Llega a mis oídos una voz
lejana, cubierta de susurros que aturden mis sentidos, empapada de una
melancólica embriaguez de dulzura, llena de verdad sincera que se cuela de
improviso en mi consciencia. Sus palabras traen consigo un atisbo de alegría,
de renovada ilusión por los nuevos días.
Me
giro hacia atrás, busco con la mirada y sólo veo unos ojos claros y una
sonrisa. Los ojos se abren aún más y la boca encarminada se mueve como si me
hablara, pero no logro distinguir sonido alguno. Ya no siento la voz, sólo
percibo el eco lejano reverberando en mi alma.
Alrededor
solamente hay oscuridad, y frío. Intento palpar con las manos en todas
direcciones, sin éxito. Un vacío silencioso donde flotan los ojos y la sonrisa,
acompaña mis movimientos.
“Había
perdido la capacidad de sonreir”. oigo claramente que las palabras provienen de
arriba y abajo, de un suelo que no veo y de un techo inexistente sin
perspectiva.
"Había
perdido la capacidad de sonreir", de nuevo llegan a mis oídos las palabras
pronunciadas en cascada cristalina. Avanzo a ciegas, siguiendo la imagen de los
bellos ojos claros y los generosos labios color carmesí.
-
¿Por qué? –consigo decir
sorprendiéndome de mi voz.
"La alegría se
evaporó. Fue un proceso lento y discreto, sin estridencias ni dramas, un gris
devenir repetido y aumentado pacientemente día tras día. Y me dejó; no podía
sentir el impulso de reir, no podía percibir ni emitir gestos de alegría. La
fuerza interior que acciona el resorte de la alegría, se desterró de mi ser. Me
acostumbré a ser no siendo, habité con el ocaso perpetuo de todos los días
tristes. No sabía sonreir, era algo del pasado, de otro ser, no de mí. Había
perdido la capacidad de sonreir".
Como
una lenta canción soul las palabras se colaban en mis oídos, transpiraban mi
piel y punzaban mi corazón.
"Había
perdido la capacidad de sonreir aunque ahora, al encontrarte en la Nada, me ha
llegado el olvidado recuerdo de cuando dije a los vientos que tus impulsos vitales me hacen
sentirme libre".
Un aroma húmedo de mar con arena de playa mojada golpea mi rostro en mi caminar silencioso dentro de la oscuridad. Busco y rebusco sus ojos, sus labios. Abro una puerta cubierta de flores que llega hasta mí y me sumerjo en el océano de su calor, crucificado en la dulce euforia del reencuentro humedecido por sus labios, iluminado por un sol de medianoche que logra sacarme una sonrisa juvenil.
Logras
mi rendición, me sonríes como nadie lo haría, me miras con una paz ajena a
estos tiempos. Y encontramos la forma de sonreir, encontramos el resorte
de hacerlo juntos, cazando nubes.......en algún lugar, en algún tiempo.
Habíamos
perdido la capacidad de sonreir.
-
¿Por qué? –me digo a mí mismo
* MASMOC UTOPÍA