Ya no aguantaba más en el hospital. Siete años en coma es tiempo suficiente,
pensé.
Poco
a poco iba recordándolo todo, desde alimentarme y caminar sin ayuda, hasta los
momentos mas oscuros de mi vida pasada.
Salí con el alta voluntaria una mañana de otoño con un calor inusual para la época,
parecía pleno verano. No tenía ninguna prisa por ver en qué lamentable estado
encontraría mi pequeño habitáculo en el que al menos podría dormir esa noche.
Así que decidí caminar sin rumbo fijo, dejándome llevar por una extraña y
firme intuición que parecía dirigir mis pasos.
Me sentía inspirado y esperaba que me visitaran las musas esa preciosa mañana. Me senté en una mesa velador de un bar, encendí un cigarrillo y pedí una
cerveza. Estaba dispuesto a escribir un
poema cuando, como si saliese de la nada, se me acercó un individuo con sombrero calado, que apoyándose
en un bastón y embutido en una gabardina color verde oscuro me preguntó
directamente, sacándome del ensimismamiento:
-
Buenos días caballero. ¿Por favor,
me podría ayudar? Acabo de llegar a la ciudad y estoy perdido. Alguien me
indicó mal y la verdad es que no sé donde estoy. Voy a un lugar que se llama…
la Glorieta de los Lotos. ¿Lo conoce usted?
Un
escalofrió recorrió todos mis huesos al escuchar esa voz y ese lugar.
Seguidamente comencé a percatarme de la empatía que extrañamente crecía entre
ambos. Por un momento no supe qué contestarle, y tras dudar un momento, me atreví a decir:
-
Buenos días. Por favor siéntese y
beba algo, claro que conozco ese lugar, y le llevo si usted no tiene demasiada prisa. Pero… ¿Nos conocemos?
Se
hizo el silencio mientras se miraron el uno al otro fijamente. Tras unos
segundos, que me parecieron horas, el sujeto se sentó junto a mi susurrándome al oído con una débil voz, apenas audible:
-
En este mundo no, pero sí en el
mundo causal de sus sueños, Banton.
Esa
respuesta me confirmó mis temores iniciales. Volví a sentir escalofríos
cuando quise asegurarme:
-
Perdón, me ha dicho lo que he
creído oír o ¿estoy soñando?
El
personaje lo miró con una alegre media sonrisa de satisfacción mientras le
decía – Le he dicho lo que usted quiere oír, señor Banton, ni más ni menos.
Mi mente no estaba aún completamente lúcida; intentaba recordar la conexión
entre las pesadillas repetidas que me atormentaban y aquel ser extraño, cuando
oí claramente en el interior de mi cabeza esa misma voz: “Yo ya te conozco a
través de tus sueños. Mi nombre es Lugosian. Aquí y allí. Y ahora concéntrate”.
Arrastrado
por una fuerza mental superior, fuí desconectándome de los estímulos
exteriores y abriendo nuevas vías de
percepción interior. La telepatía funcionaba y supe que podía
comunicarme con mi interlocutor sin articular palabra. Me introduje en mi mundo
interior hasta llegar a un escenario muy común en los sueños repetidos. Era un
roquedal sin vegetación alguna por donde fluye un río que cambia de curso
imprevisiblemente. Podía oír claramente el discurrir del agua fresca entre las
rocas, y como su sonido se armonizaba con el compás in crescendo de los
golpecitos de un bastón sobre las piedras, de alguien que se me acercaba cada
vez más. Era el mismo ser que tenía enfrente en la mesa del bar, era como si
compartiesen dos dimensiones paralelas a la vez.
“Bien
ya me he presentado y ahora dime..., no sé quien eres en tu vida…, digamos,
real. Por eso estoy ahora aquí y allí contigo al mismo tiempo. Para saber si
realmente tienes el valor suficiente que necesitas. Te diré que si es así, a
través de tu existencia física real, podrás conectar con este otro mundo al que ya perteneces, sin
necesidad de estar dormido, como estás haciendo ahora por vez primera.
