Saltó con rabia desde
la roca y se sumergió en las aguas de la laguna. Al contacto del líquido
elemento con su cuerpo, Mara sintió una punzada de dolor interno, una garra que
aprisionaba su corazón y lo estrujaba. Sintió como le faltaba el aire al hacer
esfuerzos por salir a la superficie, y algo la ralentizaba en sus movimientos,
el dolor, la pesadez de sus músculos, la asfixia. Notó que las fuerzas le
abandonaban, que su escasa energía, que le quedaba tras la lucha con los
fobios, se extinguía y le impedía llegar arriba para llenar sus pulmones del
anhelado oxígeno. Se estaba asfixiando en la oscuridad que la retenía en lo
profundo del lago.
Vio
la luz que llegaba desde la superficie, como a un faro cerca de la costa navegando
en un navío a la deriva, y recobró la determinación de su voluntad luchadora y
enérgica. Imaginó, o creyó ver, la figura de Monchian tendiéndole la mano desde
arriba para que se asiera a ella. Dando unas potentes brazadas, por fin, ella
emergió al aire limpio, atrayendo el oxígeno a sus pulmones y el vigor a sus
venas, quedándose flotando sobre las onduladas aguas que ahora la mecían,
arrullando melodías de ensueño.
Ella
miraba a las nubes de aquí y allá, y con gesto sonriente dijo –Soy yo. No
seguiré sus designios. Soy yo y continuaré mi camino.
En
la superficie del lago se dejó llevar flotando en la postura del Cristo,
balanceándose, respirando suavemente, sintiéndose ligera y serena como nunca
antes lo había sentido. El sol irradiaba su cálido abrazo y una brisa
dulcemente primaveral besaba su rostro.
Tocó
tierra con su brazo izquierdo extendido, apenas sin movimiento, palpó la orilla
húmeda con sus dedos, giró su cabeza y vio a Monchian unos metros más adentro.
Mara se giró a su derecha abandonando su posición en cruz, sumergiéndose
completamente en el agua buceando dando poderosas brazadas hacia lo profundo.
Recordaba
la experiencia de momentos antes con los fobios mientras dormía en su casa, la
posesión casi culminada por esos seres maléficos, la intervención sorpresiva y
oportuna de Monchian, su lucha liberadora en lo profundo del lago. A cada
movimiento de sus brazos miraba, bajo el agua, hacia un lado y otro con la
sensación de búsqueda, esperando que llegaran de nuevo los fobios, retándolos
para enfrentarse a ellos ahora que los reconocería.
Sus
pulmones llegaban al límite de su resistencia bajo el agua y demandaban
oxígeno; Mara se giró hacia la luz que llegaba desde arriba y se lanzó a su
encuentro como un proyectil amistoso.
Monchian,
cerca de la orilla, contempló como Mara salió del agua disparada, sacando todo
su cuerpo fuera al menos dos metros sobre la superficie del agua, y volviendo a
entrar en ella. Lentamente nadó hacia la orilla y salió del lago, renovada,
vencedora de su lucha con los fobios, consciente ahora de su realidad, sabedora
de que ya distinguía los dos mundos en los que había vivido confundida.
A
los pocos pasos en tierra llegó hasta Monchian que le ofreció una manta para
que no cogiera frío, pues el clima cambió de improviso, y un viento helado
comenzaba a herir su cuerpo desnudo.
-
Mil gracias por salvarme. Sin tu intervención no sé qué hubiera
sido de mí. – Dijo Mara con una gentil sonrisa, cubriéndose con la manta.
-
Has dejado tu carga atrás. El lastre que te llevaba hacia la
oscuridad ya no te acompaña. Eres la primera vencedora. Has renacido.
–Le dijo Monchian abrazándola efusívamente.
-
Hasta ahora, había estado
conviviendo con la confusión perpetua, sin lograr entender lo que realmente estaba viviendo o soñando. Sé que he superado una amenaza;
siento que soy vencedora y de alguna manera estoy purificada del miedo y la
oscuridad, pero ¿dónde estamos? -Dijo Mara abriendo sus brazos girando sobre sí
mirando a los cielos.
