempo, cada uno de ellos desaparece y de nuevo vuelve al día siguiente. Siempre, desde el primer momento en que captó sus llegadas, ocurre así.

Él no. Es su espacio vital continuo y allí permanece. También ha notado que, a medida que los extraños están llegando, la naturaleza se está volviendo muy caprichosa y extremadamente cambiante de un día para otro. La placidez  primaveral de sus primeras semanas se ha ido convirtiendo en un clima imprevisible y a veces muy extremo.

Gabriel inició una carrera bordeando el lago, siempre apartado de la vista de Banton y Silvano que continuaban  hablando sobre la roca al borde del agua. Sentía más presente el fuerte olor a ozono a medida que avanzaba hacia una zona de pedriscas rocosas junto a un brazo semi oculto del lago, esperando encontrarse con Lugosian. Al llegar al centro, en la zona más estable empedrada detuvo su avance y permaneció en silencio, expectante, observando su alrededor. El sonido del bastón golpeando las piedras a su espalda le hizo girar encarándolo.

-         ¿Qué ocurre, Lugosian? 
-         Gabriel, tengo muy poco tiempo. Ellos también participan de este mundo por una causa especial aunque su situación en el mundo real es diferente a la tuya. No puedo decirte mucho más, no por ahora.
-          Pero este hábitat está cambiando. ¿Es por ellos?
-         Sí y no. Será mejor que establezcas contacto con los nuevos habitantes cuanto antes. Os tendréis que ayudar unos a otros. Eres el que mejor conoce la zona y el que lleva mayor tiempo por aquí. -Hablaba rápidamente de forma algo nerviosa mirando a un lado y a otro. 
-         No entiendo, Lugosian.
-         Perdóname, Gabriel. Ahora es mejor no buscar explicaciones, no puedo darlas. Tienes que confiar en mí y sé que te costará hacerlo. Se acercan peligros y debéis afrontarlos lo más unidos posible.

Un viento frío llegó desde la nevadas montañas del norte. Gabriel y Lugosian permanecieron en silencio mirando en derredor, como si un latido interno, una alerta interior les hubiera avisado de no sabían qué peligro.

-         Lugosian, mira, por allí se acerca esa especial águila real y viene hacia nosotros.
-         Es Bennu. Debo irme, Gabriel. Conecta con los demás. El hecho causal está comenzando. Te pido que te esfuerces y confíes.

Las últimas palabras de Lugosian llamearon en el aire desprendiendo un olor a cables quemados. El sonido del bastón contra las piedras era un eco lejano perdiéndose entre el arrullo del viento junto a su imagen, con una medio sonrisa en su casi oculto rostro desvaneciéndose en el atardecer.


              * Masmoc Utopía



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