Este
mundo no es fácil y está lleno de peligros para tu existencia. Aquí se genera
el germen maligno de tus culpas y miedos más profundos, materializados y prestos a apoderarse de tu
alma. Les llamamos Fobios. Atacan siempre en grupo y normalmente a un solo
individuo, que si no es salvado, acabará finalmente suicidándose en la vida
real. Por ello necesitas ayuda para vencerlos. Deberás participar en un plan
común y nunca actuar tu solo. Tienes que
contactar necesariamente con los demás habitantes de este mundo, -ya
conoces a Silvano-, porque los vas a necesitar cuando seas atacado. Si sucumbes al primer ataque, permanecerás aquí como Gabriel, ayudando a
los demás a luchar contra sus propios fobios, sin posibilidad de regreso al
mundo real. Algo semejante a estar en coma, como tú lo has estado, ¿no es
cierto? Si sobrevives, lo harás con la
capacidad de compartir los dos mundos a voluntad, como yo, y como Silvano y
Mara que con la ayuda de Gabriel y de Monchian respectivamente han salido
victoriosos de su primera prueba y están en camino de lograrlo. Conservarás la
esperanza de liberarte del mundo causal y vivir una vida plena en el mundo
real.
Ahora
dime, debo saber si el coma fue producido por un intento de suicidio y si lo
has superado por completo, si te sientes capaz de luchar con todo tu ser,
porque, te prevengo..., los ataques se pueden producir en cualquier momento y
en cualquier circunstancia”.
Abrí los ojos saliendo voluntariamente
de mi ensoñación telepática y vi que el mismo personaje seguía allí sentado
frente a mí, dando un pequeño trago a su cerveza, sin dejar de mirarme y
esperando una respuesta. No daba crédito a lo que me estaba sucediendo, las
ideas se me agolpaban y un leve dolor de cabeza empezó a incomodarme. Tras
dudarlo un momento y para comprobar que podía hacerlo, volví a cerrar los ojos
y me concentré profundamente. Una fuerte brisa de aire frío comenzó a
levantarse y las nubes oscurecieron el sol sobre el roquedal. El frío se
adueñaba de todo, al mismo tiempo que un temor inesperado iba creciendo en mi espíritu. Poco a poco noté que mi mente se desvanecía y que no podía
restablecer la comunicación telepática. Sentí verdadero terror al pensar en la
posibilidad de quedar atrapado de nuevo dentro de mí mismo, de no poder volver
a la realidad.
Cuando
por fin abrí los ojos, estaba bastante aturdido y el dolor de cabeza se
intensificaba. Observé a duras penas la cara de preocupación de mi compañero de
mesa intentando decirme algo. Por fin reaccioné y tirando del cuello de la
gabardina de Lugosian, con la voz casi paralizada por el miedo que había
sentido, pude decirle:
-
Ahora te recuerdo, formas parte de
mis peores pesadillas. Y tú, fantasma, ¿me preguntas si tengo el valor
suficiente para enfrentarme a mi pasado y a mi mismo? ¿Tengo alternativa?
Ten clara
una cosa, he vuelto a nacer, y ahora sabré apreciar de forma diferente el
regalo de la vida. Haré cualquier cosa para escapar de esta pesadilla.
Lugosian
se soltó suavemente de mis manos de y mirándome, con cierta compasión me dijo:
-
Bien, tranquilo, así me gusta, que
tengas esa determinación. La vas a necesitar. Ya sabes lo que te espera. Y no
lo olvides, podrás compartir dos mundos.
Ya ha
empezado todo, ve esta noche a la glorieta y allí concéntrate como lo acabas de
hacer. No faltes. Ahora debo irme.
Desapareció
igual que vino, como en un sueño.
Un
camarero se acercó a la mesa diciéndome:
-
Señor ¿desea usted alguna cosa
mas?
Miré la libreta en blanco y los vasos vacíos, pedí otra cerveza y empecé a
escribir el poema.
*JARR