-
Ya sabes que llegas a este
lugar a través de tus sueños, en el instante que comienzas a dormir cruzas la
puerta del mundo real hacia nuestro mundo causal. Has logrado diferenciar las
dos realidades y que yo no pertenezco a un sueño tuyo; mi presencia está
también aquí, igual que tú.
-
Gracias a tí, Monchian, que acudiste en mi ayuda, puedo saberlo y
sentirlo. Me doy cuenta que ya nos conocemos de antes, los recuerdos me
llegan nitidamente y lo que antes era confusión y desorden ahora es claridad
serena.
-
Fui en tu ayuda porque era la única presencia aquí que podía
detectar tu fragilidad y tu fuerza, tus dudas y tu determinación. Además,
nadie más aquí podría desplazarse conscientemente hacia ti, hacia tu inicio del
sueño. Los demás no tienen esa capacidad, no podrían detectar tus llamadas de
auxilio en silencio ni podrían conectar contigo de la forma en que lo hice.
-
¿Por qué los fobios me atacaron allí?
-
Porque te negabas internamente a reconocerte como habitante del
mundo causal, del sitio donde nos encontramos. Creías que eran sueños extraños
sin conexión. Eras la persona más facilmente abatible para los fobios, sola y
confundida, precisamente por eso fueron a por ti, a buscarte en tu sueño.
-
Si no llegas a acudir en mi ayuda,¿qué hubiera ocurrido?
-
Lamentablemente te hubieran poseído por completo; la oscuridad, el
hastío, la pena, la culpa, el rencor, el odio....... En conclusión, el horror
te hubiera llevado consigo. Despertarías a la mañana siguiente y tendrías un
recuerdo vago, como de pesadilla pesada, pero sin darle mayor importancia....
-
Entonces estaría viva..... –Interrumpió Mara pero calló al notar que su salvadora
continuaba hablando con voz suave.
-
Estarías viva al día siguiente pero dudo mucho que llegaras a la
noche. El horror interior habría ganado y habrías sucumbido sin poder sacar de
ti ni una pizca de aliento vivencial, sin dejar asomar una brizna de esperanza
a tus días futuros, a tu existencia. En definitiva, de no haber vencido a los
fobios en el encuentro en el que te ayudé a huir y si no hubieras podido cruzar
el umbral de los dos mundos, si no hubieras llegado a sumergirte en el lago
para acabar de desterrarlos de lo más profundo de ti........te hubieras
suicidado al día siguiente.
Monchian
guardó silencio después de pronunciar sus últimas palabras. Mara se quedó
inmóvil, petrificada. Se hubiera suicidado al siguiente día, ella misma habría
acabado con su propia vida. Pensaba en ello sin dejar de mirar a Monchian.
-
Ahora tenemos que darnos prisa. Vamos a reunirnos con los demás. –Dijo
Monchian pasando su brazo por el hombro de Mara, caminando las dos juntas hacia
una zona empedrada sobre un pequeño montículo.
Bajo
la agradable sombra de un roble se encontraban tres personas y un águila posada
sobre una alta roca. Gabriel, de pie observando cómo las dos mujeres se
acercaban hacia ellos; Silvano, sentado apoyando su espalda en el tronco del
árbol, ensimismado contemplando el horizonte del sur. Bennu, firme y solemne
desde la altura, girando su cuello emplumado y posando sus ojos pardos en las
mujeres que llegaban; Franz, dando pasos cortos a un lado y otro con la mirada
baja sobre el suelo de rocas que pisaba.
-
Mara ha vencido a sus fobios. Ahora nos podrá ayudar con más
fuerza. Muy pronto de nuevo se unirá a nosotros Banton. –Dijo Monchian al
llegar a la sombra del roble.
-
Tenemos que estar alerta. Los fobios volverán a atacar a alguno de
nosostros y debemos estar preparados. –Gabriel habló dirigiéndose a Monchian
como solicitando respuestas.
