Por un momento mi mente se vuelve lúcida y
alcanzo a comprender que mi cuerpo no responde a ningún estímulo, no recuerdo
quién soy , ni qué edad tengo.
Me veo tumbado boca arriba en la cama de un hospital, inerte. Siento una
extraña fuerza de gravedad que no permite que mi espíritu pueda abandonar
definitivamente el claustro de carne y huesos.
Noto por un instante que estoy despierto, pero sé que cuando desfallezcan
mis pocas fuerzas y sea arrastrado de nuevo dentro de mi cuerpo, volveré a
vivir en un mundo diferente, cambiante e inquietante; el mundo de mis sueños,
en el que sí guardo recuerdos y donde parece que tengo una identidad.
Aunque ahora, por un momento, creo que se trata de un sueño, provocado
quizás por la medicación, en realidad no estoy tan seguro de ello.
De lo que sí estoy completamente seguro es de que inevitablemente volveré a
vivir ese vivo sueño, real, casual o causal. Volveré a pisar las montañas que
parecen estar vivas, sentir al río que fluye con un ritmo propio y cambia de
curso a su antojo. Volveré a caminar entre la variedad infinita de árboles y
vegetación desconocidos para mí, a la fauna esquiva y puede que peligrosa, y a
los seres humanos, no menos esquivos y quien sabe si también peligrosos.
He visto a lo lejos al menos a dos mujeres, que bien podrían ser sirenas o
lamias, o imaginaciones mías. No me fio de nada ni de nadie, ni siquiera del
tipo que dice llamarse Silvano, y que no sé a ciencia cierta por qué me estaba
esperando en lo alto de aquella colina y gracias al cual puedo seguir contando
esto. No me queda más remedio que
confiar en él si no quiero verme solo de nuevo; ahora puedo hablar con alguien
aquí.
Lo que más llama mi atención en este mundo de sueño es el lago.
Parece como si estuviera vivo y que guardara un gran misterio. No puedo evitar esa sensación espesa
de angustia y esperanza cada vez
que lo contemplo. Veo a veces agitarse sus aguas como si se estuviese librando
una lucha mortal, y tras ello una calma tensa, presagio de una nueva lucha.
Recuerdo mi primer encuentro con Silvano y como me esforzaba en hacerle
comprender que si estábamos allí era por algo y que, antes o después,
deberíamos contactar con el resto de habitantes en nuestro sueño común.
Tras perder de vista a la mujer del lago y mirándolo fijamente a los ojos
le dije :
-
Creo
que definitivamente estoy aquí para quedarme y que no volveré a la vida real
hasta que las incógnitas de este sueño no se resuelvan. ¿Sabes? En mi supuesta
vida real estoy al borde de la muerte, tumbado en la cama de una habitación de
hospital, en un coma clínico debido a mis excesos fatales, creo, porque no
recuerdo detalles de mi vida real, sólo el sentir de mi pulso vital extremo y
autodestructivo.
-
No
digas tonterías Banton –espetó Silvano- . Yo tampoco sé quién soy en la vida
real cuando sueño, por eso es un sueño y luego puedo recordarlo o no. Aunque
creo que llevo demasiado tiempo soñando y este paisaje parece cada vez más real
y mi vida más difusa.
Pensé que Silvano no me decía toda la verdad y que sólo pretendía
consolarme de algún modo.
-
Tú
sabes algo que me ocultas sobre todo esto. ¿Por qué estabas tú aquí antes que
yo? ¿Por qué me esperabas en lo alto de la colina? ¿Quién es esa mujer que
acabamos de ver lanzarse al agua? ¿Quién coño más anda por aquí?.....
-
¿Quién
te ha dicho que yo te estaba esperando y que estaba por aquí antes que tú? –me
respondió Silvano con una leve y maliciosa sonrisa. –No olvides que esto es un
sueño y aquí no existe el tiempo y creo que sólo ves lo que existe en tu
imaginación. Siento decirte que no soy real, ni tú tampoco, ni todo lo que
vemos o creemos ver a nuestro alrededor.
-
Vete
a tomar por culo –le dije al mismo tiempo que le lanzaba un puñetazo en plena cara. –Dime
¿es esto real o no lo es?
En ese momento el crujir de una gruesa rama sonó a nuestras espaldas y
alguna alimaña desapareció súbitamente entre la maleza. Silvano permanecía en
el suelo tapándose la cara con las manos cuando me dijo..
-
¡Eh!
Hijo de puta, preocúpate de lo que tienes a la espalda y ya te diré yo a ti si
esto es real o no……
El doctor me hacía una pregunta tras otra pausadamente para comprobar si
había recuperado la consciencia. Alcancé a preguntarle cuánto tiempo llevaba
así y su respuesta me heló la sangre.
-
Siete
años, Señor Banton. Ya casi habíamos perdido toda esperanza en su recuperación,
pero en las últimas semanas ha estado recuperando lentamente la movilidad y ya
reacciona a los estímulos externos, aunque levemente, pero estamos en el buen
camino.
¡Joder! Parece que empiezo a recordar quien soy, y creo que prefiero volver
a ”soñar” , prefiero volver a mi extraño mundo especial.
*JARR