Monchian, arrodillada sobre el verdoso musgo que envolvía un
árbol derruido, acariciaba el plumaje de Bennu palpando sus alas. Comprobó que
no tenía heridas de importancia, sin dejar de mirar a sus ojos entristecidos.
-
Hemos hecho todo lo
que hemos podido –le dijo señalando con la vista el cuerpo de Franz junto a
ellos.
Gabriel, Silvano y Mara llegaron hasta ellos y contemplaron la
escena, algo agitados tras la carrera para alcanzarlos.
Mara, instintivamente se dirigió hacia Franz, posó su mano
izquierda sobre su propio pecho y la mano derecha sobre el pecho de Franz.
Monchian cogió el pañuelo rojo que Franz llevaba entrelazado a su muñeca y se
lo colocó sobre el rostro de éste. Mara continuaba, con los ojos cerrados, en la misma posición junto
al cuerpo de Franz.
Silvano y Gabriel se acercaron junto a ellos cuando súbitamente
apareció Banton de la nada y agarró la mano que Monchian le tendió
diciéndole –Ayúdanos; sin ti su aura
padecerá eternamente si no regresa al mundo real.
Con un silencio sepulcral y una relajación interior como hacía
siglos que no sentía, Banton puso su mano izquierda sobre su frente y su
derecha sobre la del rostro de Franz tapado por el pañuelo.
Las nubes tornaron procelosas a enmarcar de rojo el instante, un
viento céfiro atraía un discreto olor a ozono, el movimiento de las ramas de
los árboles arrullaba con sus hojas una continua melodía natural; una niebla
rojiza y gris les envolvió por completo.
Bennu pudo incorporarse y se colocó
entre Mara y Banton, desplegando sus alas y tocando con éstas a ambos; los
demás entrelazaron sus manos entre ellos, donde en un extremo Gabriel posaba su
mano en el hombro de Mara y en el otro extremo Silvano a Banton. Mara seguía con
los ojos cerrados, con su mano izquierda en su pecho y la derecha en el de
Franz.
Monchian habló al aire enrarecido –Causa es.
La niebla mutó a un color violáceo crepuscular, se pegó a cada
uno de ellos creándoles una asfixia total, y como un ente gaseoso con vida
propia se agrupó sobre sus cabezas y se dirigió sobre el cuerpo inerte de
Franz.
-
Causa fue –dijo
Monchian.
Mara y Banton dejaron de tocar respectivamente el pecho y la
frente del cuerpo de Franz. Silvano continuaba agarrando el hombro de Banton,
al igual que Gabriel el de Mara. Todos seguían conectados.
La niebla violácea elevó el cuerpo de Franz en el aire
embravecido, lo hizo girar como una peonza enloquecida y lo engulló,
desapareció a la vista de todos. El ente gaseoso rugió como mil lobos de la
noche y explotó arrojando sobre ellos un líquido viscoso que les quemaba la
piel.
-
Rápido, al lago ¡Deprisa!
–Ordenó Monchian.
Todos corrieron hacia el lago mientras intentaban desprenderse
de la mugre añil, sin éxito. Al entrar en sus aguas el extraño ungüento que los
cubría se desvaneció y su efecto abrasador también se alejó.
Al salir del lago quedaron juntos en la orilla. Banton y Mara
estaban visiblemente más cansados que el resto. Monchian les indicó que la
siguieran hacia la cabaña donde repondrían fuerzas y curarían heridas.
-
Espero que nos
reunamos pronto con Lugosian –les dijo, pero todos se encontraban tan exhaustos
y abrumados que no articularon palabra ni gesto alguno.
El vacío y la pérdida inundaba sus corazones…
*Masmoc Utopía