-
Sé que el siguiente ataque lo recibirá Franz. -Dijo Monchian
atrayendo su atención.
Durante
la reunión, Monchian les aclaró algunas particularidades del mundo especial
donde se hallaban. Les explicó que ella se encontraba allí temporalmente,
mientras alguno de ellos permaneciera allí. ella permanecería. No podría ir
físicamente al mundo real de donde pertenecían los demás, sólo en espíritu y
bajo extremas circunstancias, igual que pasó cuando acudió al auxilio de Mara.
Le
habló de los fobios y les previno de la consecuencia de ser vencidos por ellos
sería la misma de la que estuvo muy cerca Mara, sucumbir a su propia muerte por
suicidio.
Cuando
todos preguntaron a Monchian por qué habían llegado a ese lugar, ella les
explicó que la esencia de la razón era la la certeza de que recibirían el
ataque de los fobios, igual que le ocurrió a Mara, durante un próximo sueño. La
diferencia sería que no podría acudir nadie para ayudarlos, ni siquiera serían
conscientes al día siguiente. Lo que sí les llegaría sería su propio suicidio.
En
este mundo, ya no tan extraño para ellos, podrían defenderse siempre que se
ayudaran unos a otros, siempre que encontraran la cercanía de los otros.
-
Gabriel es diferente. Él no vuelve como los demás al mundo real.
No duerme y viaja en sueños aquí. Él permanece aquí desde el primer día que
llegó porque tuvo un "arrebato de desamparo" y se dejó abandonar
antes de poder conectar de la misma forma que los demás con este mundo
especial.-Dijo Monchian acariciando el tronco del roble con su mano izquierda.
- Cuando los fobios lleguen a por él debemos estar muy unidos y fortalecidos.
La victoria de todos dependerá de todos.
-
Lo presentía. –Dijo Gabriel. –Sabía que era diferente a vosotros.
Puede que continúe aquí para siempre, si no acaban conmigo los fobios.
-
Tienes que confiar. Aquí no podrá quedar nadie, ni yo misma aunque
no vuelva a vuestro mundo.
-
¿Has creado tú este universo? ¿Cómo ha podido ser? ¿Cuál es la
causa? - Preguntó Mara.
-
No he sido yo, aunque estoy aquí también gracias a él. Una mente
muy especial, una persona con capacidades tales que ha logrado crear esta
conexión extrasensorial para evitar vuestra propia caída en la oscuridad. El
benefactor. Él no puede llegar hasta aquí pero mantiene conectado los dos mundos
y ha generado la posibilidad de vencer a vuestro horror interior, a la
oscuridad latente en los que habéis llegado aquí, a ese estigma manchado de
desolación que él llegó a detectar en cada uno de vosotros.
La
tarde se apagaba, el sol semioculto tras las montañas cercanas daba entrada a
un ocaso violáceo que retuvo las últimas palabras de Monchian como un eco en lo
más profundo de cada uno.
-
Antes de que algunos de vosotros os vayáis, recordad todos que al
regresar mañana será aquí mismo, en este sitio, donde nos reuniremos sin falta.
Banton estará con nosotros. Gabriel y yo os esperaremos; sin estar todos juntos
no conseguiremos nada ante la amenaza. –Monchian se sentó junto al roble,
invitando con un gesto a Gabriel a seguirla.
Acompañado
de un sonido como de pompa de jabón al explotar en el aire, fueron
desapareciendo uno tras otro, primero Silvano, que miraba al cielo. Mara
sonreía a Monchian cuando se hizo invisible al resto. Bennu desplegó sus alas y
voló hacia las primeras estrellas que se divisaban, desapareciendo en el aire.
Franz observaba las ausencias, los huecos dejados en el espacio y al mirar a
Monchian y a Gabriel con gesto de asombro, también les dejó.
Gabriel, posando su mano derecha sobre el hombro de
Monchian, le dijo :
-
Ahora que estamos solos, por favor, háblame de Lugosian.
* Masmoc Utopía